miércoles, 24 de agosto de 2011


Lectio Divina miércoles 24 de agosto 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas:
Apocalipsis 21,9b-14; Salmo 144; Juan 1, 45-51

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

VEN Y VERÁS


1. Hagamos las LECTURAS 
Felipe encuentra a Natanael y le dice: -«Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: -«¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le contestó: -«Ven y verás.» Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

VEAMOS NUESTRA REALIDADEs lamentable que muchas personas no sepan para qué están en esta vida, es decir, han perdido el sentido o la orientación y no saben qué son, ni para dónde van. Es fácil así seguir caminos equivocados. La memoria de los apóstoles nos habla hoy de nuestra propia vocación. También nosotros fuimos llamados por Cristo, alguien nos lo presentó o nos introdujo en su presencia, o simplemente fuimos llamados: "sígueme". Y a nosotros también, como a cada uno de los apóstoles, nos ha sido confiada una misión  según nuestras capacidades, según nuestras responsabilidades. No podemos dejar que nuestra vocación se duerma inactiva en cualquier rincón de nuestra vida. Confesemos a Jesús como lo hizo el apóstol Natanael-Bartolomé, y abracémonos a nuestra responsabilidad de testimoniar y anunciar el mensaje cristiano.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Natanael es un hombre bueno, creyente, sincero, pero refleja en su actitud todos los prejuicios de su época. Como tantos de sus contemporáneos considera que nada bueno puede venir de la periferia, ¡Nazaret! Y esto es así porque este Natanael es un personaje representativo de las personas pragmáticas, que consideran ingenuamente que todo lo bueno tiene que provenir de los centros del poder, de la riqueza y del prestigio. Pero lo cierto es que en toda la historia de la humanidad los cambios han venido desde abajo y desde la periferia. Él no espera a un humilde profeta campesino, como podía parecer Jesús a sus contemporáneos, sino un héroe rodeado de todas las garantías políticas, económicas y
académicas que garantizara el éxito de su gestión. Jesús hace tambalear todas esas pretensiones de Natanael al descubrirle que, si bien su intención es sincera, su mirada está orientada hacia el lugar equivocado. La famosa ‘higuera’ representa a todos los personajes que con fe sincera se entregan al Señor, pero cuyo pesimismo les impide ver la esperanza de Dios que germina en la periferia y en la pobreza.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La vocación cristiana a través de los tiempos tiene la misma raíz del llamado de Natanael: se trata de un llamado a seguir los pasos de Jesús.
Ese llamado, como tal, implica algo tan evidente que a menudo lo pasamos por alto: es el Maestro quien nos llama, de un modo personal, por nuestros nombres, desde lo que somos, por lo que somos y lo que podemos ser.
La vocación -el llamado de Jesús y nuestra respuesta- no es solamente una actitud intelectual o bien, asociada a una aceptación meramente racional. Se trata ante todo de un encuentro personal con el Señor que transforma la totalidad de la vida, que barre con todo preconcepto -¿acaso puede salir algo bueno de Nazareth?-, y reconocer al Hijo de Dios y Salvador en lo cotidiano.
Es una experiencia profunda en la que hay una mediación/invitación de un hermano que ya ha sido llamado, que ya ha vivido la alegría de saberse elegido y que, por ello mismo, no argumenta, no polemiza: basta con invitar con alegría a descubrir una puerta que se abre: -Ven y verás-
Él desde hace tiempo nos ha visto debajo de nuestras higueras, aún cuando no lo hayamos advertido. Y a menudo nos regala algún Felipe que venga a despertarnos de nuestros letargos rutinarios.
Quiera el Espíritu iluminarnos para descubrirnos queridos y llamados, y para también invitar al hermano a descubrir a ese Jesús que nos busca sin desmayo.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
¿Pero qué fascinación tenía su palabra? ¿Qué fuerza se asomaba a su mirada? El encuentro con Jesucristo cambia, de arriba abajo, a las personas. Llega Natanael Bartolomé, y se produce el cambio. De una actitud insolente, casi agresiva: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?", a una rendida confesión de fe: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Lo atestigua la historia: Zaqueo, de usurero a amigo de Jesús; la Samaritana, de mujer frívola a pregonera evangélica; el centurión romano, de pagano a confesar: "Verdaderamente este era Hijo de Dios". Y tantos nombres: Agustín, Javier…Todo brotó de un testimonio, de la mediación de Felipe: "Ven, y verás". El apóstol Bartolomé, plasmado en esta evangelio, ilumina nuestro vivir.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Ojalá se pudiera decir de cada uno de nosotros 
lo que Jesús dijo de Bartolomé:  “Ahí tienen a una persona honesta,  a un cristiano cabal, en quien no hay engaño”,  uno que es digno del nombre de cristiano.  Haznos, Señor, verdaderos discípulos de Jesús,  que vivamos día a día tal como creemos,  y que con nuestro modo de vida cooperemos en atraer a los hermanos  hacia tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. 
Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  ¡Qué gran honor para nosotros si el Señor puede afirmar de nosotros, como de Bartolomé, que somos una auténtica persona, alguien en quien no hay engaño!  VEN Y LO VERÁS

Muchos días miro y no veo nada. Estoy dormido, bien dormido,  ante los marginados y heridos del mundo.  Y creo que aquí no pasa nada,  que eso es un invento para tenernos en vilo.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Hay otros días en que veo doble, y una injusticia a cada paso.  Pienso que esto no tiene arreglo,  y me amargo soñando interminables desgracias  con los brazos cruzados, y diciendo: Nada se puede hacer.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Y cuando pongo manos a la obra, porque estómago,  corazón y cabeza me duelen de tanto soportar,  son muchos los que afirman que eso no va con nosotros,  que lo nuestro es otra cosa,  que no debemos meternos en política ni despertar  a los que duermen bajo las higueras.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Los eslóganes son claros: que no me coma el cuento,  que no sea un ingenuo, que no me emocione al primer golpe,  que no me deje cambiar el nombre, que no pregone mis ilusiones,  que respete a la gente en sus opciones,  que siga feliz descansando a la sombra,  que sólo se vive una vez, que de Nazaret nada bueno puede salir… Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

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