jueves, 4 de agosto de 2011

Lectio Divina Jueves 04 de agosto 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Números20,1-13 ; Salmo 94; Mateo 16,13-23 (María Vianney)

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

CONTIGO CONSTRUIMOS IGLESIA



1. Hagamos las LECTURAS 
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» El les preguntó: -«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: -«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»  Jesús se volvió y dijo a Pedro: -«Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Todos tendemos a hacer una selección en nuestro seguimiento de Cristo. Le confesamos como Mesías e Hijo de Dios. Pero ya nos cuesta más entender que se trata de un Mesías «crucificado», que acepta la renuncia y la muerte porque está seriamente comprometido en la liberación de la humanidad. No nos agrada tanto que sus seguidores debamos recorrer el mismo camino. Como a Pedro, nos gusta el monte Tabor, el de la transfiguración, pero no, el monte Calvario, el de la cruz. A Jesús le tenemos que aceptar entero, sin «censurar» las páginas del evangelio según vayan o no de acuerdo con nuestra formación, con nuestra sensibilidad o con nuestros gustos.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El pasaje de la confesión de Pedro nos sitúa en un momento muy importante de la vida de Jesús: el rechazo de su pueblo y el fracaso aparente de su misión. Sin embargo, sus discípulos por boca de Pedro reconocen que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo; títulos que resumen la fe de la Iglesia de Mateo. Jesús declara dichoso a Pedro, no por sus méritos sino porque el Padre le ha concedido el don de reconocerlo como Mesías. El cambio de nombre indica el nuevo encargo que Jesús le confiere: ser piedra de cimiento para el nuevo Israel que empieza a ser reunido. Este nuevo Israel es la Iglesia, asamblea de los elegidos, nuevo pueblo de Dios, cuya misión será arrancar a los hombres del imperio de la muerte. A través de esta Iglesia viene el Reino de Dios, que es semejante a una ciudad, cuyas llaves se entregan a Pedro. Él es quien recibe el encargo de ser mayordomo y supervisor, con autoridad para interpretar la ley (eso significa entre los judíos la expresión “atar y desatar”) y adaptarla a las nuevas situaciones.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Shimon bar Jonah ama a su Maestro; y con el impulso del Espíritu lo reconoce:-¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!-.
Y Jesús lo llama bienaventurado, feliz: él ha podido confesarlo con esa contundencia porque así se lo ha revelado el Padre... La  es, ante todo, un don, una gracia, un regalo que precede al mérito del creyente.

Por esa confesión Shimon cambiará de nombre, pues es una nueva creación, un nuevo ser con una nueva misión: en adelante será conocido como Pedro -Petrus, piedra- pues sobre esa  que profesa Jesús edificará la comunidad, la asamblea de los fieles, ekklesia, Iglesia. 

Su fundamento es pétreo, inconmovible, y la muerte no puede prevalecer; la sostiene el Señor entre sus manos.

Ese fundamento, a su vez, funda una misión eterna: la de atar y desatar. Será misión de Pedro y de esa asamblea, de esa comunidad, desatar los nudos que atan al mal, llevando adonde vaya perdón y reconciliación.

Y asimismo habrá que constituir nuevos nudos, ligazones buenas y nuevas que aten con vínculos de caridad y libertad a las gentes. Esa misión encomendada es sagrada, en esa misión están las llaves de la vida nueva.

Sin embargo, con todo el fervor con que lo ha confesado, así también Pedro reniega abiertamente de esa cruz que se cierne con certeza en el horizonte del Maestro. Aún debe crecer. Su pensar es acomodadamente humano, adaptado a sus esquemas, no piensa como Dios, y por ello la reprimenda.
En el mandato de Pedro -a sus sucesores los llamamos históricamente pontífices, literalmente, hacedores de puentes- está definida nuestra vocación de discípulos...Constructores y obreros empeñados en tender puentes que unan a los que están separados, abrir senderos de perdón y reconciliación.

Hay que volver a preguntarse cuando nos sumergimos en las aguas oscuras de ciertas discusiones y en los tembladeralesde nuestros fracasos, que la comunidad es construida ante todo por Jesús... si Él no construye, todo se derrumba. Y que la misión, la evangelización, el anuncio de la Buena Nueva comienza y se define por acciones de misericordia que acerquen a los que están alejados, excluidos, olvidados.

Es tarea santa, ineludible e impostergable.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
La pregunta de Jesús “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, también va dirigida a nosotros, a la Iglesia de hoy, a mi comunidad, a mí...  ¿Quién digo yo que es Jesús?  ¿Quién es Jesús para mí?
Para responder a la anterior pregunta, ¿voy al fondo del corazón, a las entrañas mismas de mi ser, a mi experiencia de Dios, o simplemente respondo lo que he oído decir, o lo que me han enseñado?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, fuente de vida: También nosotros profesamos que Jesús es tu Hijo, que vino de ti y regresó a ti. Te damos gracias por nuestra fe, que hemos recibido como incomparable regalo tuyo. Pero perdónanos cuando nos resulta difícil seguir siempre a Jesús en su camino de sufrimiento y de muerte, aun cuando creemos que ése precisamente es el camino hacia la felicidad y la gloria. Ayúdanos a pensar y a vivir según tu voluntad, siguiendo fielmente a nuestro único modelo, Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.  Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Trabajemos juntos en la construcción de la Iglesia: es tarea ineludible… pero difícil. Se trata de “atar y desatar”, de tener llaves para abrir, no para cerrar… Para eso se necesita un conocimiento profundo y un encuentro directo con el Maestro Jesús. De otra forma corremos el riesgo de no pensar como Dios y ser del partido de Satanás. Y TÚ, ¿QUIÉN DICES QUE SOY YO?

Cualquier día, en cualquier momento, a tiempo o a destiempo, sin previo aviso, lanzas tu pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Y yo me quedo a medio camino entre lo correcto y lo que siento, porque no me atrevo
a  correr riesgos cuando tú me preguntas así.

Nuevamente me equivoco, y me impones silencio para que escuche tu latir
y siga tu camino.   Y al poco, vuelves a la carga: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Enséñame como tú sabes.  Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre y por esas sendas marginales que tanto te atraen.

Corrígeme, cánsame y vuelve a explicarme tus proyectos y quereres,  y quién eres.

Cuando en tu vida toda encuentre el sentido para los trozos de mi vida rota;  cuando en tu sufrimiento y en tu cruz  descubra el valor de todas las cruces; cuando haga de tu causa mi causa; cuando ya no busque salvarme sino perderme en tus quereres... Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme:   Y tú, ¿quién dices que soy yo?


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