Lectio Divina 01 de agosto 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Números 11,4b-15; Salmo 80; Mateo 14, 22-36
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
TÚ ME SALVAS
1. Hagamos las LECTURAS
Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, soy yo; no teman.» Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – “Señor sálvame” – frase que debemos tener hoy muy a flor de labios para que nos saque de las tormentas que nosotros mismos nos metemos. Pero sobre todo, para que nuestros miedos se disminuyan con la cercanía de aquel que tiene postestad para calmar los elementos y llevarnos a puerto seguro.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La barca en que se encuentran los discípulos, atacada en la noche por vientos contrarios y sacudida por las olas, es una imagen de la Iglesia. El desconcierto inicial de los discípulos se convierte al final en reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios, que es fruto del encuentro personal con él. La actitud de Pedro, mezcla de confianza y duda, es también la de los demás discípulos. Mateo ha colocado aquí el episodio de Pedro para describir el proceso de este encuentro. La calurosa recepción que brindan a Jesús los hombres de Genesaret contrasta con la agresividad y desconfianza de las gentes de su pueblo. La fe de estos hombres hace posible los milagros que son signo evidente de la llegada del reino de Dios.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Estas pequeñas barcas que somos a menudo están sometidas a los temporales más bravos, y parece que nos hundimos.
El viento en contra del desprecio, la oscuridad del sinsentido, la brújula rota del egoísmo nos hace entrar en las aguas turbulentas del temor.
Ese hundirse es producto del temor, y no tanto de la turbulencia. Ese temor se hace presente cuando sobrevienen pruebas y dificultades, y sólo se puede navegar con rumbo cierto mediante la fe.
Hay que tener esa certeza: aún cuando las tormentas nos amenacen con su rostro fiero, está allí la mano salvadora del Maestro que nos saca a flote, invariablemente.
Y eso que llamamos fe es nuestra respuesta, es decir, decidirnos a tomarnos confiados de esa mano fuerte.
Tenemos que tener claro que: Si Él viene al timón, el rumbo no se pierde.
Más aún, habrá que preguntarse si en esta pequeña barca que somos, y en esta barca algo mayor que es la Iglesia, nos hemos olvidado que la mejor madera para navegar... es la madera ineludible de la cruz.
Quizás, con Pedro, debamos gritar en nuestro desconsuelo y en nuestra angustia -¡Señor, sálvanos!-, que Él no nos soltará las manos, nos mantendrá a flote, nos hará navegar a puerto seguro.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Cada vida humana es una travesía en una barca: con viento a favor a veces, con viento contrario otras. A veces la conducimos nosotros, otras muchas, nos la conducen otros (personas o circunstancias). ¡Qué bonito es cuando todo va bien (como decimos “viento en popa”), cuando vamos acompañados, con amor, con Dios a nuestro lado… tanto que nos sentimos como Pedro con ganas de gritar: ¡Señor, mándame ir a ti! Pero no siempre es así… muchas veces necesitamos palabras de ánimo: ¡Animo! no teman, soy yo…
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Te damos gracias, Señor, por salir siempre a nuestro encuentro cada vez que nos alejamos de ti y que nuestra barca queda a merced de la tempestad. Te suplicamos que nos abras los oídos para escuchar tu voz clara y fuerte: ¡Animo, soy yo! y que nunca la confundamos con otras voces que no nos guíen por el camino del Reino. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Trabajemos para tener la certeza de que nuestro Padre nos acompaña y anima tanto si hay viento a favor o en contra. Que siempre estemos dispuestos a sujetarnos de esa mano salvadora y que vayamos echando los miedos afuera. “CUANDO LOS MIEDOS ME INVADEN”
En pleno ataque de miedos, porque la situación nos supera, porque los míos se impacientan, porque la verdad se dora y camufla, porque esto no tiene pinta de mejorar… oigo, Señor, tu voz susurrarme:
No temas que yo te he elegido. Te he llamado por tu nombre. Eres mío, así como suena y entiendes. Te llevo tatuado en la palma de mi mano.
Si pasas por las aguas, yo estaré contigo. Si por ríos, no te ahogarás. Si caminas por el fuego, no te quemarás.
Si la enfermedad te aprieta, yo estoy contigo.
Si crees que no te quedan fuerzas, descansa en mí.
Si la tristeza te hunde, apóyate en mi regazo.
Si estás quemado, yo te refrescaré…
Y si te desechan como a tierra baldía, yo haré de ti un vergel.
Nada de lo que te ocurra podrá frenar mi amor por ti.
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