jueves, 18 de agosto de 2011


Lectio Divina lunes 15 de agosto 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas:
Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab; 1Corintios 15,20-27ª ; Salmo 44;  Lucas 1,39-56

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
                SUBIENDO, SUBIENDO…



1. Hagamos las LECTURAS 
María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!  ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: -Proclama mi alma la grandeza del Señor,  se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;  porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,  porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:  su nombre es santo. Y su misericordia llega a sus fieles  de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,  derriba del trono a los poderosos  y enaltece a los humildes;  a los hambrientos los colma de bienes  y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo,  acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  ¿Qué prototipo de mujer tiene nuestra sociedad hoy? ¿Cuáles serían los atributos que se aplicarían para definir a una gran mujer? Ya sabemos que los atributos físicos no bastan ni siquiera para determinar a una “Miss Universo” ya que ahora las cirugías plásticas son las que determinan esto.  Unos abogarían por su capacidad espiritual, otros por su participación activa en el mundo social, en la política, en las finanzas… Ubiquémonos  hace dos mil años, teniendo como fondo el texto del evangelio de hoy: una mujer del pueblo, que sabe lo que es conjugar todos estos atributos que hemos señalado: belleza, espiritualidad, sentido social, político, etc. Para esto María tuvo que conocer bien a Dios, conocer el contexto político, social, económico y religioso de su pueblo, conocer la historia y dónde estaba ella ubicada. Impresionante descubrir la hondura de contenido social de esta alabanza de María. La presencia de Dios sobre la tierra se traduce (o tiene que traducirse) en una transformación que cambia todos los fundamentos de la historia. Esa es una gran mujer, en cualquier época de la vida y de la historia.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
María responde plenamente en humildad y servicio a los planes de Dios. Reconoce que su grandeza procede de Dios. Es Dios quien la exalta y quien la elevará al cielo en su Asunción. Ella compendia una Iglesia humilde y servidora.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La cruz - que tanto tiene de dolor, de ignominia, de inhumanidad - desde Cristo se ha vuelto símbolo del amor mayor, y con ella nos identificamos los que tratamos de seguir sus pasos.
Esos dos maderos inseparables apuntan en dos direcciones: el más extenso, hacia arriba; el otro, hacia los lados. Así es la mirada de María, y así debería ser la nuestra: una mirada en cruz. Una mirada de buena esperanza, que tiene la vista fija en el cielo y no deja de mirar a su lado, a los hermanos, a los que están en este mismo plano tantas veces desigual.
Es un día de fiesta por la certeza de que el horizonte no es oscuro; por el contrario, la luminosidad futura alcanza el hoy y nos señala con un grito silencioso que el presente puede ser otro, y puede ser santo. Es una fiesta de la sacralidad de la vida humana, esa vida que no perece, de la muerte que no prevalece. Fiesta del Sí perpetuo a la vida, alegría de sabernos creados, criados, cuidados y esperados.
Fiesta en la que nos reencontramos con lo sagrado en lo concreto, la realidad del cuerpo encendida con el alma en la plenitud del para siempre.
Fiesta de lo maravillosamente inesperado: dos mujeres desconocidas, un caserío en las montañas, una muchacha judía de pies descalzos con la vida en ciernes en sus entrañas, una anciana casi abuela a punto de ser madre, la premura del servicio, el apremio que trae la necesidad del otro, una canción entrañable a un Dios magnífico defensor de los pobres y los humildes, decididamente enfrentado a los poderosos, a los ricos y a los soberbios, Dios Todopoderoso porque ama y pone sus ojos de ternura en los más pequeños... como María.
Allí palpita eso que llamamos Iglesia: dos mujeres reunidas por el Dios de la Vida, por amor, por servicio y solidaridad, aún en el medio de la nada, aún en donde nadie se animaría a esperar nada, brota como manantial la alegría y la profecía por ese Dios que no olvida sus promesas.
Allí, con María, asumimos que la muerte no tiene la última palabra.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Hoy nos regocijamos porque uno de nosotros ha alcanzado su destino definitivo. Hoy es la gran fiesta de María, la fiesta de su Pascua, la Asunción de Nuestra Señora. En la tierra siguió el camino de Jesús, vivió sin reservas las Bienaventuranzas, y ahora comparte la gloria de su Hijo. La Asunción es para nosotros un signo de esperanza. Nos recuerda que nosotros también estamos llamados para participar con ella de la victoria de Jesús, si es que estamos dispuestos a compartir con ella en la fe humilde, en el servicio a los pobres y humillados en el reino de Dios. ¡Celebremos con alegría!

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Demos gracias a Dios con María y pidámosle la fuerza increíble de su fe.m Señor Dios nuestro: Tú elevaste a María al cielo con alma y cuerpo,  para participar en el triunfo definitivo sobre la muerte  de Jesús, tu Hijo amado, porque en la tierra sirvió humildemente a tus planes como la primera de los que creen. Danos su actitud de confiada apertura a tu voluntad, para que venzas en nosotros al mal y a la muerte,  y nos lleves, sanos y salvos, sin contratiempos, con María, a tu alegría y felicidad eternas. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Nosotros, como Iglesia y como miembros de una sociedad estamos llamados a ser lo que María fue e hizo en la tierra: -Creer en los caminos y en la inspiración de Dios, aun sin saber lo que el futuro nos deparará, -Abrirnos a las necesidades de los demás, sirviendo de corazón a todos. EL SIGNIFICADO DE LA BENDICIÓN

Cuando alguien te dice 'QUE DIOS TE BENDIGA' no solo te está deseando lo mejor para ti,  sino que también esta actuando en favor suyo, pues cuando Bendices a alguien también atraes el favor de Dios hacia ti.
El efecto de la Bendición es multiplicador,  ya que es dado por Dios a sus Hijos. La bendición invoca el apoyo activo de Dios para el bienestar de la persona, habla del agradecimiento, confiere prosperidad y felicidad en la persona que recibe buenos deseos de nuestra parte.
La bendición comienza en el hogar, en las relaciones de padres e hijos. Los niños que reciben el regalo de la bendición de parte de sus padres, tienen un buen comienzo espiritual y emocional en la vida.
Reciben un firme fundamento de amor y aceptación. Este principio también se aplica a la íntima relación de pareja. Las amistades se profundizan y fortalecen, la hermandad de las Iglesias se incrementa, trayendo compañerismo, sanidad y esperanza  a muchos que nunca han recibido una palabra de bendición. El poder de la vida y la muerte está en la Palabra. Al bendecir, se otorga vida, no sólo al que recibe la bendición, sino también al que la da.
Por eso, hoy te bendigo, mi bendición va para ti, porque al bendecirte de todo corazón, me bendigo a mí mismo. Reparte bendiciones donde vayas, no sólo de palabras, sino de hechos. Ellas volverán a ti, cuando menos lo esperes. En general, la persona que vive en la presencia de Dios, amándole y obedeciéndole, goza de la bendición divina siempre.

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