martes, 30 de agosto de 2011


Lectio Divina martes 30 de agosto 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 2ª Corintios 10, 17—11, 2; Salmo 148; Mateo 13,44-46

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

SANTA ROSA DE LIMA: FLOR DE AMÉRICA


1. Hagamos las LECTURAS 
Hermanos: El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda. ¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a Él como una virgen pura.

Del Evangelio según san Mateo 13, 44-46
Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  Aunque la biografía de los santos que nos presenta la Iglesia como modelos, a veces pareciera que está muy lejos de nuestra realidad por el entorno tan diferente en que vivían, nunca pasará de moda el hecho de que una joven latinoamericana (peruana) bella y virtuosa, se haya destacado por “hacer las cosas bien”. Esta peruana encarna muy bien las lecturas de hoy: como dice San Pablo, es valiosa porque no se recomendó a sí misma y por eso Cristo la presenta al Padre como una virgen pura… Y encarnando el evangelio supo anticipar el Reino de los cielos: encontró el tesoro escondido y la perla de gran valor, vendió lo que tenía y compró el campo y adquirió la perla preciosa. Y fue feliz. Por eso y nada más hoy estamos recordándola, como la Flor de América.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En Lima, el año 1586, nació Isabel Flores de Oliva. Popularmente la llamaron Rosa, por su belleza; y espiritualmente Rosa de Santa María, como a ella le gustaba, por su amor a la Madre de Dios encarnado. A esta mujer excepcional, humanamente casi indefensa, eclesialmente terciaria dominicana de la Penitencia, ascéticamente casi ermitaña, se le considera primera flor de santidad en América. Murió a los 31 años de edad, pero en tan corto tiempo amó, sirvió, oró, se sacrificó y animó tanto la vida de la Iglesia que pocos se le igualan en la historia. Vaciada de todo tipo de ambiciones materiales o sociales, celebró con júbilo su condición de hija de Dios convocada al puro amor. Vivió en soledad, retiro, y tuvo por refugio preferido un ranchito de adobes. Trabajó con afán para no ser una carga de nadie, y disfrutó de tiempo para hacerse colaboradora afable de necesitados. Oraba ante el Señor y ante María horas y horas por la iglesia y el mundo, y se propuso ser testigo de que el Amor vale más que cualquier otro tesoro. Naturalmente, esto no lo entendían en su casa (padres y otros diez hermanos), ni era grato a los ojos concupiscentes de muchos mortales, pero era sencillamente maravilloso a los ojos del Padre. Su recuerdo más vivo está en el santuario de Santa Rosa, Lima, erigido en el lugar de su casa natal.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Nos enseña el Maestro que el Reino se parece a un tesoro escondido en el campo. Un hombre lo encuentra y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra ese campo. Superando todo condicional, más allá del deber ser, el Reino se caracteriza por la sorpresa y la gratuidad. 
De modo inesperado, se lo encuentra. Sin dar previamente nada a cambio, está allí en el campo, oculto pero presente, esperando su hallazgo.
El descubrimiento del Reino tiene una feliz eficacia: su encuentro produce invariablemente la alegría. Posee una aparente contradicción maravillosa: si bien tiene una fuerza arrolladora que derriba y construye, que todo lo transforma, esa potencia está allí latiendo en la sencillez de una semilla a la espera de la tierra fértil del que lo descubre.
El descubrimiento del Reino es causa de alegría que se contagia, imparable como el trigo en los buenos campos. Y es contagioso, porque tiene el perfume de lo compartido, el aroma de la comunidad... sucede que las cadenas impuestas por el egoísmo y el individualismo se rompen, y se descubre que es valiosísimo salir de uno mismo e ir al encuentro del hermano. -quien ha descubierto el Reino y lo hace vida, pulso, respiración, se vuelve luz y signo para sus hermanos-

Como cuando es necesario recordar qué es lo que Jesús puede hacer por nosotros -y no tanto lo que nosotros hacemos por Él-, así sea el Reino: es anticipo del tesoro permitir la transformación de la totalidad de la existencia.
Allí, sólo allí, hasta la misma vida hecha ofrenda se descubre milagrosa y es más que bueno dejarlo todo para adquirir la capacidad de darse.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Tomemos hoy sólo un aspecto de Santa Rosa de Lima para que se nos contagie su santidad. “Aún se conserva y se visita con mucha edificación, al lado de su casa, un cuarto que la caridad de la Santa convirtió en pequeño hospital, al cual ella conducía a enfermas encontradas en extrema miseria y que tenían la dicha de recibir de las manos de nuestra Santa una atención cuya delicadeza y heroísmo rayan en lo increíble. Cosa parecida acontecía tratándose de las necesidades de orden moral, a cuyo remedio acudía solícita nuestra Santa en cuanto de ella dependía, preocupándose por la evangelización y atención espiritual de los indios, de los negros, de los infieles, y, al no poder ocuparse de eso por sí misma, recomendándolo a quienes podían y contribuyendo con limosnas que ella misma colectaba al sostenimiento de algún seminarista pobre, como verdadera precursora de la Obra de Vocaciones.”

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, Dios nuestro; Rosa de Santa María en cualquier circunstancia buscaba alabarte, en todo pensamiento se elevaba a ti, en el sufrimiento y en el gozo oraba y se encontraba contigo, en las infidelidades de la Iglesia sentía angustia, en la caridad se esponjaba su corazón, en el olvido de sí misma se acordaba de los demás. Danos un poco siquiera de esas flores de santidad. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Celebremos hoy, junto a los peruanos y peruanas que viven en nuestro país, a este modelo de mujer que nos presenta la Iglesia. QUEDATE CONMIGO

Señor, quédate conmigo durante este día, y guía mis pensamientos y deseos, mis acciones y mis proyectos. Guía mis pasos  para que caminen ligeros  al encuentro de los cansados y desanimados. Guía mis manos para que acompañen  a aquellos  que  se perdieron en el camino. Abre mis brazos, para que pueda abrazar  a los que se sienten solos y sin esperanza. Ilumina mis ojos y vuelve atentos mis oídos al clamor de mis hermanos. Ofréceme un corazón tierno, capaz de amar sin distinción.  Padre nuestro, deposito en tu protección mi descanso  y el de todos mis amigos y seres queridos.  Coloco en tus manos nuestra tierra, nuestras ciudades, nuestro mundo tan azotado por la violencia, por las catástrofes, por las guerras y por las injusticias... Ilumina, Señor, la mente y el corazón  de los poderosos de la tierra. Que siempre pueda, por tu gracia,  abrir las manos para compartir  lo que soy y lo que tengo y con tu ayuda pueda ver aparecer  la aurora de un mundo nuevo.


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