Lectio Divina viernes 24 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Samuel 7,1-5.8-12; Salmo 83; Lucas 1, 67-79
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
NOS VISITARÁ EL SOL QUE NACE DE LO ALTO
Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD. La Navidad debe recordarnos hoy que pese a las malas experiencias históricas, a todas las malas noticias que hemos tenido últimamente, la utopía se mantiene, y se mantiene la esperanza. Sólo con saber que ya está en camino el precursor, Zacarías prorrumpe en agradecimiento gozoso y da ya por hecho lo que todavía está por venir: porque ha visitado y redimido a su pueblo. "Esta noche es nochebuena... y mañana Navidad". Estamos en el día y la noche del año en que más desahogamos nuestra ternura. Las familias se reúnen, los recuerdos nos unen a los que tenemos más lejos... Hoy sacamos al niño que todos llevamos dentro y le dejamos manifestarse, dar y recibir ternura y amor, sin miedos, sin la inhibición con que habitualmente lo reprimimos. Hoy, en lo más central de la Navidad , está permitido ser niño y despedir temporalmente a nuestro adulto... No todo el año va a ser así... Volverán los días "normales", con los códigos de conducta "normal". Hoy, y todos estos días de Navidad, son una excepción: aprovechémosla. Demos rienda suelta al corazón y experimentemos aunque sea brevemente cómo sería un mundo utópicamente lleno de ternura. Navidad no deja de ser una utopía...
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El Benedictus o canto de Zacarías, quien, recuperando el habla, bendice a Dios por el cumplimiento de sus promesas. Signo de esa fidelidad divina es el nacimiento de Juan, su hijo, el precursor del Mesías. En el canto de Zacarías tenemos otra espléndida composición literaria del evangelista Lucas. Como el Magnificat, el Benedictus es un mosaico de citas y alusiones del viejo testamento que hacen eco a la espera y esperanza del pueblo israelita; los biblistas cuentan hasta dieciocho referencias. La primera parte del Benedictus es un himno de bendición y acción de gracias a Dios, y la segunda es una visión esperanzadora del futuro, gracias a la intervención del precursor, que abre paso al Mesías ya inminente.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
El Salmo 88 dice “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”. Y así hace Zacarías. Bendice al Señor, porque ha “visitado” a su pueblo: en los patriarcas, en los profetas, en los sabios, en las mujeres y en los hombres de las distintas generaciones… con sus virtudes y sus pecados… Y al visitarles, les ha “redimido” dándoles una “fuerza de salvación”, al ser un pueblo que ha de mediar esa salvación para otros, viviendo en Alianza con el Creador y devolviéndole en gratuidad lo que él les dio gratuitamente. Y cuando llegó el momento culminante de la historia, hay alguien que prepara la venida del Señor preparando sus caminos… porque se acerca la luz que guiará nuestros pasos por la justicia y la paz…
Anteayer era María. Hoy es Zacarías. ¿Te atreverías tú a hacer un canto al Señor por la Alianza que mantiene con la humanidad? Para no ser ingenuos, no habrá que esconder las sombras, las dificultades, los conflictos… Y para no ser incrédulos, habrá que resaltar la gran cadena de hombres y mujeres que, dejando a Dios ser Dios en su vida, han sacado lo mejor de sí y han extendido su luz en nuestro mundo: su misericordia. Algunos pueden ser muy cercanos a ti. Es bueno que tal canto termine en esperanza, como el cántico de Zacarías: “nos visitará el sol que nace de lo alto…”. Dios sigue siendo contemporáneo a cada generación. Y cada generación sigue siendo llamada a preparar sus caminos. A los creyentes nos toca vivir esa Alianza y despejar los obstáculos, para que otros la puedan vivir. ¿Te apuntas a esta bella misión? Un hermoso deseo, a las puertas de la Navidad.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
La promesa hecha por el Señor se cumplía finalmente con el nacimiento de Jesús… Dios liberaría a su pueblo, nada menos que por medio de su propio Hijo. ¿Fue finalmente cumplida la promesa? Era el principio del cumplimiento. Todos los elementos estaban allí presentes para hacerla real y efectiva, excepto el pueblo que tendría que ponerla en práctica. Porque Dios nos creó libres, y eso significa que confía en nosotros, en nuestra aceptación y colaboración, en nuestro amor como respuesta a su amor. Tenemos que facilitar a Dios el que pueda hacer que se hagan realidad entre nosotros su paz y amor. Con y por medio de Jesús. Por eso Jesús vino a nosotros como uno de nosotros. “Aquí estoy, humano como ustedes. Mírenme y vean cómo se deben hacer las cosas. Háganlas conmigo. Yo estoy y permanezco con ustedes para darles fuerza. Vengan, comencemos. ¡Ahora ya!
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, Dios de amor y de poder: Tú cumpliste tu promesa para salvarnos cuando Jesús, tu Hijo, se hizo uno de nosotros. Ya no estamos por más tiempo en oscuridad, porque tú designaste que la luz brillara sobre nosotros. Tráenos ahora, como don, tu salvación; líbranos realmente de nuestros pecados; que lleguemos a ser plenamente humanos con Jesús y vayamos con él por tu camino de paz y de amor. Que él sea nuestra fortaleza, nuestro compañero constante en el camino, para que por medio de él, y creciendo en su humanidad, seamos tus hijas e hijos queridos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Por la gente que se muestra dura, inflexible y exigente, para que Dios les haga -y nos haga a todos- sensibles a los demás, tolerantes y compasivo. Por los que, especialmente en estos días de Navidad, se sienten solos y con miedo a la vida, para que nosotros, hermanos y hermanas suyos en el Señor, les llevemos cariño, apoyo y ayuda eficaz. Por los que sienten un hondo y deprimente vacío en sus vidas, para que puedan encontrar al Señor y aprender de él cómo el amor y el servicio a los demás les pueden liberar y enriquecer. Por todo esto encendamos: “Las velas de navidad”
Ni las velas serán velas: ni las estrellas buenas guías; ni la alegría, alegría; ni la noche, Nochebuena si te cansas de esperar.
Para que hoy sea Navidad, y mañana lo sea también, olvida pactos y treguas, haz coronas de laurel y no te canses de amar.
Vamos a encender velas para alumbrar y calentar los corazones y la ciudad (no sólo arde la cera), a ver si así fermentan los sueños y deseos buenos en flores y semillas vivas; a ver si así se transforman los hombres y mujeres en familias e iglesias unidas; a ver si así se desvela la pobre y lejana paz que da con el hombre en tierra, con el hombre y su buena voluntad, para que hoy sea Navidad, y mañana lo sea un poco más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario