martes, 14 de diciembre de 2010

Lectio Divina lunes 13 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Números 24,2-7.15-17; Salmo 24;  Mateo 21, 23-27

¿CON QUÉ AUTORIDAD HACES ESTO?



Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: -« ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?» Jesús les replicó: «Les voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestan, les diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» Ellos se pusieron a deliberar: - «Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le han creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y respondieron a Jesús: «No sabemos.» Él, por su parte, les dijo:- «Pues tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto.»


2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo preguntan por la autoridad de Jesús y actúan por envidia al ver a Jesús enseñar en el templo. Jesús se enfrenta directamente al judaísmo oficial y se niega a dar una respuesta a una pregunta, sabiendo que una palabra no podía convencer a quienes se han opuesto a todo su ministerio con una actitud incrédula y negativa. Ellos lo ponían a prueba y buscaban una oportunidad para condenarlo. El tema central es el de la autoridad: el pueblo, al escuchar a Jesús, le reconoce su autoridad, aunque no saben que es el Hijo de Dios.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
¿Por qué habrá gente que no cree? ¿Por qué habrá personas que antes de preguntarse qué han de hacer, se cuestionan porqué los otros hacen lo que hacen? Todo va muy unido. El egoísmo cierra las puertas a la fe. Veamos en el Evangelio de hoy.
Quienes tienen autoridad le preguntan a Jesús con qué autoridad hace lo que hace. Los Sumos Sacerdotes, los Ancianos, cuestionan la autoridad de Jesús. El motivo ciertamente era muy serio: Jesús había tomado posesión del Templo, expulsando a los vendedores, paralizando el culto y denunciando haber convertido la casa de Dios en cueva de bandidos. Las autoridades le preguntan entonces porqué ha actuado así. Jesús no responde. Su contrarréplica consiste en preguntarles a su vez si el bautismo de Juan era cosa de Dios o no. Les pregunta porqué no creyeron en la actuación de Dios en Juan el Bautista. Es como decir: si no creyeron en Juan, mucho menos van a creer en mí.
La respuesta de los Sumos Sacerdotes y los Ancianos a la pregunta de Jesús es muy diplomática: ¡no quieren ensuciarse las manos! Por eso, responden sin implicarse en nada: ¡no sabemos! Entonces Jesús, renuncia a darles a entender el sentido profundo de lo que ha hecho. 
Hay personas totalmente incapacitadas para entender lo que Dios quiere, para discernir su voluntad. Cuando en lugar de preguntarnos ¿qué he de hacer yo? preguntamos a los demás porqué hacen lo que hacen, cuando en lugar de meternos con nuestra propia vida, nos metemos con la vida de los demás… es entonces cuando nos volvemos incapaces de entender lo que Dios quiere.
¡Hágase tu voluntad, Padre! Es nuestra oración diaria. Qué importante es tener lo ojos abiertos y la sensibilidad dispuesta para entender y comprometernos con las cosas de Dios.
Por otra parte, el camino para llegar a la Gran Fe, es demostrar la fe en las cosas pequeñas. Para creer en Jesús que es lo más, es preciso creer antes en Juan, que es lo menos.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Me gusta verte así, Señor Jesús, como una persona enérgica, que no se deja intimidar, una persona que contra-ataca. Esta era a menudo tu táctica: en vez de contestar, hacías otra pregunta. ¿Acepto yo también dejarme interpelar? ¿Soy de los que pasan su tiempo haciendo preguntas a Dios, como si yo fuera el centro del mundo y Dios debiera estar a mi servicio? o bien ¿me dejo contestar por Dios? La primera actitud, frente a la opción "Jesús", es la disponibilidad: aceptar que él dirija el juego en mi vida. ¿Qué pregunta vas a hacernos, Señor?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 24
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Vemos en el evangelio como los fariseos le quieren poner trampas a Jesús… Pero reflexionemos hoy cómo también nosotros, a veces “inocentemente” le ponemos trampas también, haciendo en su honor nacimientos cada vez más costosos sin que siquiera nos conmueva la situación de tantas personas que están pasando trabajo… Hagamos: “Un nacimiento diferente”
Este año pondré un nacimiento diferente, sin ángeles, sin pastores, sin reyes, porque en mi pueblo ya casi no existen, y niños y adultos no entienden que estén contigo sólo los que no se ven en la calle. En su lugar pondré figuras del presente.
·         Un desempleado, víctima de las multinacionales  y de los despidos por cambios de gobierno, con las manos callosas y arrugas en la frente. Tiene vergüenza y duele verle.
·         Un emigrante, sin patria, sin hogar ni papeles, de color, con olor y hambre. Quizá esta noche lo acoja alguien.
·         Una prostituta, con mirada triste y ternura palpitante, usada y juzgada por casi toda la gente. Quizá esta noche encuentre su dignidad.
·         Un drogadicto, aferrado a sus viajes y estrellas artificiales porque en la tierra no tiene presente. Quizá esta noche vea la estrella de su vida.
·         Un preso, de los de siempre, sin causa ni gloria, al margen de la sociedad y con barrotes. Quizá esta noche le llegue una ráfaga de aire libre.
·         Un enfermo de sida, separado, aislado como una peste, tumbado en el lecho sin futuro y casi sin presente. Quizá esta noche alguien se acerque a él y le bese.
·         Ya sé que no están todos; pero si me atrevo a ponerme yo, y no me olvido de colocarte a Ti, este Nacimiento no será de Herodes.

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