jueves, 23 de diciembre de 2010

Lectio Divina jueves 23 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Malaquías 3,1-4.23-24; Salmo 24;  Lucas 1, 57-66

Y LA MANO DEL SEÑOR ESTABA CON ÉL



A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:   «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: - «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: - «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.


2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Lucas narra el nacimiento de Juan (que quiere decir: “Dios es favorable”) en una familia sacerdotal. Sólo en el momento de la circuncisión y de la imposición del nombre, Zacarías vuelve a hablar. El que no creía en la promesa de Dios, ahora la conoce ante su realización. El niño nace de una mujer estéril, es don de Dios y está llamado a llevar a cabo una misión en el pueblo de Dios: ser el profeta precursor del Mesías; ser el que allanará sus caminos, llamará a la conversión y nos presentará al esperado.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
En las vísperas de la Navidad, la Palabra nos cuenta el nacimiento de otro niño: Juan, quien será el Bautista. Su familia, reunida en torno a él, se hace una pregunta: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Como toda vida que surge, todo el futuro está abierto, todas las posibilidades están intactas, todos los horizontes son posibles…

Cada día, el Dios de la vida pone el mundo en nuestras manos. Como una nueva criatura. Y sería bueno que nos preguntásemos: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Es verdad que hay un pasado que condiciona y un presente con sus limitaciones. Pero Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas. Apoyados en él, estamos llamados a hacer crecer las semillas de vida, de fe, de comunidad, de misión, que él ha sembrado en nosotros.
Sería bueno también que nuestro mundo se preguntase con más responsabilidad “¿qué va a ser de estos niños que hoy están naciendo?”. Porque la vida de las futuras generaciones está, de alguna manera, en nuestras manos. Forjar un mundo donde la vida sea posible y se pueda desarrollar como Dios la sueña es un reto para el presente y para el futuro. El Dios “amigo de la vida” nos invita a preguntarnos… y a responder.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Todos decían: "La mano del Señor está con él"
Una bella imagen. "La mano de Dios." La mano de un hombre, ¡es algo hermoso! Es lo que le permite actuar, ayudar, acariciar, trabajar. Hay en Dios algo que corresponde a la mano. Que tu mano, sí, tu mano, Señor, esté con nosotros.


4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 24
Levántense, alcen la cabeza: se acerca la liberación de ustedes”
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Dice el Evangelio que a Zacarías se le soltó la boca y la lengua y empezó a bendecir a Dios… Que este tiempo tan propicio sea ocasión para que también a nosotros se nos suelte la boca y la lengua y empecemos a bendecir y a proclamar las maravillas de Dios: Para anunciar la navidad”

Éste es el tiempo de Dios-con-nosotros, del calor en el corazón y en los hogares y de la ternura desbordada.

Es el tiempo de la infancia recobrada, de la madurez adulta y de las promesas cumplidas. ¡Tiempo del misterio encarnado!

Es tiempo de cartas y abrazos, de encuentros y familias unidas, de treguas y años nuevos.

Pero es un tiempo de temporada: nos invita a juntarnos, para salir a las calles, plazas y mercados; a manifestarnos, a ser epifanía.

Es tiempo de paz y alegría, de murallas abiertas y estrellas luminosas; de lloros, despojos y vida desvalida.

Es también nuestro tiempo, el tiempo de todos, sin excluidos, pues todos somos hijos, hijas.

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