Lectio Divina viernes 10 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Isaías 48, 17-19; Salmo 1; Mateo 11, 16-19
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
Jesús dijo a la gente: - «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no han bailado; hemos cantado lamentaciones, y no han llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio. " Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Ahí tienen a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La parábola tiene su punto de apoyo en el mundo infantil. Entre los niños ocurre con frecuencia no ponerse de acuerdo en sus juegos. Unos quieren jugar a una cosa, otros a otra. El capricho y la terquedad de los niños en sus juegos es el punto esencial de referencia en la parábola. Inmediatamente se pasa a la aplicación de la misma: así es esta generación. Y cuando Jesús utiliza la palabra "generación" lo hace ordinariamente en sentido peyorativo de censura descorazonada, de reprensión infructuosa e inútil. Jesús retrata en la parábola al pueblo judío que le ha negado la fe. Y de modo especial a los dirigentes cualificados del pueblo, a los especialistas cualificados de la ley. Ellos son los más directamente responsables.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Si algo tiene Dios, es paciencia. Espera siempre, sin condiciones, sin límites. Y respeta, también. Te ofrece un camino de salvación, o sea, de alegría, temporal y eterna, y hay que gente que dice que le dejen en paz, “que en el infierno no estoy tan mal”. En el fondo, es cuestión de elección. Algunos eligen estar siempre en contra (en las elecciones rusas, antes había una opción que era contra todos. La quitaron, porque sacaba muchos votos…)
A la hora de elegir, tenemos que tener presente a nuestro Dios. Él no es como un niño, que se enfada si los demás niños no juegan como Él quiere, ni llora, ni patalea… Dios no es caprichoso, como pasa a veces con los niños. Y quizá hoy nos pide que no seamos tampoco nosotros caprichosos, que no pensemos que lo sabemos todo, que sabemos lo que tenemos que hacer, sin preguntarle a nadie (ni a Él).
¿Estamos dispuestos, en todos los acontecimientos de la vida, a escuchar a nuestro Padre bueno? ¿Confiamos en Él? ¿Nos fiamos de Dios? (Aunque eso suponga dejarlo todo, cambiar de estilo de vida, renunciar a alguna cosilla…) ¿Rezamos para que se abra nuestra mente, o rezamos para conseguir la recompensa que nos merecemos?
Seguramente, nosotros le diríamos a Dios que no somos de esos caprichosos. Pero con la mano en el corazón, ¿no le pedimos a veces que se haga “nuestra santa” voluntad? Y que se haga “ahora”. Es el momento de pensar en esto, de confiar en Él, de darle sitio en nuestra vida, a la hora de actuar.
Confiar no es fácil. Pero Dios busca lo mejor para nosotros, a pesar de todo. Aunque nos cueste verlo, y no sepamos como entenderlo.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
"Esto no es serio" parece decir Jesús ¿No somos quizá también nosotros gente caprichosa? ¿Tenemos el sentido de nuestras responsabilidades? ¿Somos adultos? ¿Capaces de perseverar? En este tiempo de Adviento ¿"mantenemos" las resoluciones tomadas? o bien ¿nos dejamos llevar por deseos caprichosos del momento? ¿Hemos conseguido una cierta firmeza en nuestras decisiones? o bien ¿capitulamos dando paso a posturas infantiles, pasajeras?
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Con demasiada frecuencia nos hacemos sordos a tu voz
y a la presencia de tu Hijo en medio de nosotros, su pueblo. Inspíranos por tus profetas y tu Espíritu para comprender que justamente ahora es el momento de cambiar y de comprometernos al estilo de vida y a la justicia exigida por el reino. Ayúdanos a hacer ver y comprender a la gente que tu Hijo vive en medio de nosotros y que él es nuestro Dios y Señor por los siglos de los siglos. Amén.
y a la presencia de tu Hijo en medio de nosotros, su pueblo. Inspíranos por tus profetas y tu Espíritu para comprender que justamente ahora es el momento de cambiar y de comprometernos al estilo de vida y a la justicia exigida por el reino. Ayúdanos a hacer ver y comprender a la gente que tu Hijo vive en medio de nosotros y que él es nuestro Dios y Señor por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
“Los hechos dan razón de la sabiduría de Dios” dice hoy el evangelio. Las cosas no son como las queremos sino como deben ser: Dios no sólo quiere lo mejor para ti y para mí, sino que quiere lo mejor para todos sus hijos. “LE PEDÍ A DIOS”
Le pedí a Dios estar en primera fila... Él me colocó en el último lugar para que conociera la paciencia y la humildad.
Le pedí ser el centro del mundo... Él me enseñó que la vanidad me aparta del centro de cualquier cosa. Le pedí fama y gloria...
Él me concedió sencillez y comprensión para que mi ego no fuera a herir a los demás.
Le pedí a Dios un auto que viajara veloz... Él me concedió un paso firme por el sendero correcto para que no atropellara mis sentimientos.
Le pedí tener una mansión pero... Él me dio una pequeña casa llena de ternura y amor.
Le pedí poseer dinero para tener muchos amigos pero... Él me concedió algo mejor: me ofreció Su amistad no a cambio de mi dinero sino de mi sinceridad.
Le Pedí a Dios poseer mucha belleza y sin embargo... Él me dio sensibilidad y belleza espiritual para que no me sintiera más que los demás.
Le pedí a Dios ser siempre feliz, pero... Él me hizo conocer la tristeza para que comprendiera que la vida no sólo esta compuesta de cosas bellas y para que tuviera compasión por el sufrimiento de los demás.
Le pedí un carácter fuerte pero...
Él me concedió un corazón blando y un carácter pasivo para que pudiera amar y ayudar a los demás.
Le pedí tener el mundo a mis pies pero... Él me hizo comprender que es mejor tener amigos en el corazón.
Por todo eso Dios mío... nunca me concedas todo lo que te pido... concédeme lo que hasta hoy he tenido la dicha de poseer.
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