viernes, 17 de diciembre de 2010

Lectio Divina miércoles 15 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Isaías 45,6-25; Salmo 84; Lucas 7,19-23Le


¿ERES TÚ O ESPERAMOS A OTRO?



Del Evangelio según san Lucas 7, 19-23
Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?" Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: "Juan, el Bautista nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"" Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: "Vayan a anunciar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí."

VEAMOS NUESTRA REALIDAD
En el mundo de hoy son muchos los que siguen en actitud de búsqueda, formulando, más o menos conscientemente, la misma pregunta: «¿eres tú o esperamos a otro?, ¿de dónde nos vendrá la felicidad, el pleno sentido de la vida? ¿de la Iglesia, de las ideologías, de las instituciones, de las religiones orientales, de las sectas, de los estimulantes? Porque no vemos que vayan reinando la justicia y la paz en este mundo». Nuestra respuesta debería ser tan concreta como la de Jesús, y en la misma dirección. Sólo puede ser evangelizadora una comunidad cristiana que cura, que atiende, que infunde paz y esperanza, que libera, que se muestra llena de misericordia. La credibilidad de la Iglesia, y de cada uno de nosotros, se consigue sólo si hacemos el bien a nuestro alrededor. Como en el caso de Jesús, de quien se pudo decir que «pasó haciendo el bien».

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El evangelio de hoy nos presenta la versión de Lucas de la embajada de Juan a Jesús para confirmar sus inquietudes, acerca de su mesianismo. Pero, ¿por qué Juan tiene que confirmar esta identidad? Es que Juan también es hijo de su época, y en ese sentido sus expectativas mesiánicas participan también de aquellas ideas que se habían ido formando en torno a la llegada del Mesías. Nadie se esperaba que el Mesías llegara de una forma tan silenciosa y “normal”. Además, muchos habían dado voces de alarma haciéndose pasar por mesías. Probablemente Juan había querido tener noticias sobre hechos apoteósicos en torno a la figura de Jesús. Por eso hay desconcierto; Juan ha tenido noticias sobre la actuación de Jesús, sus palabras y signos, pero nada que tuviera que ver con la forma como era esperado.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Hoy, cuando vemos que en nuestra vida no sabemos qué hemos de esperar, cuando a veces perdemos la ilusión porque no nos atrevemos a mirar más allá de nuestras deficiencias, cuando estamos alegres por ser fieles a Jesucristo y, a la vez, inquietos o lánguidos por no saborear los frutos de nuestra misión, el Señor quiere que nos preguntemos como Juan Bautista: « ¿Debemos esperar a otro?».
Está claro, el Señor es “listo”, y quiere aprovechar esta incertidumbre —por cierto, de lo más normal— para que hagamos examen de toda nuestra vida, veamos nuestras deficiencias, nuestros esfuerzos, nuestras enfermedades... y, así, nos reafirmemos en nuestra fe y multipliquemos “infinitamente” nuestra esperanza.
El Señor no tiene límites a la hora de cumplir su misión: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios...». ¿Dónde tengo puesta mi esperanza? ¿Dónde tengo situada mi alegría? Porque la esperanza está íntimamente relacionada con la alegría interior. El cristiano, como es natural, ha de vivir como una persona normal de la calle, pero siempre con los ojos puestos en Cristo, que no falla nunca. Un cristiano no puede vivir su vida al margen de la de Cristo y de su Evangelio. Centremos nuestra mirada en Él, que todo lo puede, absolutamente todo, y no pongamos límites a nuestra esperanza. «En Él encontrarás mucho más de lo que puedes desear o pedir» (San Juan de la Cruz).

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Les respondió, pues, diciendo: "Vayan y cuenten a Juan las cosas que han visto y oído..."
Jesús, no ha comenzado por contestar; ha comenzado por actuar. Me paro a contemplar esta actitud. Jesús no tiene prisa en aportar argumentos, en discutir, en demostrar intelectualmente. Silenciosamente, "pasa haciendo el bien", "potente en la acción... en la palabra" (Hechos 10, 38). Procuro imaginar a Jesús en medio de estos enfermos, tratando de hacerles bien... sus gestos, las breves palabras que les dirige.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 24
Señor y Dios nuestro: Con tu preocupación por la gente, quieres que todos se salven.
Te pedimos hoy  que estemos listos para recibirte  a ti,a tu justicia y tu paz, y que seamos en tus manos instrumentos entusiastas para compartir tu integridad y tu amor
con todos los que quieran escuchar. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: “Y a los pobres se les anuncia el Evangelio”… Todos nos estamos lamentando de los últimos acontecimientos tristes donde tantos hermanos nuestros están pasando mucho trabajo con estas inundaciones… Una oportunidad que nos regala el cielo para hacer NAVIDAD… Aprovechémosla y seamos para ellos: “Buena noticia”

¿Y si tú fueras mi hijo/a a quien amo con pasión, a quien encarné y envié como Buena Noticia para sus hermanos?
Mira mi corazón de Padre que no miente, que sangra por amar a tope. ¿Crees que es un juego  el que confiese mi espera en ti para ser Buena Noticia entre tus hermanos?
Hablo siendo Padre y teniendo un Hijo que me complace, que es tu hermano, al que festejan todos los años. Pero… ¿no sabes cómo fue Buena Noticia para sus hermanos, tus hermanos?
Sí, creo en ti. Y afirmo que hay Navidad. ¡Cómo no va a haber  si tratan de hacerse ricos  haciendo pobres! ¡Cómo no va a haber  si han trivializado su suerte  y nada los complace!
Abrí el cielo para siempre, y mis ojos ya no pueden apartarse de esta tierra, de ustedes y mía, en la que tantos y tantos sufren, y miran y esperan sin saber dónde. ¿No ves cómo anhelan la Buena Noticia  tantos y tantos hombres y mujeres, tus hermanos, siempre?
Quiero que comprendas y goces. El misterio no es oscuridad,
sino hondura de amor y vida. Esto es la Navidad. ¡No la tergiverses!
¿Te pido un imposible al querer que cambies, que seas persona nueva,
que nazcas a la vida, tuya y de tus hermanos?
 Y quiero que los ángeles nuevamente canten: “Paz en la tierra. Hoy les ha nacido un salvador. Alégrense. ¡Gloria a Dios!” Es letra mía y espero  que le pongas música para tus hermanos.
Ya sé que no puedo pedirte nada, que eres libre… ¡Naciste de mis entrañas y llevas mi sello y mi sangre! Pero no me pidas que renuncie a ser Padre, a dar vida, a regalar Buena Noticia, libremente,  a ti y a tus hermanos.

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