viernes, 17 de diciembre de 2010

Lectio Divina martes 14 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Sofonías 3,1-2.9-13; Salmo 33; Mateo 21, 28-32


¿QUÉ LES PARECE?



Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a ancianos del pueblo: - «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." El le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?» Contestaron: - «El primero.» Jesús les dijo-. - «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, ustedes no recapacitaron ni le creyeron.»


2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En este relato es Jesús quien inicia el diálogo con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo con una pregunta, breve y elemental: “¿Qué les parece?”. Es una pregunta que introduce en el diálogo la clave de discernimiento. Jesús es maestro consumado en el arte de profundizar. Pregunta, hace pensar y, luego, invita a expresarse. De esa manera muestra que la verdad está al alcance de todos, incluidos aquellos que de entrada se protegen de su mensaje. La verdad no es patrimonio exclusivo de nadie, sino lugar de coincidencias y de encuentros. Estos dos tipos de hijos que presenta Jesús nos sitúan en la perspectiva del adviento. El Reino puede ser preparado desde dos actitudes ante el futuro: desde una vida de deseos, apariencias y sublimes palabras que no termina por cumplir el querer del Padre o desde la contundencia insobornable de los hechos, que no necesita de la coherencia verbal para validarse.


b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Este es ciertamente uno de los pasajes más desconcertantes e hirientes. Para el creyente piadoso resultan un tanto contradictorias las palabras de Jesús. Perfectamente le pueden nacer inquietudes como éstas: ¿acaso un proscrito o una mujer de mala vida puede ir delante de las personas que siempre han sido religiosas? Esta misma pregunta se hicieron los contemporáneos de Jesús al ver cómo el Maestro se codeaba con la más baja ralea de la sociedad.
En nuestros esquemas mentales, que no difieren mucho de los de los contemporáneos de Jesús, no cabe otro orden que el establecido por las instancias sociales reconocidas por un Estado, una religión y cierto conjunto de costumbres. Más allá de estos parámetros, lo que aparezca está por fuera de la ley y es despreciable. Pues bien, Jesús se saltó todas esas instancias y mediaciones con su enseñanza y conducta.
Lo que Jesús hizo con los proscritos, los marginados y los despreciados no nació de una ocurrencia irreverente. La conducta de Jesús fue fruto de su fe, de su especial relación con Dios como Padre. El comprendió rápidamente que la ordenación del mundo, tal como estaba en su momento, no correspondía a un ideal divino sino que era fruto del capricho humano. Y, además, que era necesario saltarse las instancias institucionales para favorecer a los seres humanos relegados por las estructuras discriminadoras injustas. Por su fe en el ser humano y en Dios desafió a las autoridades y defendió el derecho de los pobres y los discriminados.
Lo que dijo de las prostitutas y los pecadores (que "los precederán en el Reino de los cielos") se refería a la condición de estas personas que, en medio de sus inmensas limitaciones, son capaces de vivir valores del Reino que la sociedad tan rígidamente organizada no está en condiciones de asumir.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Este evangelio de hoy nos hace reflexionar sobre lo siguiente: La Iglesia, el pueblo de Dios, necesita renovarse constantemente para que sus miembros puedan llegar a ser más semejantes a Jesús. Tenemos que compartir más con los pobres entre nosotros, y tratarlos mejor como personas humanas. Y, conscientes de la pobreza de nuestros corazones, debemos volvernos menos pretenciosos y más abiertos a Cristo.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tú estás cercano  a los pobres y a los pecadores arrepentidos.
No permitas que seamos soberbios y por tanto que no confiemos en nosotros mismos, sino enséñanos más bien a ser humildes y sencillos,  de forma que reconozcamos nuestras limitaciones y nos abramos a ti y a tu venida a nosotrospor medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Los pecadores que reconocen su pobreza quizás están más abiertos a Dios que los que se jactan de ser rectos y santos. Esto lo hemos comprobado todos, pero no hay quien nos haga entender… Por eso Jesús nos vuelve a decir: ¿Qué les parece? Por eso también agrega: aún después de ver esto (o sea las acciones de justicia de Juan el Bautista) ustedes ni recapacitaron ni le creyeron.

¡QUÉ RARO SE NOS HACE!
Una vez más tienes, junto a ti,  gratis,  la Navidad. Como otros muchos años desde que eres consciente Él pasará, junto a ti, tal como es, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!

Llamará a tu puerta con suavidad -o inoportunamente- como otros muchos años, esperando oír tu voz, voz de trabajo o calle, de alegría o dolor, fuerte o suave, la tuya, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!

No te pedirá nada, que aunque lo quiere todo, lo quiere gratis, ¿entiendes? Manía extraña de quien ama a tope y lo da todo sin asustarse. ¡Qué raro se nos hace!

Navidad para ti, si sueñas y compartes, si caminas y te encarnas, como Él, junto a los que nada tienen. Navidad para ti, si amas amándole a tope a quienes tú bien sabes.

Navidad para ti, si todavía te atreves, como los primeros creyentes, a decir cada día: “No te hagas esperar. ¡Maranatha!”



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