viernes, 31 de diciembre de 2010

Lectio Divina jueves 30 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1 Juan 2,12-17; Salmo 95; Lucas 2,36-40

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



Primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17
Les escribo a ustedes, hijos míos, porque se les han perdonado sus pecados por su nombre. Les escribo a ustedes, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al Maligno. Les he escrito a ustedes, hijos míos, porque conocen al Padre. Les he escrito, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, los jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno. No amen al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones del hombre terreno, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Del Evangelio según san Lucas 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La carta de Juan elabora lo referente al mandamiento del amor. Con demasiada facilidad, como dice San Juan, perdemos nuestro corazón entregándolo al mundo; seguimos sus maneras mundanas de pensar y de obrar. Pidamos al Señor que nos perdone. Ana es una mujer excluida por ser mujer, por ser viuda y por ser anciana; y como Simeón había perseverado muchos años esperando al Salvador para conocerlo antes de morir. Ella sabe leer los signos de los tiempos descubriendo la acción de Dios en la historia, en la realidad cotidiana. Jesús es el Mesías esperado, el anhelado por muchos que están en condiciones de pobreza, para que surja un orden social. La palabra de Dios se ha hecho carne para satisfacer la esperanza de un pueblo oprimido por dimensiones políticas, económicas, culturales y religiosas. Con la profetisa y anciana Ana, expresemos nuestra gratitud al Señor nuestro Dios por nuestra liberación, y alabémosle de todo corazón. 

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
 “No amen al mundo ni lo que hay en el mundo.” No se trata del mundo en cuanto creación de Dios "...vio que todo era bueno". Tampoco se trata del mundo que los hombres van construyendo puesto que Dios encomendó la creación al dominio del hombre.

El mundo del que se exige una lejanía al cristiano es el símbolo de todo aquello que excluye a Dios. Siempre que una realidad humana se autoafirme absolutamente excluyendo a Dios y sus exigencias, entonces la palabra "mundo" se opone a "Reino de Dios". Porque lo que hay en el mundo -las pasiones del hombre terreno y la codicia de los ojos y la arrogancia del dinero- eso no procede del Padre, sino que procede del mundo:
-la apetencia de placeres para el cuerpo,
-la apetencia excesiva de bienes terrenos, sobre los cuales piensa el hombre edificar su vida dándole seguridad,
-y la arrogancia del dinero, es el corazón prisionero de las riquezas y cerrado para los hermanos: el desprecio práctico de Dios y de los hombres.

La anciana Ana es otro testimonio entrañable en el ámbito de la Navidad. Además de Esteban, Juan, los Inocentes, el anciano Simeón, los pastores, los magos, y sobre todo José y María, ahora es esta buena mujer, sencilla, de pueblo, que desde hace tantos años sirve en el Templo, y que ha sabido reconocer la presencia del Mesías y da gracias a Dios, y después habla del Niño a todos los que la quieren escuchar.

Ana no prorrumpe en cánticos tan acertados como los de Zacarías o Simeón. Ella habla del Niño y da gloria a Dios. Es «vidente» en el sentido de que tiene la vista de la fe, y ve las cosas desde los ojos de Dios. Es una mujer sencilla, viuda desde hace muchos años. Y nos da ejemplo de fidelidad y de amor.

En lo sencillo y lo cotidiano anda Dios. Como también sucedió en los años de la infancia y juventud de Jesús. El evangelio de hoy termina diciendo que su familia vuelve a Nazaret, y allí «el niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba». Los vecinos no notaban nada. Sólo José y María sabían del misterio. Pero Dios ya estaba entre nosotros y actuaba.

En el seno de una familia, cuánto bien pueden hacer los abuelos, los padres, los hermanos, comunicando actitudes de fe y fidelidad. Siempre que en nuestra vida hacemos opción por Cristo y renunciamos a los contravalores de este mundo, estamos ayudando a los que nos rodean a sentirse también ellos llamados a una mayor fidelidad a su fe. No hace falta que les dediquemos discursos: nos lo verán en nuestro estilo de vida.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Ahora bien, el mundo con sus deseos desaparecerá; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
¡Todo lo solamente humano... pasa! es frágil, transitorio, efímero. Todo lo que tiene fin es corto. Sólo Dios permanece. Uniendo mi vida a la tuya. Señor, ligo mi destino a tu vida eterna.  ¿Estoy descubriendo la acción de Dios en los signos de los tiempos? ¿En qué rostros estoy reconociendo la llegada de Jesús? ¿Con qué hechos concretos le estoy recibiendo?, y ¿cuáles son mis compromisos reales?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre todopoderoso: Tú inspiras a gente humilde y fiel a reconocer a tu Hijo y a acogerlo como el Salvador que trajo libertad y vida a su pueblo. Que nosotros también reconozcamos y acojamos a Jesús en todo lo que es pequeño y humilde y, con él y como él,  crezcamos en sabiduría y gracia hasta la madurez que tú sueñas para tus hijos e hijas, de modo que alcancemos  la estatura plena de Jesús. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Palabra de hoy nos advierte sobre el mundo y sus pasiones y de la necesidad de crecer con Dios para tener sabiduría y crecer en gracia… Eso se logra empezando a hacer las cosas bien: Hoy”
Hoy me di un tiempo para pensar en la vida, en  MI VIDA. Decidí entonces que a partir del próximo amanecer voy a cambiar algunos detalles para ser cada  nuevo día un poquito más FELIZ.
Para comenzar, no voy a mirar para atrás. Lo que pasó, es pasado. Si erré, ahora no voy a poder corregirlo. Entonces ¿para qué remover lo que pasó?
Sí, reflexionar sobre esos errores para hacer de ellos un aprendizaje para “mi hoy”…
No todas las personas que amo retribuyen mis cariños como a mi me gustaría… ¿Y qué pasa…? Eso no lo deseo. Cambio yo…Cambio mi modo de verlas. Respeto su modo de ser.
¡¡¡Pero no pienses que voy a desistir de mis sueños!!! A partir del próximo amanecer voy a luchar para que ellos se cumplan, pero va a ser diferente.
No voy a volver a responsabilizar  a nadie por mi felicidad. ¡VOY A SER FELIZ…!!!
A partir del próximo amanecer voy a agradecer a Dios por todos los días, por darme fuerza para vivir, a pesar de mis problemas. Dejaré de sufrir por lo que no consigo tener, por lo que no oigo o no veo, o por el tiempo que no tengo. Tampoco sufriré más por anticipado, pensando siempre lo peor...
A partir del próximo amanecer, sólo voy a pensar en las cosas buenas que tengo.
Mis amigos y mi familia los voy a disfrutar para sonreír, cantar, para repartir felicidad.
Nunca más voy a sonreír sin ganas o decir palabras amorosas sólo porque creo que los demás quieren oírlas.
A partir del próximo amanecer voy a vivir mi vida SIN MIEDO A SER FELIZ y aprenderé a quererme cada día un poquito más.

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