jueves, 28 de octubre de 2010

Lectio divina. Miercoles 27 de octubre.

Lectio Divina miércoles 27 de octubre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Efesios 6,1-9; Salmo 144; Lucas 13, 22-30



Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esfuércense en entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, se quedarán fuera y llamarán a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él les replicará: "No sé quiénes son." Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él les replicará: "No sé quiénes son. Aléjense de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Miren: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
● Lucas 13,22: “Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.”. Más de una vez Lucas dice que Jesús está de camino hacia Jerusalén. En los diez capítulos que describen el viaje hasta Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén
● Lucas 13,23: A lo largo del camino hacia Jerusalén acontece de todo: informaciones sobre las masacres y los desastres (Lc 13,1-5), parábolas (Lc 13,6-9.18-21), discusiones (Lc 13,10-13) y, en el evangelio de hoy, preguntas de la gente: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?" ¡Siempre la misma pregunta alrededor de la salvación!
● Lucas 13,24-25: Jesús dice que la puerta es estrecha: " Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.”. En el Sermón de la Montaña Jesús sugiere que la entrada en el Reino tiene ocho puertas. Son las ocho categorías de personas de las bienaventuranzas: (a) pobres de espíritu, (b) mansos, (c) afligidos, (d) hambrientos y sedientos de justicia, (e) misericordiosos, (f) limpios de corazón, (g) constructores da paz y (h) perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). Lucas las reduce a cuatro: (a) pobres, (b) hambrientos, (c) tristes y (d) perseguidos (Lc 6,20-22). Solamente entran en el Reino los que pertenecen a una de estas categorías enumeradas en las bienaventuranzas.
● Lucas 13,26-28: Dios responde a los que llaman a la puerta: “No sé de dónde sois”. Pero ellos insisten y argumentan: ¡Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras! Trágico malentendido y falta total de conversión, de comprensión.
● Lucas 13,29-30: “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.”. Se trata de un gran cambio que se operó con la venida de Dios hasta nosotros en Jesús. La salvación es universal y no sólo del pueblo judío. Todos los pueblos tendrán acceso y podrán pasar por la puerta estrecha.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Aparece una persona, anónima, que con su pregunta deja ver que conoce tanto el texto del 4º libro de Esdras 8,1-3 (escrito en la segunda mitad del S.I dC) que dice: “Solamente pocas personas serán salvadas”, como también el pensamiento de los escribas: “Israel entero tendrá parte en el mundo futuro”, solamente algunos pecadores particularmente culpables serán excluidos (pensamiento recogido tardíamente en la Mishná, Sanhedrín 10,1). La contradicción de las dos corrientes de pensamientos parece estar detrás de la pregunta planteada ahora: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”

A la pregunta Jesús responde con una exhortación. A un planteamiento de tipo cuantitativo (el “pocos” implica cantidad) Jesús responde con otro de tipo cualitativo (“quienes” lo logran): “Luchen por entrar por la puerta estrecha...”

Jesús exhorta a sus interlocutores para que se esfuercen en tomar conciencia de las exigencias que implica seguirlo: capacidad de transformar la vida mediante el arrepentimiento y la reconciliación, total fidelidad a él y a su proyecto y optar por la puerta estrecha, por el camino de la salvación del ser humano. No basta realmente beber y comer ocasionalmente con Jesús; hay que compartir su vida y destino, cuyo símbolo es la comunión de la mesa con los humildes y sencillos.

Es decir, el reino de Dios es para Jesús un banquete donde todos nos reconozcamos como seres humanos con dignidad, con derechos y deberes; hombres y mujeres que vayan más allá de las fronteras del color, la raza, religión, color político o nación y que abran las puertas del reino a toda persona.

Indudablemente quienes no quieren compartir el proyecto y destino de Jesús, no participan de su banquete de justicia, la solidaridad y la salvación. Y es que la salvación no es un asunto de exclusión de los malos, los extranjeros, los huérfanos, las viudas, los pecadores, los ancianos y los niños. La salvación es una buena noticia para todos, y los más afligidos, excluidos y marginados tiene su lugar predilecto.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
La cosa se trata de ingresar al festín del Reino. Se exige pues adecuar nuestra práctica a lo que proclamamos en palabras y de esta forma, aunque venidos de lejos, participaremos de la salvación ofrecida por Jesús. ¿Vivimos nuestro compromiso de fe con sinceridad? o ¿Sólo nos conformamos con rezar, con dar culto al Señor mientras continuamos encadenados al pecado y a la manifestación de signos de muerte? El Señor quiere que no sólo le demos culto, que no sólo escuchemos su Palabra, sino que seamos obradores de bondad; que como Él pasemos haciendo el bien a todos.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Gracias, Padre nuestro, porque nos destinaste a ser imagen de Jesucristo, tu Hijo, de modo que él es el primogénito entre muchos hermanos. Él es también la puerta de entrada a la vida. Haznos entender, Señor, que su paso angosto no es moralismo intransigente, sino liberación necesaria antes que sea tarde y se cierre la puerta del Reino. Concédenos, Padre, responder a tu llamada, a nuestra vocación cristiana, con fidelidad plena. Que tu Espíritu vengan en ayuda de nuestra debilidad, pidiendo para nosotros lo que nos conviene. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Es cierto, la puerta es angosta y hay que esforzarse para entrar… pero una vez dentro… ¡qué rico! Por eso Jesús nos dice hoy: “Pasa, entra”

Una y otra vez, sin cansarte, cuando me acerco a tu puerta, me susurras:

Pasa, entra,  aquí hace menos frío que en la calle y hay leña para el fuego; ¡un poco de calor no viene mal!

Pasa, entra, aquí hay una canción que descansa y unas viandas para recuperar fuerzas; ¡te sentirás como en casa!

Pasa, entra, y siente que hay quien duda como tú y se levanta con la fuerza que le queda, ¡sin avergonzarse de su condición humana!

Pasa, entra, aquí hay brazos para abrazarte, labios para besarte y oídos para escucharte; ¡encontrarás lo que realmente te hace falta!...

Y yo, venciendo mis resistencias, con la cabeza baja, lleno de dudas y fantasmas, entro y salgo lleno de esperanza… ¡sin avergonzarme de haber escuchado tu Palabra!



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