Lectio Divina martes 19 de octubre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Efesios 2,12-22; Salmo 84; Lucas 12, 35-38
Dijo Jesús a sus discípulos: -«Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Ustedes estén como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; les aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
• Lucas 12,35: "Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”. Ceñirse significaba amarrar una tela o una cuerda alrededor del traje talar, para que no estorbara los movimientos del cuerpo. Estar ceñido significaba estar preparado, pronto para la acción inmediata. Las lámparas debían de estar encendidas, pues la vigilancia es tarea tanto para el día como para la noche. Sin luz no se anda en la oscuridad de la noche.
• Lucas 12,36: Para explicar lo que significa estar ceñido, Jesús cuenta una pequeña parábola. “Y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.” La tarea de aguardar la llegada del dueño exige una vigilancia constante y permanente, sobre todo cuando es de noche, pues el dueño no tiene una hora determinada para volver. Puede hacerlo en cualquier momento. El empleado ¡ha de estar atento, vigilante siempre!
• Lucas 12,36: Para explicar lo que significa estar ceñido, Jesús cuenta una pequeña parábola. “Y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.” La tarea de aguardar la llegada del dueño exige una vigilancia constante y permanente, sobre todo cuando es de noche, pues el dueño no tiene una hora determinada para volver. Puede hacerlo en cualquier momento. El empleado ¡ha de estar atento, vigilante siempre!
• Lucas 12,37: “Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.” Aquí, en esta promesa de felicidad, los papeles se invierten. El dueño se vuelve empleado y empieza a servir al empleado que se vuelve dueño.
• Lucas 12,38: “Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos ellos!” Repite la promesa de felicidad que exige vigilancia total. El dueño puede volver en medio de la noche, a las tres de madrugada, o en cualquier otro momento. El empleado tiene que estar preparado, ceñido para poder entrar en acción.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Las primeras comunidades cristianas aguardaban con impaciencia la llegada inminente del Señor; y en algunos casos la espera pudo ser ansiosa, azuzada por la certeza de que la venida se produciría de un momento a otro. En esos casos, el deseo juega malas pasadas y se sufren alucinaciones: uno cree oír los pasos del Señor, a otro le parece que ya ha llamado a la puerta. Pero el tiempo pasa y el Señor no vuelve; la espera se hace larga y la tensión se afloja; el criado empieza a dar cabezadas, o a desordenarse.
Sucedía en las primeras comunidades y sucede también en las nuestras. Nos pasa como a los impacientes del proverbio chino: “vemos un huevo y ya queremos oírlo cantar”. El latifundista era un iluso; nosotros podemos ser unos impacientes, apurados por ver el cumplimiento inmediato de lo que deseamos. El párroco querrá, no solo que sus planes pastorales se cumplan a golpe de calendario, sino que la gente madure precozmente; la maestra, que los alumnos díscolos cambien de actitud a la segunda semana; el comerciante, que el número de ventas crezca cada día de modo exponencial; el cristiano, llegar en dos trancos al tercer grado de humildad y a las séptimas moradas (y acaso cree gozar ya de experiencias místicas cuando, en realidad, lo que le pasa es que sufre trastornos alimenticios). La cultura actual nos orienta en ese sentido: queremos ritmos rápidos, procesos vertiginosos de maduración, resultados inmediatos y tangibles. El tiempo, la duración, pone a prueba nuestros deseos, nos somete a su dura ascesis, a su exigente reto. Esto significa que muchas veces habrá que dar tiempo al tiempo y que es bueno hacer las paces con la duración, y quizá también leer el libro “Elogio de la lentitud”, de Carl Honoré.
Hoy podemos pedirle al Señor que nos conceda la sabiduría de vivir la duración, ese tiempo que es muy lento para los que esperan y muy corto para los que gozan (Shakespeare).
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Con relación a la segunda venida del Señor, en la primitiva Iglesia (y aún hoy) hubo una gran incertidumbre. Razón por la cual hubo espacio para muchas fantasías sobre este regreso que veían como algo casi inmediato y, sobre todo, mucho descuido en las exigencias de vida, ante la evidencia de que no sucedía. Pero el Evangelio no da sosiego, no permite descuido, no da espacio para la pereza, no tiene reposo, no tiene jubilación. “Vigilar” es estar siempre listo para la acción, es estar siempre en forma para poder vivir los requerimientos propios del Evangelio (“lomos ceñidos”) y para irradiarlos a los demás hermanos (“lámparas encendidas”). ¿Estoy preparado?
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Tú eres, Señor Jesús, mi paz. Ayúdame a comprenderlo no sólo con la mente, sino de un modo existencial, en el orden concreto de las horas vividas no sólo para ti, sino junto a ti. Que yo no caiga en el embotamiento, seducido por seguridades sólo materiales. No permitas tampoco que me deje esclavizar por el legalismo y el formalismo. Concédeme un corazón sereno, vigilante y despierto en cumplimiento de todo lo que complace al Padre. Derriba en mí todo muro de división, toda intolerancia y enemistad. Hazme vivir, pues, reconciliado, en la alegría de llegar a ser “morada de Dios por medio del Espíritu”.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Hoy como que tenemos el corazón apagado y en lugar de vivir la vida plenamente “nos las están viviendo”. Estamos como enfermitos, con esto de los virus múltiples, la depresión, etc. Necesitamos un: “Chequeo medico con Dios”
Fui a la clínica del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo:
· Cuando Jesús me tomó la presión, vio que estaba bajo de ternura.
· Al medirme la temperatura, el termómetro registró 40º de ansiedad.
· Me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que necesitaba varios “by pases” de amor, porque mis arterias estaban bloqueadas de soledad y no abastecían a mi corazón vacío.
· Pasé a ortopedia, ya que no podía caminar al lado de mi hermano, y tampoco podía dar un abrazo fraternal porque me había fracturado al tropezar con la envidia.
· También me encontró miopía, ya que no podía ver más allá de las cosas negativas de mi prójimo.
· Cuando me quejé de sordera, Jesús me diagnosticó que había dejado de escuchar su voz cada día.
Es por esto que hoy Jesús me ha dado una consulta gratuita y gracias a su gran misericordia, prometo que al salir de esta clínica tomaré solamente los medicamentos naturales que me recetó a través de su verdad:
· Al levantarme, beber un vaso de agradecimiento.
· Al llegar al trabajo, tomar una cucharada de paz
· A cada hora, ingerir un comprimido de paciencia y una copa de humanidad
· Al llegar a casa, inyectarme una dosis de amor
· Y antes de acostarme, tomar dos cápsulas de conciencia tranquila
No te deprimas ni te desesperes ante lo que estás viviendo hoy. Dios sabe cómo te sientes. Dios sabe perfectamente qué es lo que está permitiendo en tu vida, justamente en estos momentos. El propósito de Dios para contigo es admirablemente perfecto. Él desea mostrarte muchas cosas que solamente comprenderías estando en el lugar donde actualmente estás ahora y en la condición que vives en dicho lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario