lunes, 4 de octubre de 2010

Lectio Divina. Lunes 4 de Octubre.

Lectio Divina lunes 04de octubre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Gálatas 1,6-12; Salmo 110; Lucas 10, 25-37



Se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: -«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Él le dijo: -«¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» Él contestó: -«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.» Él le dijo: -«Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.» Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: -«¿Y quién es mi prójimo?» Jesús dijo:-«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: -«El que practicó la misericordia con él.»  Jesús le dijo: -«Anda, haz tú lo mismo.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Tun Tun Tun…. Aviso para quienes pensamos que nuestra piedad y religiosidad nos permite poseer a Dios, ser prudentemente egoístas y tener frialdad, malos modos y mal carácter con los demás. Perderíamos el tiempo si buscamos a Dios solamente en el empeño ascético, en las prácticas religiosas y en largas horas de meditación y oración alejadas de la vida y de los hermanos. Tun Tun Tun: Aviso para los que tratamos egoístamente de “escoger nuestros prójimos” haciéndolo entre quienes menos nos puedan molestar, pero que nos puedan garantizar un seguro de vida eterna. La parábola elimina el falso dilema de a quién debo y a quien no debo hacer el bien. La parábola plantea una opción por defender la vida del ser humano como un valor absoluto. Y tratemos en delante de hacerlo mejor, inspirados en San Francisco de Asís, que hoy celebramos.
2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?

Lucas 10,25-26: "¿Qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?" El doctor piensa que tiene que hacer algo para poder heredar. El quiere garantizarse la herencia por su propio esfuerzo.
Lucas 10,27-28: Jesús responde con una nueva pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley?" El doctor responde correctamente. Juntando dos frases de la Ley, él dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." La frase viene del Deuteronomio (Dt 6,5) y del Levítico (Lev 19,18).
• Lucas 10,29: "¿Y quién es mi prójimo?" El quiere saber para él:"¿En qué prójimo Dios viene hasta mi?" Es decir, ¿cuál es la persona humana prójima a mí que es revelación de Dios para mi? Para los judíos, la expresión prójimo iba ligada al clan. Aquel que no pertenecía al clan, no era prójimo.
Lucas 10,31-32: Pasa un sacerdote, pasa un levita. Son funcionarios del Templo, de la religión oficial. Los dos vieron al hombre asaltado, pero pasaron adelante. ¿Por qué no hicieron nada? Jesús no lo dice. Deja que nosotros supongamos o nos identifiquemos
Los Samaritanos. La palabra samaritano viene de Samaría, capital del reino de Israel en el Norte.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Es importante el escenario: el camino que lleva desde Jerusalén (740 metros) a Jericó (bajando a 350 metros bajo el nivel del mar) presenta un recorrido impracticable, con un desnivel de 1.000 metros, lleno de quebradas donde se escondían los salteadores. Así pues, la acción es animada y fuerte: al hombre agredido, lacerado y sangrante, lo encuentran casualmente un sacerdote y un levita (en aquella época volvían a casa cada semana después de su turno en el templo de Jerusalén); dos hombres, religiosos por excelencia, ven lo sucedido y pasan de largo; por último, el protagonista del relato, un samaritano mestizo, bastardo y hereje, ve la misma escena y se ocupa del herido. Jesús se complace en describir con vivas pinceladas todas las acciones de este hombre con tan mala fama entre los judíos. Éste no se contenta con ver, sino que -sintiendo compasión- se acerca al malaventurado: desinfecta las heridas con el vino, fuertemente alcoholizado de Palestina, le alivia el dolor con el aceite, le lleva al mesón, donde paga de su propio bolsillo las atenciones que se dispensen a este pobrecillo.

Jesús plantea aún otra pregunta: “¿Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”. ¡Ojo!: aquí se encuentra el núcleo del relato. Cuando Jesús, aprobando la respuesta del maestro de la Ley, le dice: “Vete y haz tú lo mismo” (v. 37), desplaza totalmente el centro del problema. La cuestión no es saber quién es nuestro prójimo, puesto que todo hombre que comparta con nosotros la naturaleza humana lo es; se trata más bien de saber cómo se llega a ser prójimo para el otro. El que expresa su propia compasión en el orden concreto de su acción cotidiana es verdadero discípulo de Dios, porque “se hace prójimo” del hombre.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús da completamente la vuelta a la noción de prójimo. El legista había preguntado "quién es mi prójimo" -en sentido pasivo-: en este sentido los demás son mi prójimo. Jesús le contesta: ¿"de quién te muestras tú ser el prójimo"? -en el sentido activo-: en este sentido somos nosotros los que estamos o no próximos a los demás. El prójimo, soy "yo" cuando me acerco con amor a los demás. No debo preguntarme: ¿"quién es mi prójimo"?, sino "¿cómo seré yo el prójimo del otro, de cualquier otro hombre?" Cerca de mí, ¿quiénes son los despreciados, mal considerados, difíciles de amar?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Jesús, que has dicho: “Sin mí no pueden nada, pero conmigo darán mucho fruto”, te pido que me ayudes a “introducirme vivo” en tu Evangelio, a creer con plena adhesión de mente y de corazón. Concédeme, pues, hacer desaparecer, con la energía de tu Espíritu, toda la indiferencia, la comodidad y la intolerancia que tanto me hacen asemejarme a quienes, por el camino de Jericó, dejaron en tierra al hombre herido. Procúranos, Señor, más modelos como Francisco de Asís, que lo hizo muy bien. Crea en mí, Señor, un corazón nuevo, un corazón capaz de advertir el grito secreto de quien sufre, un corazón tan persuadido de tu amor y tan enamorado de ti que viva sólo para reconocerte, para amarte y “ocuparse” de todo prójimo. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Fácil la religiosidad que no me compromete. Aprendamos la lección de hoy: “Huevos con bacon”
¿Han escuchado la fábula de Huevos con Bacon? Dice que una vez en la granja una gallina, una vaca y un cerdo, estaban planeando hacer una celebración. Se reunieron, discutieron y decidieron entre todos hacer un desayuno en que comerían de todas las frutas que habían en la granja, tomarían leche, y el plato principal era: Huevos con Bacon… La vaca fue la primera que se “comprometió”: yo pongo la leche... Luego la gallina muy llena de motivos dice: Yo me “comprometo” a poner los huevos del plato principal… ¿Pero y el bacon?  Y el cerdo, que había permanecido callado dijo: Yo me comprometo a poner el bacon… ¡Listo! 
¿Quién se comprometió realmente?  La gallina y la vaca “participaron” pero el que realmente se COMPROMETIÓ fue el cerdo, ya que tuvo que dar la vida para cumplir su compromiso.,.. Como Jesús… Nosotros queremos ser discípulos, y por supuesto que pueden contar con nuestra “participación”… pero de ahí a comprometernos…

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