martes, 9 de noviembre de 2010

Lectio Divina.Martes 9 de noviembre.

Lectio Divina martes 09  de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: 1Corintios 3,9-11.16-17; Salmo 45; Juan 2,13-22



Ustedes son edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo son ustedes.

HOY SE CELEBRA LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN. Resulta difícil de comprender a la gente que se conmemore todos los años a una basílica que queda en Roma. ¡Si se tratase de S. Pedro del Vaticano...! Las "razones" del calendario litúrgico no son las "razones" de la gente. Entonces limitémonos a decir que los textos de esta fiesta de tradición antigua ofrecen una buena oportunidad para reflexionar sobre el sentido profundo de la Iglesia. Las lecturas que la iglesia proclama este día nos ofrecen estos temas: a) Jesús, el verdadero templo; b) nosotros, el templo edificado sobre el cimiento: Jesucristo; c) no convertir en mercado la casa del Padre; d) el agua viva que mana del templo de Dios. Nos invitan, por tanto, a pasar del templo de piedra al templo que somos los creyentes y a Jesucristo, santuario personal en que Dios se hace presente y activo en medio de los hombres.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Pablo presenta la metáfora del templo para explicar la realidad del ser cristiano y de la comunidad de quienes están en el Señor; naturalmente es una metáfora en la cual lo más importante no es el templo material sino el ser humano, y éste en comunidad cristiana particularmente.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Jesús tenía muy poco aprecio por el Templo de Jerusalén. De hecho pasó la mayor parte de su vida lejos de él. Cuando fue allí de visita, fue generalmente ocasión de conflicto, de enfrentamiento con sus responsables. Su templo fueron los caminos de Judea y Galilea, el cielo fue su bóveda y las piedras del camino o una barca a la orilla del lago su sede, desde la que enseñaba y tenía contacto directo con las personas. Todo muy poco sagrado en el sentido que nosotros mismos, cristianos y discípulos de Jesús, damos hoy al templo, a la iglesia.
      
O muy sagrado en el mejor sentido de la Palabra. Porque la perspectiva cristiana cambia radicalmente desde el momento de la encarnación. Cuando Dios se hace hombre, nuestra misma realidad humana se convierte en lugar sagrado, en el lugar de la presencia de Dios. Y no hay templo como ése. San Pablo lo expresa perfectamente cuando dice que “son edificio de Dios.” Lo más importante para el cristiano son las personas y no los ladrillos. De hecho, los primeros cristianos no tenían templos en el sentido habitual de la palabra. No los necesitaban. Eran pocos y se reunían en las casas. Más adelante, cuando el número de los creyentes creció les hizo falta un lugar de reunión más grande e imitaron las basílicas romanas –que nunca fueron templos sino lugares de reunión, lo que se ve en la distribución interior del espacio–. Nuestras iglesias son basílicas, lugares para que la comunidad se reúna, ore, escuche la palabra, comparta el pan, dialogue y se organice la vida en común. 

La santidad, lo sagrado, se encuentra en la vida de las personas, de toda persona y de todas las personas. Ahí descubrimos y deberíamos adorar la presencia de Dios que se hizo uno de nosotros. No hay nada más sagrado que la vida ajena. Y nos debería doler en el alma ver como esos templos de la presencia de Dios son a veces humillados, heridos, marginados, oprimidos... Construir el templo comienza por respetar la dignidad del hermano y amarlo como Dios lo ama. La Basílica de Letrán nos recuerda que la Iglesia, más allá de la realidad de las iglesias locales, es un sólo cuerpo, un sólo edificio en el que cabe toda la humanidad y donde nadie es excluido. 

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
El cristianismo no es una religión de "cosas sagradas" sino de "personas santas". Dios no se manifiesta en unos objetos inanimados (una piedra, un animal, una planta, una imagen, una construcción…). Dios se manifiesta en el hombre Jesús de Nazaret y en los creyentes que constituimos la Iglesia: edificio construido por Dios sobre el cimiento que es Jesucristo. Mire cada uno cómo construye. Profanamos el templo de Dios cuando, sobre el cimiento que es Jesucristo, ponemos materiales que no encajan y que desvirtúan la atención hacia aspectos, valores, intereses que no son los de la vida de Jesús de Nazaret. Cada comunidad está llamada a examinarse sobre sus materiales preferidos, su estructura, el rostro y la imagen que ofrece. Cada cristiano y cada comunidad cristiana es una "mediación" necesaria para ir a Jesús y al Padre. De ahí su grandeza y también su responsabilidad.


4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 45
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Vengan a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Iglesia no es el templo, eso lo sabemos y tenemos que comunicarlo a los demás; la Iglesia somos todos nosotros los bautizados que nos reunimos en un lugar específico (la parroquia) a celebrar juntos el ser cristianos, donde planificamos y oramos y nos instruimos y vemos la acción de Dios en el mundo. Hagamos pues esta: ORACIÓN POR LA COMUNIDAD
Te presentamos la alegría y el esfuerzo  por seguir haciendo comunidad; te agradecemos que estés entre nosotros,  compartiendo nuestro esfuerzo por cambiar de vida cada día,  empujando nuestra lucha por construir Reino,  y animando nuestra búsqueda de Ti.

Te pedimos por tu comunidad. Haznos esforzados, dinámicos, creativos,  despiertos siempre a lo nuevo,  rumiando con agradecimiento lo viejo recibido.

Que nadie entre nosotros olvide al compañero.  Ayúdanos a aceptarnos como Tú nos aceptas,  a respetarnos como Tú nos respetas,  a queremos libres y diferentes como Tú nos quieres,  a cuidarnos como Tú nos cuidas;  a alentar en el camino al otro  que junto a nosotros, con nosotros, hace día a día su camino hacia Ti.

Te pedimos que nuestro cariño no sucumba a la tentación fácil del perdón ligero, del abrazo falso, de la sonrisa hueca, de la palabra vacía.

Enséñanos a no rasgar el amor con nuestra crítica, y a no matar la fuerza constructiva de la crítica  con los paños calientes del falso respeto y el miedo al conflicto.

Que sepamos descubrir el regalo de tu mano en cada don que nos ofrece el otro:  en su abrazo,  en su palabra, en su dinero, en su oración,  en su tiempo,  en su afecto,  en su cultura, en su esfuerzo por transformar nuestro mundo...  Haznos sencillos en el dar y en el recibir, ante Ti y en la comunidad.

Colaboración del Padre Manuel Villareal

No hay comentarios:

Publicar un comentario