Lectio Divina viernes 05 de noviembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Filp 3, 17-4,1; Salmo 121; Lucas 16,1-8
Decía también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda. Le llamó y le dijo: `¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no seguirás en el cargo.' Se dijo entre sí el administrador: `¿Qué haré ahora que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea destituido del cargo me reciban en sus casas. '«Y llamando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: `¿Cuánto debes a mi señor?' Respondió: `Cien medidas de aceite.' Él le dijo: `Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.' Después dijo a otro: `Tú, ¿cuánto debes?' Contestó: `Cien cargas de trigo.' Dícele: `Toma tu recibo y escribe ochenta.'«El señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
• Lucas 16,1-2: “Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda. Le llamó y le dijo: ` ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuentas de tu administración, porque ya no seguirás en el cargo.'” El ejemplo, sacado del mundo del comercio y del trabajo, habla por sí solo. Alude a la corrupción que existía.
• Lucas 16,3-4: “Se dijo entre sí el administrador: ¿Qué haré ahora que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza”. Y empieza a reflexionar para descubrir una salida.
• Lucas 16,5-7: “Y llamando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ` ¿Cuánto debes a mi señor?' Respondió: `Cien medidas de aceite.' Él le dijo: `Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.' Después dijo a otro: `Tú, ¿cuánto debes?' Contestó: `Cien cargas de trigo.' Le dijo: `Toma tu recibo y escribe ochenta. ". Dentro de su total falta de ética el administrador fue coherente.
• Lucas 16,8: Y ahora viene la conclusión desconcertante: “El Señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz.”
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Hermanas y hermanos, Jesús ya no se dirige a los fariseos, como hizo en las parábolas anteriores, sino directamente a sus discípulos y, a través de ellos, a los creyentes de todos los tiempos. La parábola del administrador injusto (Lc 16 1-8) nos puede parecer extraña porque alaba la sagacidad de un hombre deshonesto. Pero en otras parábolas tenemos también personajes que no brillan precisamente por su honestidad: recordemos al juez injusto (Lc 18 18). Por supuesto esta parábola no nos invita a malversar los bienes, sino a ser sagaces, o lo que es lo mismo, a hacernos amigos utilizando los bienes de este mundo para ponerlos al servicio de los más necesitados. Es un tema muy querido por Lucas, que responde probablemente a problemas y necesidades de su comunidad.
La parábola va seguida de una serie de textos sobre el uso del dinero (Lc 16 9-13) en los que se describe a los hombres como administradores de los bienes temporales. Si sabemos utilizarlos, teniendo en cuenta las exigencias evangélicas, seremos dignos de recibir el verdadero bien cuando nos encontremos definitivamente con el Señor resucitado. El texto termina con una afirmación en la que el verbo servir debe ser interpretado en los dos casos de manera radicalmente diferente. Servir a Dios es una dependencia que nos hace libres para servir a los más necesitados, mientras que servir al dinero es una esclavitud que aplasta a la persona y pervierte nuestras relaciones con Dios y con los demás, como nos describe la parábola del rico y Lázaro (Lc 16 14-18).
La parábola va seguida de una serie de textos sobre el uso del dinero (Lc 16 9-13) en los que se describe a los hombres como administradores de los bienes temporales. Si sabemos utilizarlos, teniendo en cuenta las exigencias evangélicas, seremos dignos de recibir el verdadero bien cuando nos encontremos definitivamente con el Señor resucitado. El texto termina con una afirmación en la que el verbo servir debe ser interpretado en los dos casos de manera radicalmente diferente. Servir a Dios es una dependencia que nos hace libres para servir a los más necesitados, mientras que servir al dinero es una esclavitud que aplasta a la persona y pervierte nuestras relaciones con Dios y con los demás, como nos describe la parábola del rico y Lázaro (Lc 16 14-18).
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. Hagamos "memoria" de todos los bienes que tenemos: ¿Cómo va nuestra autoestima hasta el momento del recuento?
· ¿A qué tienes dedicados esos bienes?, ¿los aprecias, los valoras, los utilizas, los socializas?
· ¿Quiénes son los beneficiarios de ellos?
· ¿Están al servicio de la fraternidad?, ¿son generadores del Reino?
2. ¿Utilizas la "sagacidad" para situarte en el contexto comunitario?
· ¿Extorsionas?, ¿haces fluir el afecto, la relación, el amor o bloqueas?
· ¿Cómo estás en este mundo?
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Con el salmo112
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Si la sabiduría, el talento y el empuje que con frecuencia usamos en nuestra vida cotidiana lo usásemos para la construcción del Reino, para la evangelización, para llevar socorro a los necesitados, seguramente que nuestro mundo sería mucho muy diferente.
1. ¿Hemos conseguido algunas cosas o dinero haciendo daño a los demás?
2. ¿De qué manera podemos ir consiguiendo lo digno para vivir pero sin atentar contra la justicia, honradez, fraternidad…?
3. ¿Con qué principios debemos regirnos para que en ningún momento la ayuda a otras personas se convierta en un pretexto para que alguien continúe enriqueciéndose injustamente?
4. ¿Qué propósito podemos hacer para que nuestra sana búsqueda del bienestar no se convierta en un rival del Dios de Jesucristo?
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