miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lectio Divina. Miércoles 24 de noviembre.

Lectio Divina miércoles 24  de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Apocalipsis 15,1-4; Sal 97; Lucas  21, 12-19



Jesús dijo a sus discípulos: «Pero, antes de todo esto, les echarán mano y los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y cárceles y los llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto les sucederá para que den testimonio. Propongan, pues, en su corazón no preparar la defensa, porque yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios. Serán entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de ustedes. Todos los odiarán por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza. Con su perseverancia salvarán sus almas.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD.  “Tendrán ocasión de dar testimonio”. Y nos parece muy saludable que hoy nos preguntemos qué testimonio necesita nuestra sociedad desconcertada y confusa.  El testimonio de la escucha tranquila al hermano en este mundo de prisas, individualismo y desinterés, de la acogida en la caridad a los marginados, del perdón a quien te hizo daño, de la serenidad en los momentos difíciles de la vida, de ser instrumentos de paz e integración, de ser mensajeros de buenas noticias (y sobre todo de la Buena Noticia)... (¡¡¡ y tantos más!!!). Y todo esto no tanto con palabras, declaraciones y documentos de lenguaje elevado, sino con la vida, con la propia experiencia.  Que no otra cosa es ser testigo. Un faro luminoso en medio de la noche. Es cierto: Tenemos ocasión de dar testimonio.  Es el tiempo de los testigos.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Durante estos días, la lectura evangélica se toma del llamado “discurso escatológico”. El género utilizado es el apocalíptico, totalmente ausente de nuestras modas literarias, pero muy corriente en la cultura de Jesús y de la primitiva iglesia. La soberanía de Dios sobre la historia se describe simbólicamente en forma de un juicio, precedido de grandes horrores, tribulaciones y hasta cataclismos cósmicos. El triunfo de Dios y de sus elegidos es el desenlace de todo el drama. Por ello, a pesar de servirse de una imaginería truculenta, el contenido de la apocalíptica es una invitación a la esperanza; se trata de un género consolador.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
La Palabra de ayer y de hoy nos habla de luchas. ¿Quién no las tiene? Luchas de intereses, luchas de poder, luchas por mantenerte en el camino… Cuando somos niños, pensamos que la fe es una especie de escudo que nos protegerá de todos los males, presentes y futuros. Algo así como una varita mágica que hace que las dificultades se superen al instante.

Cuando leemos a fondo el Evangelio, descubrimos que es verdad que el final es feliz, y que entonces “no habrá llanto ni dolor”… pero que para llegar allí hay que pasar por la lucha, la tribulación… la muerte. Jesucristo también es camino en esto. Su resurrección llega tras la pasión. No eludió nada, sino que todo lo afrontó.

La fe no nos evade de nada, sino que nos mete más en la vida, en su densidad y espesor. Pero sí nos ayuda a caminar, en medio de todo. Sin creer en la fatalidad. Confiando, más bien, que “a los que aman a Dios, todo les sirve para bien”. Y en ese “todo” incluimos que una dificultad, un problema, una enfermedad… pueden ser ocasión de una vida más lúcida, más confiada, más plena.

En toda lucha, Dios está con nosotros. Y no va a permitir que la prueba supere nuestras fuerzas. Y en la lucha final contra la última enemiga –la muerte- tenemos la presencia de nuestro Hermano mayor, que ya pasó por ella. Jesucristo, desde su cruz, acompaña para siempre toda lucha. “Con su perseverancia salvarán sus almas”. Pide el don de la perseverancia… y deja que tu confianza crezca.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Así tendrán ocasión de dar Testimonio.
La persecución es una suerte, un gozo, porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una evangelización. ¿Tengo yo ese mismo optimismo? ¿Sé yo aprovechar algunas situaciones, aparentemente desfavorables, como una ocasión propicia para anunciar la buena nueva? Testimoniar. Ser testigo. ¡Presentarme como testigo de la defensa en el proceso que el mundo de hoy, y de todas las épocas, hace a Jesús!

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre nuestro: Creemos que tus planes para nosotros son de paz y valor, y no de miedo o temor. Guarda nuestros ojos abiertos a los signos de la constante venida de Jesucristo tu Hijo. Ayúdanos a comprometernos sin descanso a hacer crecer tu reino entre nosotros, llevando a cabo tus planes de paz y amor y de todo lo que convierte a nuestro mundo  más en mundo tuyo según el reino. Y que todo esto abra el camino para llegar a tu eterna morada. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.    

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Este evangelio es una garantía que muchos nos apreciamos… En la tribulación, en la persecución Dios mismo pondrá sus palabras en nuestra boca para nuestra propia defensa… Perseverancia entonces… y mucho cuidado con:Nuestras palabras”
Una palabra amable:                          puede suavizar las cosas.
Una palabra alegre:                            puede iluminar el día.
Una palabra oportuna:                       puede aliviar la carga.
Una palabra de amor:                         puede curar y dar felicidad.
Una palabra irresponsable:                 puede encender discordias.
Una palabra cruel:                              puede arruinar una vida.
Una palabra de resentimiento:            puede causar odio
Una palabra brutal:                            puede herir o matar.
¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan o abaten, Salvan o condenan!



“Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que escucharemos también lo serán.” De ti depende si las usas para bien o para mal, tanto para ti como para los demás. Cuida tus palabras  ellas  tienen  poder.

Habla de tal manera que en tu alma y en la de los demás quede la Paz

(Con la Colaboración del Padre Manuel Villareal)

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