Presidente de Nicaragua.
Excelentísimo Sr. Presidente:
Pensando en Ud. como presidente de todos los nicaragüenses, mis respetos.
Lo anterior no es óbice, para que desde las más profunda decepción y
amarga tristeza, pensando en el bien general del pueblo que tanto amo,
me tomo la libertad de invitarle a reflexionar en voz alta.
Gasté años de mi vida, trabajé, con la alegría que proporciona estar
cerca del que sufre, de los que no tienen voz, en el servicio a las
clases más desposeídas de mi amada Nicaragua, en la zona del Pacífico:
San Rafael del Sur, Pochomil, Masachapa, Ingenio Montelimar El Salto…Y
otras comunidades como Las Américas y los Gutiérrez Norte.
En el caso de el Ingenio Montelimar, en la época de zafra, defendí,
corriendo riesgos, los derechos de los honestos trabajadores y
denuncié el inhumano trato, largas y agotadoras jornadas de los
“esclavos” de Somoza. Además, coseché las iras del poder, por negarme
a recibir, en la Iglesia de S. Rafael del Sur, a A. Somoza D. y
señora, Hop Portocarrero, con motivo de la inauguración de los silos
recién construidos. ¡No era el momento y tampoco había motivos, dadas
las aciagas circunstancias, para un Te Deum de acción de gracias!
Estuve en la “huelga de hambre” en la Catedral, una semana, -ya no sé
si en septiembre del año 69 o 70- en defensa de los derechos y vida
de estudiantes universitarios de la UCA, detenidos arbitrariamente.
También en marchas pacíficas en defensa de los educadores, en la casa
del Maestro, cercada por las turbas “nicolasianas”, donde fue
agredido el entonces Arzobispo de Managua Monseñor Barni.
Durante años, bajando hacia Managua, en la carretera Sur, en el
kilómetro ocho, más o menos, a mano izquierda, pude ver en un muro
-y supongo que ahí sigue- el siguiente letrero: “El Río San Juan es
nicaragüense”. Pensaba para mis adentros… ¿y quién lo pone en duda?
Con el correr de los años, me fui dando cuenta de que, cuando se
alzaba el justificado clamor del pueblo, en mil formas oprimido,
reclamando derechos conculcados una y otra vez y solución a los
problemas de hambre y marginación denigrantes, el gobierno de turno,
recurría a la cantinela de la “necesaria y solidaria unidad, en
defensa de la integridad y dignidad nacionales”: los nicaragüenses
debían estar dispuestos a todo…
Defensa de la “soberanía de Nicaragua sobre Río San Juan ”, entonces
y ahora, de amenazas inexistentes y no sé de qué enemigos por su
corrupto poder inventados.
Después de los ríos de sangre derramada por gentes que creían en
ideales nobles y en una liberación definitiva de la dinástica
dictadura de los Somoza, estamos como al principio: poses
dictatoriales y antojadizas, en este caso de un Presidente y partido
en el poder, FSLN, que al final traicionó la Revolución en la que, al
principio y pecando de ingenuidad, muchos habían creído.
El noble pueblo del universal R. Darío, sigue esperando la ansiada
liberación.., para poder vivir en paz y dignidad.
Costa Rica, pueblo hermano y de cuya nacionalidad me siento orgulloso,
solo gestos de apoyo y solidaridad ha tenido con Nicaragua . Que lo
digan si no los más de 500.000 nicaragüenses que hoy - añorando su
terruño- han sido recibidos con los brazos abiertos en suelo tico.
Que lo digan los miles de estudiantes, obligados al exilio, y que
culminaron sus estudios Secundarios y Superiores, gracias a la
generosidad, comprensión del MEP y de muchas Universidades
costarricenses.
Ud, señor Presidente, los nueve comandantes, el grupo de Los Once -en
tiempo de lucha apoyados incluso por instituciones y gobiernos
europeos- tuvieron esa experiencia de acogida, cercanía, solidaridad
con su causa, por parte pueblo costarricense y de la
“benevolencia” del gobierno en aquel entonces en el poder.
Otra sería la “historia” si no hubiesen contado con la franja “Tierra
de Nadie” en el Frente Sur donde luchaban y arriesgaban vidas los que
en verdad creían en la liberación: descalzos, mal alimentados, dejados
no de la mano de Dios, pero sí de la de ustedes que cómodamente vivían
sin privarse de nada y a cubierto de cualquier peligro en S. José. No
es necesario caer en señalamientos. Sí se me ocurre, pregunte al
Comandante Borge si sabe dónde queda, en San José, la iglesia de Santa
Teresita y ciertas “mansiones” en la zona de Tres Ríos y en la
carretera de acceso antiguo Chapuí.
Pegúntese, señor Presidente, por qué personas como S. Ramírez M., C.
Tunnerman, los hermanos Cardenal, Moisés Hassan, D.T… -dudo de la
grafía de algunos nombres-, y tantos y tantos otros, abandonaron las
filas de una revolución que ofrecía una tierra prometida, tanto tiempo
anhelada, al sufrido pueblo nica.
“Ser agradecido, es de bien nacidos”. Muestre Ud. un mínimo gesto de
gratitud para con el noble y civilista pueblo costarricense; pueblo
siempre amante de la paz y respetuoso del derecho de los pueblos. De
no ser así…¡” No ser agradecidos, es de mal nacidos”!
Lo de la frontera y su propuesta de “mojones”, que no sea una cortina
de humo más, una manipulación más de los sentimientos del pueblo
nicaragüense, para seguir en el poder y cometer tropelías a su
antojo intentado humillar a un pueblo hermano.
Los ticos, nunca seremos sus esclavos.
La razón y el Derecho Internacional nos amparan.
Mire hacia dentro, su conciencia y respete el querer y sentir de sus
nobles compatriotas que necesitan servidores honestos.
Garantizar el bien común, la felicidad, la paz, dentro de sus
fronteras que tiene como fundamento la justicia, es la misión de
“quien ha recibido el mandato de gobernar”.
Mi esperanza, que haya paz en “las fronteras” y en corazón de todos
los hombres de buena voluntad; pueblos hermanos, nicas y ticos.
Le recuerda algo, le suena, de “sus tiempos de lucha” ¿”Mañana, hijo
mío, todo será distinto”? ¡Qué pena!
Atte.
J. Alvarez Iglesias, costarricense
c. 8-0044 0737
Valencia , España, 19/11/ 2010
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