Lectio Divina jueves 11 de noviembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Filemón 7-20; Salmo 145; Lucas 17, 20-25
A unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque miren, el reino de Dios está dentro de ustedes.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearán vivir un día con el Hijo del hombre, y no podrán. Si les dicen que está aquí o está allí no se vayan detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Pienso que hoy es más fácil creer que el Reino de Dios (o lo que entendamos que es) puede venir de afuera o está en las cosas de afuera. Muy difícil es asimilar que está dentro de nosotros como nos dice hoy el evangelio. Difícil porque no nos gusta explorar nuestro interior y mucho menos que nos hablen de pasar trabajo. Difícil porque nos llama la atención lo extraordinario y desechamos la sencillez de la vida cotidiana de los que acogen el mensaje de Jesús. Pero tengamos presente que nuestra esperanza está en esta venida definitiva del Reino de Dios.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Desde el texto de ayer empieza lo concerniente a la llegada del Reino. El reino de Dios estaba ya presente en la persona y en la actividad de Jesús. Sólo nos queda esperar el día del Hijo del Hombre. Lucas utiliza aquí un material que Mateo incluye en sus discursos escatológico (o del final de los tiempos). Intenta responder a la comunidad cristiana que estaba inquieta por el retraso de la segunda venida de Jesús. Lo repentino de dicha venida, piensa Lucas, obliga al cristiano a vivir día a día su conversión al evangelio, perdiendo su vida en el servicio a los demás.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Mario Vargas Llosa, recién premio Nóbel de Literatura, escribió una novela con el título La guerra del fin del mundo, donde recogía una historia real de un movimiento apocalíptico-social que tuvo lugar en el nordeste de Brasil a finales del siglo XIX. Antonio, el Consejero, fue el líder de ese movimiento, seguido por muchos de los campesinos de la región y finalmente aplastado violentamente por el ejército brasileño. Para muchos Antonio fue en aquel momento la encarnación del mesías salvador. El líder que iba a liberar a todos de la opresión, de la pobreza, de la secular miseria que inunda aquellas regiones. El movimiento terminó en desastre.
Parece una constante en la historia de la humanidad: confiar ciegamente en un líder y pensar y esperar que él nos va a llevar a la salvación. Las personas entran una suerte de pasividad absoluta porque todo se espera del líder. Los fallos, que puede haberlos, no son culpa del líder, que es perfecto, sino como mucho de los que le rodean. Hasta se tiene la sensación de que el líder es el que hace posible todo lo bueno que hay en nuestras vidas. En la época de Franco muchos españoles hablaban de “lo que Franco ha hecho por nosotros” y se olvidaban de lo mucho que ellos habían trabajado, de lo mal que lo habían pasado. En definitiva, que si había algo bueno en aquella sociedad era fruto del trabajo y del esfuerzo de todos.
Algo así es lo que dice Jesús cuando habla del Reino y nos dice que está dentro de nosotros. El Reino no va a venir a través de un líder al que debamos seguir ciegamente. Esos líderes no terminan liberando sino oprimiendo. El Reino lo tenemos dentro de nosotros y lo hacemos real cuando nos encontramos con los hermanos y juntos nos esforzamos por hacer un mundo mejor, cuando dialogamos y discutimos y llegamos a acuerdos que nos permiten avanzar hacia una mayor justicia y solidaridad. El camino no es fácil. Tampoco lo fue para Jesús. Pero no hay otra forma de construir el Reino, de hacer la voluntad de Dios.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?» El «Reino de Dios», palabra mágica que contenía, como en concentrado, toda la espera febril de Israel: un Día, Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1, 6) ¿Es este también hoy nuestro deseo? ¿Deseamos que Dios reine? ¿Qué incluimos, con nuestra imaginación, en ese deseo? ¿Qué espero de Dios en este momento? ¿De qué está más fuertemente deseosa la humanidad de hoy?
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, te pedimos que nos abras el entendimiento para darnos cuenta de que ¡tú estás aquí! No para sustituirnos a nosotros, sino para hacer eterno nuestro vivir en el tiempo. Que estás aquí no para poner un remiendo a nuestras insuficiencias, sino para que no se pierdan ni siquiera las migajas de nuestra existencia. Permite que podamos abrir los ojos, el corazón y las manos a ti, y que con la fuerza suavísima de tu Espíritu colmes de ti mismo toda realidad y la lleves a su consumación definitiva. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Es bueno mirar nuestro interior y hacernos preguntas… Es bueno reflexionar sobre la vida y sus incógnitas… Es bueno ponerse a veces a filosofar… Pero es mejor estar: ¿PREPARADOS?
¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué sufrir? ¿Por qué enfermar? ¿Por qué la muerte? ¿Por qué somos egoístas? ¿Por qué somos insaciables? ¿Por qué me siento vacío? ¿Y por qué no soy feliz?
¡En marcha! ¿Qué hacen ahí filosofando?
¿Para qué trabajar? ¿Para qué esforzarme? ¿Para qué la vida? ¿Qué queda después de todo? ¿Qué significa ser libre? ¿De qué sirve vigilar? ¿Dónde está la verdad? ¿Y si Dios no llegara?
¡En marcha! ¿Qué hacen ahí filosofando?
La vida es pura rutina. La vida es una pasión inútil. La vida es una tómbola. La vida es un proyecto humano. Sólo se hace lo que se aprende. Sólo se aprende lo que se hace. Sólo se mama lo que se llora. Y sólo se sabe lo que se suda.
¡En marcha! ¿Qué hacen ahí filosofando?
Ya estamos en una comunidad. Sabemos qué es la opción por los pobres. Hemos leído tu Palabra. Nos hemos desprendido de leyes. Somos lúcidos. Celebramos tu venida. Cultivamos la espiritualidad y hasta creemos que nunca es tarde…
¡En marcha! ¿Qué hacen ahí filosofando? La verdad está en el camino.
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