Jesús dijo a sus discípulos: -«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acuérdense de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Les digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron:-« ¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Comían, bebían y se casaban… compraban, vendían, sembraban, construían… ¿El texto habla de los tiempos de Noé y de Lot, o de la cultura actual? Cada vez que a algo le llega «su fin», deberíamos ver en ello un anuncio y una advertencia. Cuando muere uno de nosotros, es un anuncio de nuestra propia muerte... Cuando arde un gran inmueble es un signo de la profunda fragilidad de todas las cosas... Cuando un maremoto se lleva todas las gentes de un poblado, es el signo brutal de lo que pasa todos los días, en el fondo, y que acabamos por no ver... Cuando un accidente de coche causa la muerte a toda una familia es lo que, por desgracia, el tiempo -dentro de veinte, de cincuenta años- habrá hecho también.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El texto tomado del capítulo 17 de san Lucas habla en lenguaje apocalíptico, aludiendo, por una parte, a los días cruciales de Noé y del diluvio, y, por otro, a los días cruciales del encuentro final de los hombres con Dios... En ambos tiempos, estamos implicados Dios, amor creador y juez misericordioso, y nosotros. En la lectura de hoy, Jesús nos propondrá que descifremos tres hechos históricos que considera símbolos de todo «Fin»: el diluvio... la destrucción de una ciudad entera, Sodoma... la ruina de Jerusalén... A medida que el año litúrgico se acerca a su fin, nuestro pensamiento se orienta también hacia una reflexión sobre el «fin» de todas las cosas. «Todo lo que se acaba es corto». A medida que Jesús subía hacia Jerusalén, su pensamiento se orientaba hacia el último fin.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
“Carpe diem” era ya una máxima de la sabiduría latina. Significa algo así como “aprovecha el día, aprovecha el momento presente”. Como todas las sentencias de ese tipo, es ambigua en su significado. Hay quien lo puede interpretar en el sentido de que hay que divertirse lo más posible. Otros lo leerán en el sentido de que hay que ser responsables y no dejar pasar el tiempo en vano. En suma, cada uno lo entenderá desde lo que entiende que es lo valioso en la vida, lo que vale la pena hacer, aquello por lo que vale la pena vivir.
En el Evangelio de hoy resuena ese “carpe diem”. Hay que aprovechar el tiempo, hay que vivir porque no sabemos ni el día ni la hora en que nuestra historia se terminará. Se podrá pensar que Jesús se refiere a una especie de cataclismo final que suponga el fin de este mundo. Es posible que así lo imaginase Jesús que, al fin y al cabo, era hijo de su tiempo. Pero lo que no nos cabe duda es que lo podemos aplicar a nuestra muerte, a nuestro final.
Ninguno sabemos con exactitud cuando nos va a llegar, cuando el movimiento rectilíneo, pasado-presente-futuro, en que nos movemos va a cortarse, a interrumpirse. Es más, si nos fijamos, nos daremos cuenta de que lo único que tenemos es el presente. El futuro todavía no es. Y el pasado lo llevamos con nosotros como una acumulación de hechos y experiencias que nos han ido conformando en lo que somos. Pero nuestra libertad, nuestra capacidad de disfrutar, de gozar, de tomar decisiones, de amar, de comprometernos, eso no se da más que en el presente.
No podemos dejar de vivir el presente que tenemos. Es nuestra oportunidad para ser felices, para amar, para construir el Reino. “El que pretenda guardarse su vida la perderá,” dice Jesús. Y es verdad. Jesús nos hace comprender que la única forma valiosa de vivir, el único “carpe diem” que nos hace verdaderamente felices, es compartir lo que tenemos y lo que somos, integrarnos en la familia humana, que es la familia de Dios, sentirnos hijos y hermanos. Eso es lo único que vale la pena. Lo demás es perder el tiempo miserablemente.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Hay quien no se da cuenta del desastre hasta que no se le cae la casa encima. Y aún entonces todavía piensa que habría que cortar el gas y apagar la luz del cuarto de baño y recoger los platos que estaban sucios en el fregadero. Mientras tanto la casa es ya sólo un montón de ruinas. Y no hay nada que pueda salvarse. Eso que nos pasa con las cosas, también nos pasa con nuestra vida. Preocupados por minucias, nos despistamos de lo que es más importante, de lo que nos afecta en lo más hondo. Nos quedamos en la superficie y no llegamos a tocar lo que es verdaderamente más importante. Jesús nos invita en el Evangelio de hoy a tomarnos en serio lo único que tenemos: la vida. Y en la vida este momento presente del que disponemos ahora. Unos minutos más tarde puede suceder cualquier cosa. Pero la vida es como la arena de la playa. Si la pretendemos guardar egoístamente para nosotros se nos escapa entre los dedos. Sólo hay una forma de disfrutarla y gozarla: compartiéndola con los hermanos.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Dios Padre de todos, aclara nuestra visión para que percibamos los signos de los tiempos y valoremos nuestra vida. Que miremos al pasado para mejorar el presente y abrir horizontes al futuro. Que estemos preparados para tu venida, ayudándonos unos a otros. Y finalmente, Señor, que podamos comprender que lo que da seguridad, no es saber la hora del fin del mundo, sino la certeza de la presencia de la Palabra de Jesús presente en la vida. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Lección de hoy estar preparados: LA SORPRESA
Llega de día, llega de noche. Se le espera por la puerta, llega por la ventana. Le buscamos con alegría, llega con su cruz. Estamos de guardia, nos llama de dentro. Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llegan en abundancia y todavía más en la pobreza. Llega cuando triunfamos y nos acompaña en los fracasos. Llega cuando es deseado y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento. Llega también en la multitud y el ruido. Llega para dormirnos y para despertarnos. Llega a través de todas las caras que encontramos a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos, en las estepas de desconocidos pozos, en los bosques frondosos en que nos perdemos, en las altas cumbres que hollamos, y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante. Llega en cada lugar. Allí donde estamos, está. Fiel a tu palabra ya estás esperándonos.
Con la Colaboración del Pbro. Manuel Villareal
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