viernes, 25 de febrero de 2011

Lectio Divina viernes 25 de febrero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Ecle 6, 5-17; Salmo 118; Marcos 10.1-12

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

UN ASUNTO DELICADO



1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: -«¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?» Él les replicó: -«¿Qué les ha mandado Moisés?» Contestaron:-«Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.» Jesús les dijo: -«Por la terquedad de ustedes dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne."De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: -«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Dos  temas muy controvertidos hoy: indisolubilidad del matrimonio e infidelidad. El criterio de un cristiano para juzgar sobre las cosas no se puede basar últimamente en las evoluciones sociales o en los datos estadísticos o en las tendencias de una época, sino en la perspectiva de Dios. Respecto al matrimonio, su indisolubilidad no la ha pensado la Iglesia o una escuela de teólogos, sino Dios mismo, desde su proyecto inicial: «Los hizo hombre y mujer, de modo que ya no son dos, sino una sola carne». Nos lo recuerda hoy Jesús. En cuanto a la infidelidad lo que pasa es que en el mundo de hoy encontramos especiales dificultades para una fidelidad duradera. Estamos influidos por una sociedad de consumo que gasta y tira y cambia y busca nuevas sensaciones para satisfacer necesidades nuevas que nosotros mismos vamos creando. Vamos perdiendo así la capacidad de un amor total, de una entrega gratuita y estable, de un compromiso de por vida.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Los fariseos proporcionan a Jesús la ocasión para hablar de un asunto delicado: el matrimonio y el divorcio. Sin dejarse seducir por una casuística sin mayor importancia y sin quedar atrapados en controversias de escuela, Jesús sitúa el debate en su verdadero horizonte, encauzando la solución desde su raíz: la intención original del Creador. Del carácter de alianza que posee el matrimonio, y no de mero contrato, deriva la fidelidad conyugal que Jesús proclama; una fidelidad sostenida y alentada por el amor, no por la ley.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
El matrimonio es el sacramento del Amor donde Dios habita en medio de un hombre y una mujer. Es lo más bonito y lo más difícil que el hombre y la mujer pueden hacer en este mundo. Requiere sobre dosis de paciencia, espera, comprensión, adaptación, tolerancia, renuncia de sí mismo, perdón… Convivir y crecer juntos nunca fue fácil; el proyecto de ser “una sola carne” (Mc 10, 8), es tan grande que no podemos dejarlo únicamente en nuestras frágiles manos, por eso es un sacramento donde Dios tiene que hacerse presente, siempre que se le deje, para que lleve adelante el proyecto de formar el matrimonio y la familia.

A los fariseos que interrogan a Jesús, no les importaba su posición frente al matrimonio, sino conocer su interpretación frente al divorcio, para ver si era laxo o estricto ante las distintas escuelas rabínicas que por aquel entonces interpretaban la Ley de Moisés, pues según algunas de ellas, bastaba que a la mujer se le quemara la comida para que el marido, contrariado por ello, le firmara el acta de repudio. ¿Era Jesús de manga ancha o estrecha? Jesús va a lo fundamental: tener un corazón de carne para poder llevar adelante este proyecto. Un proyecto de amor que implica igualdad de derechos, dignidad y obligaciones, y excluye toda relación de dominio.

Frente a las separaciones y fracasos matrimoniales, sólo Dios es quien debe juzgar, pero no estaría mal insistir en la necesidad de prepararse mejor antes de contraer matrimonio, de recibir una buena formación pre-matrimonial y de acompañar pastoralmente a las parejas en sus primeros años de convivencia. Creo que en nuestras comunidades y parroquias hay que cuidar más la pastoral matrimonial para ayudar a aquellos que se inician en esta andadura y a los que atraviesan momentos de dificultad. (así lo hacemos en la Parroquia, todos los terceros sábados de cada mes). Sin embargo, la respuesta al llamado es pobre y se apuesta al final cuando se tiene problemas y surgen así grupos en la iglesia como la Pastoral Familiar, Retrovaille, Encuentros matrimoniales, consejerías matrimoniales, etc. Con mucho respeto los llamo apaga fuegos o balsas de salvación de matrimonio. pero no de la fe y del amor a Cristo y a la Iglesia a través de la familia renovada y rescatada, incluso muchos dicen gracias por salvar mi matrimonio pero no vuelven a la Iglesia.

Por eso, como consolación y esperanza espiritual decimos que mientras haya amor y Dios lo sostenga, buscando la pareja un espacio para que Él se haga presente, habrá una sola carne, un solo corazón capaz de vivir lo que Dios ha unido para siempre.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

A nosotros estar juntos toda la vida nos parece una carga y, sin embargo, es un sueño. ¿Qué desea hondamente la persona que quiere? Que se la quiera generosamente, incondicionalmente, desinteresadamente y para siempre; que, aunque uno se olvide, no corresponda, en algunos momentos ser infiel, que la otra persona que me quiere no lo tenga en cuenta y se le olvide para siempre. Todos soñamos lo mismo. Los humanos cuando nos encontramos con un amor así es como si nos hubiéramos encontrado con Dios. Después en la vida las cosas ruedan de otra manera. Sin embargo, los sueños son los sueños, y los sueños de Dios son lo mejor para el hombre.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:
Bendito seas, Señor Dios: tú me recuerdas que vendrás a juzgar a los vivos y a los muertos, y esta perspectiva cambia mi relación con la vida. No estoy caminando sin meta: la mía eres tú. No he llegado aquí por casualidad: mi origen eres tú. Por consiguiente, eres tú, Señor mío, quien da sentido y sabor a las relaciones conmigo mismo y con los demás, unas relaciones sazonadas con sentimientos de afecto y amistad. Da vigor a mi voluntad -siempre frágil- de conocer tu proyecto originario para cada hombre y para cada mujer, ese proyecto de amor y de alegría que tu Palabra me revela y que ha tomado carne sin equívocos en Jesús. Y así sepa yo dar el justo valor a lo que es humano y capturar en mi tiempo, fugaz fragmentos duraderos, reflejos de la eternidad.

PARA ACTUAR –  El matrimonio es el sacramento del amor y expresa la presencia viva de Dios en medio de quienes desean compartir sus vidas, unificadas por el amor mutuo; tal relación se fundamenta en el conocimiento profundo mutuo de las dos personas, en la ruptura de los estrechos límites del egoísmo para dar paso al compartir, a la amistad, al afecto, al encuentro íntimo de los cuerpos; por ello Jesús recuerda a los fariseos el elemento esencial de la unión matrimonial: Ser una sola carne, un solo ser, una sola persona.

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde había trabajado para hacerse una curación de una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras se curaba la pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.

Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. —No—, me dijo. —Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce—Entonces le pregunté extrañado: -Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?

Me sonrió y, dándome una palmadita en la mano, me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.

Tuve que contener las lágrimas mientras salía y pensé: “Esa es la clase de amor que quiero para mi vida”. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que quiere ser y de lo que ya no es…

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