sábado, 25 de septiembre de 2010

Lectio Divina. Viernes 24 de setiembre.

Lectio Divina viernes 24 de septiembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Eclesiastés 3,1-11; Salmo 143; Lucas 9,18-23.



Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron:  -«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: -«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: -«El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  – Mesías es palabra hebrea. En griego se dice Christós. En castellano, Ungido. Jesús es el Ungido de Dios, o sea, aquél sobre quien Dios ha enviado su Espíritu, ungiéndole con su fuerza, para que lleve a cabo una misión. Hoy, tenemos que luchar por recuperar para nuestra práctica cristiana el valor y el sentido de la misión de Jesús. El que lo reconozcamos como el enviado de Dios, tal como lo hizo Pedro, no implica necesariamente que comprendamos realmente su misión. Pues, sus discípulos aunque lo seguían y trataban de ayudarle en todo, se tardaron mucho tiempo en alcanzar una comprensión cabal. Y se demoraron tanto no porque les faltara buena voluntad, sino porque sus propias expectativas los cegaban. Hoy nosotros necesitamos prescindir de nuestras ideas previas sobre Jesús para tratar de percibirlo como nos lo presenta el evangelio, y, sobre todo, para comprender su misión y adoptarla como la directiva principal de nuestra vida comunitaria y personal.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?

• Lucas 9,18: La pregunta de Jesús después de la oración. “Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?” .

• Lucas 9,19: La opinión de la gente sobre Jesús. “Ellos respondieron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos ha resucitado."

• Lucas 9,20: La pregunta de Jesús a los discípulos. Después de oír las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Pedro respondió: “¡El Mesías de Dios!”

• Lucas 9,21: La prohibición de revelar que Jesús es el Mesías de Dios. “Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie”. Les está prohibido el que revelen a la gente que Jesús es el Mesías de Dios. ¿Por qué Jesús lo prohibió? Es que en aquel tiempo, como ya vimos, todos esperaban la venida del Mesías, pero cada uno a su manera: unos como rey, otros como sacerdote, otros como doctor, guerrero, juez, o ¡profeta! Nadie parecía estar esperando al mesías siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9).

• Lucas 9,22: El segundo anuncio de la pasión. Y Jesús añadió: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.”

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
En clima de oración Jesús le hace una pregunta a sus discípulos y los pone en jaque mate. En principio recibe respuestas de lo que pensaba la gente de lo que ellos habían visto y oído. Pero Jesús ahonda un poco más y exige una respuesta vital; ustedes ¿Quién dicen que soy yo?,  finalmente Pedro, siguiendo su corazón, como se lo había revelado el Padre del cielo respondió: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios.

Pero la pregunta de fondo de Jesús es,  para mí, es para ustedes, es para nosotros ¿quién soy yo? Podemos  eludir esta respuesta, y pasa que  hay hombres y mujeres que van por la vida sin esbozar una respuesta  a esta pregunta; otros,  responden a medias, van a los libros  e intentan deducir quien es Jesús.

La buena noticia de hoy quiere enseñarnos que sólo podremos responder quien es Jesús si aprendemos a encontrarnos con Él, o mejor dicho, si nos dejamos encontrar por Él, porque a veces huimos, nos escondemos y el encuentro se torna difícil.  Jesús nos encuentra de una manera sorprendente, Jesús en nuestro encuentro es siempre sorpresa, y para poder entrar en esa intimidad necesitamos abrir el corazón que es el templo para vivir en plenitud el misterio del  encuentro.

Esta pregunta sigue brotando hoy del corazón mismo de Jesús. En ella, Jesucristo se abre y nos pide una respuesta profunda. Cuando alguien abre el propio corazón, desea que la persona que está enfrente no le responda sólo con la cabeza. Esta pregunta proveniente del corazón de Jesús quiere tocar nuestro corazón. ¿Quién soy yo para ustedes?

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Jesús les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?"
Jesús se arriesga a interrogarnos. Las respuestas abundan. Se han escrito libros enteros para darlas. ¿Jesús? Un profeta asesinado, el Sagrado Corazón, verdadero Dios y verdadero hombre, super-star... Jesús les pide una respuesta personal. ¡Hay que tomar posición! Pues no basta ir repitiendo las opiniones oídas, si uno no se compromete personalmente. ¿Quién es Jesús para mí ahora, en esta etapa concreta de la vida que estoy viviendo?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, dinos "quién eres". Y concédenos tener plena confianza en ti. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Mucha pregunta la de hoy… Nos deja sin respuesta adecuada… porque Jesús, tú: “Eres otra cosa”
Eres otra cosa, Jesús. Eres otra cosa.
Tanto tiempo contigo,  sentados a tu mesa,  caminando a tu vera,  y no te entendemos.

Seguimos atados a nuestras formas y prácticas,  a nuestras costumbres, tradiciones y leyes.  Hemos hecho de ellas nuestro credo, nuestra norma de vida. Y aunque estén vacías nos entra un miedo atroz cuando Tú intentas romper el castillo vano en el que nos refugiamos.

Eres otra cosa, Jesús.  Eres otra cosa.

¿Quién ha dicho que Tú eres triste,  serio, aguafiestas y exigente? ¿Quién ha dicho que el Evangelio  está reñido con la alegría y la fiesta? ¿Quién ha dicho que la fe es una carga inútil  de normas y leyes que ya no rigen? ¿Quién ha dicho que tu mensaje es una cadena  con manto de rosas y promesas huecas?

Tanto tiempo contigo, trabajando en tu viña, hablando de nuestras vidas,
y no te entendemos.

Tenemos que cambiar de pies a cabeza:  nuestras glándulas resecas,  nuestros miembros sin juego, nuestras arterias rotas,  nuestra mente cerrada,  nuestro corazón viejo.

Beber vino nuevo y exponernos al viento de tu Espíritu  sólo con el manto que Tú nos has tejido.  Romper esquemas, y adquirir estilo, forma y mentalidad nueva  para entenderte y gozarte.

Tanto tiempo contigo, oyendo tus risas, compartiendo tus fatigas, y no te entendemos, porque seguimos siendo fariseos, ayunando de tu Evangelio, y no nos atrevemos a emborrachamos contigo.

Eres otra cosa, Jesús.  Eres otra cosa.

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