martes, 28 de septiembre de 2010

Lectio Divina. Lunes 27 de setiembre.

Lectio Divina lunes 27 de septiembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Job 1,6-22; Salmo 16; Lucas 9,46-50. Aprovechemos a Job para esta linda Lectio



Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: «¿De dónde vienes?» Él respondió: «De dar vueltas por la tierra.» El Señor le dijo: «¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.» Satanás le respondió: «¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.» El Señor le dijo: «Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.» Y Satanás se marchó. Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo: «Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.» Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.» A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Satanás acusa a Dios: si los hombres te aman, es por los beneficios que les concedes. La fe no sería, pues, más que un amor interesado. Debate de todos los tiempos. El Divisor, Satanás, tiene la parte más fácil: todo habla contra Dios; ¿quién podrá escoger la vía estrecha del Evangelio y el camino de la cruz? La situación del creyente, en un mundo en el que existe el mal y la injusticia, es una situación de prueba. ¿Cómo se comportará? ¿Se va a hacer ateo? ¿Se va a resignar? Ni lo uno ni lo otro, responde el libro de Job. El creyente es el contestatario que no desiste de recurrir a Dios.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Job, de momento, no se rebela contra Dios. Más adelante tendrá crisis profundas.
Pero es admirable su primera reacción y nos puede hacer pensar. ¿Cómo hubiéramos reaccionado nosotros? ¿Sabemos aceptar como de la mano de Dios lo que nos pueda pasar, que seguramente no llegará al nivel trágico de Job? ¿O nos dejamos trastornar por cualquier contrariedad?

¿Mereceríamos el sarcasmo de Satanás, que interpreta nuestra bondad como muy poco gratuita: servimos con alegría a Dios porque nos colma de bendiciones? Si nos llegara la desgracia, ¿le seguiríamos sirviendo con igual fidelidad?
De entrada, esta parece una reacción insana, humillante, y, sin embargo, nos ofrece la primera clave -¡sólo la primera!- para afrontar el mal inmerecido: bendecir.

¿No les parece que no hemos sido educados para la bendición sino, más bien, para la maldición? Basta examinar el lenguaje que usamos: "Maldita enfermedad, maldito gobierno, maldita persona". La maldición prolonga hasta el infinito los efectos del mal. Procura un primer desahogo emocional, pero nos atenaza sutilmente. Bajo la apariencia de liberación, nos "fija" a la fuente del mal y, de este manera, nos convierte en sus esclavos para siempre.
No es nada fácil ver las cosas desde esta perspectiva. Es más, probablemente nunca llegaríamos a verlas así si no fuera por la luz de la Palabra, que es una verdadera "lámpara para nuestros pasos" en todas las encrucijadas de la vida. 

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Satán respondió: «¿Es que Job teme a Dios de balde? Tócale sus bienes y juro que te maldice a la cara.»
Job feliz y rico lo perderá todo: sus rebaños sus propiedades, sus servidores, sus hijos, su salud... Y todo ello debido a la proposición de "Satán". En el Antiguo Testamento, Satán es el "adversario" por excelencia -tradición del término "satan" en hebreo... que el griego tradujo por «diábolos», el «calumniador», el que pone zancadillas al que anda-. Satán es el adversario al designio de Dios, el que lanza un reto a Dios: no cree que el hombre sea capaz de «justicia» ni de «santidad»... No cree que el hombre sea capaz de servir a Dios «gratuitamente». La señal de Satán es el «interés», el egoísmo: doy para que me des. ¿Soy capaz de gratuidad? ¿Sirvo a Dios y a mis hermanos en vistas al premio, al mérito? o por amor, ¿sin esperar nada en retorno?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Jesús, Hijo de Dios crucificado, concédenos tener un conocimiento más profundo de tu misterio de amor a través de los sufrimientos y las pruebas. Ábrenos el corazón y muéstranos el sentido oculto de las experiencias dolorosas a través de las cuales vienes a romper el velo de nuestra ignorancia. Haz que podamos entrever en tu inaprensible presencia el misterio de tu “amor desmesurado”. Permítenos conocer quién es el Padre que te ha enviado; quién eres tú, que nos manifiestas el corazón del Padre mediante tu corazón traspasado en la cruz; quiénes somos nosotros, que vemos resplandecer tu amor en la humillación de nuestra pobreza y en la soledad del corazón. Por eso, Señor, ayúdanos a mirar de frente nuestras pruebas y sufrimientos, deseando sólo -en esta mirada- conocerte y penetrar con el corazón y con la mente en tu inexpresable misterio de amor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Nuestra condición humana es de fragilidad, por lo tanto, en lugar de quejarnos y maldecir, tratemos de transformar el sufrimiento… tratemos de bendecir… y sepamos orar aún: “En la enfermedad”

Oh Dios de mi salud y me enfermedad, de mi debilidad y mi fortaleza, de mi tristeza y mi alegría, de mi soledad y mi compañía, de mi certidumbre y mi esperanza, de mi vigor y mis dolencias; oh Dios de vida y salud.

En la noche de mi enfermedad me pongo en tus manos de Padre: alumbra esta oscuridad con un rayo de tu luz; abre una rendija a mi esperanza; llena con tu presencia mi soledad; sé mi confianza por encima de todo y mi refugio en los malos momentos; trata con ternura mi debilidad; cura mis heridas con tu aceite y déjame ser en tu compañía.

Que el sufrimiento no me aplaste; que tu aliento me alivie; que la enfermedad me dignifique, y que el ser hijo/hija sea lo más grande.

No hay comentarios:

Publicar un comentario