Lectio Divina viernes 10 de septiembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: 1Corintios 9,16-19.22-27; Salmo 83; Lucas 6, 39-42
Jesús dijo a los discípulos una parábola: -«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy la mirada de muchos se va haciendo cada vez más pragmática y corta, preocupados por su imagen y en permanente comparación con los otros. Las preguntas más habituales ante la realidad que nos rodea son casi siempre las mismas: ¿para qué sirve? ¿cuánto cuesta? ¿qué ventajas me puede traer? Ciegos, incapaces de guiar a otros. Por eso hay que empezar por mirar a nuestro interior y desde nuestro interior. Sólo así se puede captar la vida con cierta hondura. Hay algo más que fútbol y televisión, dinero o eficacia.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
“Ojos claros, serenos”
Pedimos a Dios para nosotros unos ojos claros, serenos. Los ojos del rostro y los ojos del corazón. Pedimos en oración que se cumpla en nosotros la exhortación de Jesús en el Sermón de la Montaña : “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Así echaremos fuera las “pajas y vigas” que puedan enturbiar nuestra mirada.
Igualdad, no dominio
Tres unidades aparecen en este texto evangélico. Las tres sobre el fondo de la máxima de Jesús expuesta en el versículo anterior: “No juzguen”. Primero está el refrán: “Si un ciego guía a otro ciego…”. Dicen los entendidos que aquí se reprueba el dominio de uno sobre el otro; existe más egoísmo que ayuda. Luego viene la sentencia: “Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será igual que su maestro”; esta igualdad aleja la tentación del poderío de uno sobre el otro. Finalmente, está la imagen de “la paja y la viga”. Es la expresión suprema del juicio, de la condenación y del dominio sobre los demás.
Limpiar nuestros ojos
Mejor será sacar nuestra viga que fijarse en la mota del otro. Lo contrario es el colmo: juzgar antes al otro, por pequeñas cosas, que a nosotros mismos, con nuestro pecado. Esta conducta sólo merece, por parte del Señor, la acusación de “hipócrita”. No juzgar a los demás es no caer en la tentación, tan frecuente, de querer dominar.
Una consecuencia inmediata es no proyectar sobre otros la culpa, para defendernos de nuestros propios errores. No podemos hacernos las víctimas. Oyendo a algunos cristianos, se diría que la causa y la culpa de los males que nos aquejan, como Iglesia, están siempre “fuera”, en los otros.
Vamos, pues, a mirar con ojos limpios; es decir, con los ojos de Dios, que no juzgan, no condenan y miran siempre con benevolencia. Que nadie imponga, nadie quiera hacerse más que el otro. Al revés, rompamos la dialéctica dominantes-dominados, mediante el amor y la comunión cristiana. Como San Pablo: me hago todo para todos.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
¡Cuánto más agradable sería la vida a nuestro alrededor si fuéramos más exigentes con nosotros que con los demás; si nos aplicáramos todos los buenos consejos que prodigamos a los demás; si tuviéramos el mismo afán en mejorarnos a nosotros mismos, que el que tenemos en mejorar a los demás! ¿No han notado que, cuando algo va mal, siempre echamos la culpa a "los otros"?: si los gobiernos hicieran esto... si los sindicatos no hicieran tal cosa... si los patronos se portaran de ese modo... si los obreros fueran de esa otra manera... si los sacerdotes hicieran mejor su trabajo... si mi esposo, si mi esposa... si mis vecinos...
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Danos , Señor, la gracia de ser sinceros, de reconocer nuestras propias miserias y debilidades antes de descubrir la parte oscura de la vida de nuestros hermanos, y de rectificar nuestra conducta, conforme a la verdad, justicia y caridad. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Mirar con los ojos de Dios… Pidamos mucho esto… ¡lo necesitamos tanto! Danos Señor: “Coherencia”
· Mirar como Tú miras, con ojos claros y limpios, comprendiendo siempre al hermano: coherencia.
· Saberse discípulo, no tenerse por maestro y gozar del aprendizaje diario: coherencia.
· Conocer a los árboles por su fruto, no esperar higos de las zarzas, ni uvas de los espinos: coherencia.
· Almacenar bondad en el corazón, cultivar una solidaridad real y sentir que nos desborda el bien: coherencia.
· Reconocer que no todo es tierra firme, construir sobre roca nuestra casa, no tener miedo a huracanas y riadas: coherencia.
· Admitir la pequeñez y los fallos propios, quitar pronto la viga de nuestro ojo, no humillar el hermano por no ser como nosotros: coherencia.
· Abrir nuestros ojos al mundo, alegrarse por sus pasos y proyectos, no caer en trampa y hoyos como ciegos: coherencia.
· Poner por obra tus palabras, hablar con el lenguaje de los hechos, olvidarse de máscaras y apariencias: coherencia.
· Coherencia, Señor, de un aprendiz de discípulo que, a veces, se atreve a tenerte por maestro.
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