viernes, 7 de enero de 2011

Lectio Divina viernes 07 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Juan 5,5-13; Salmo 147; Lucas 5, 12-16

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

SI QUIERES, LÍMPIAME




Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: - «Señor, si quieres puedes limpiarme.» Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: - «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: - «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.» Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. La lepra era en tiempos de Jesús una enfermedad contagiosa. Hoy tenemos otras enfermedades contagiosas, el SIDA, que margina al ser humano y lo hace “intocable”. Peor que estas enfermedades es la maldad del ser humano que desfigura nuestro rostro y la aleja totalmente de la imagen y semejanza que deberíamos tener con nuestro Creador.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El relato que leemos hoy está íntimamente conectado con el discurso inaugural de la misión de Jesús, leído en el día de ayer; pues la curación del leproso es un signo que confirma la solidaridad y la misericordia que tiene Jesús para con los pobres, siendo éstos los destinatarios primeros de su misión. El leproso que se le presenta a Jesús es un hombre excluido a nivel religioso, ya que la lepra, en el Antiguo Testamento, era considerada como un castigo de Dios (Lv 13, 46); asimismo, es un excluido a nivel social, pues por ser un hombre impuro, ninguna persona podía entrar en contacto con él. Jesús rompe con esta comprensión religiosa y social al entrar en contacto directo con la persona; es decir, al iniciar un diálogo profundo con el leproso, en el que Jesús se da cuenta de su padecimiento y de su fe. El milagro entonces consiste en reincorporar al leproso a la comunidad, devolviéndole así su dignidad como persona y como hijo predilecto de Dios. La sanación es una respuesta eficaz por parte de Jesús a la fe del leproso. Es preciso preguntarnos hoy si, como creyentes, nos solidarizamos eficazmente con todos los que sufren algún tipo de marginación.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
La vida de muchas personas, y a veces la nuestra, se ve llena de enfermedades y males, sucesos indeseados y problemas de todos los tipos, que nos podrían orillar a perder la confianza en el Maestro, Buen Pastor. Quizá alguna vez, hemos pensado que Él nos ha dejado, que ya no está con nosotros; pues sentimos que nuestra pequeña barca ha comenzado a naufragar en el mar de la vida... Pero de esta forma, olvidamos que el primero en probar el sufrimiento y la soledad fue Él mismo, mientras padecía su muerte en la cruz. Y así, nos quiso enseñar que Dios siempre sabe sacar bienes de males, pues por esa muerte ignominiosa, nos vino la Redención. La lección de confiar en Cristo y en su infinita bondad, no es esperar que nos quitará todos los sufrimientos de nuestras vidas. Sino que nos ayudará a saber llevarlos, para la purificación de nuestra alma, en beneficio de toda la comunidad.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

El evangelio nos presenta otra de las manifestaciones iniciales de Jesús: la curación del leproso. La figura de Jesús, tal como aparece en el evangelio, es la de una persona que tiene buen corazón, que siempre está dispuesto a «extender la mano y tocar» al que sufre, para curarle y darle ánimos. Nosotros, los que creemos en él y le seguimos, ¿tenemos esa misma actitud de cercanía y apoyo para con los que sufren? ¿o somos duros en nuestros juicios, agresivos en nuestras palabras, indiferentes en nuestra ayuda? Ser solidarios y extender la mano hacia el que sufre es ya medio curarle. Es darle esperanza, como hacía siempre Jesús.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Estoy aquí, delante de ti, Señor, yo también, con mi mal, del que soy consciente, y con toda la otra parte del mal que no conozco suficientemente. Purifícame, también. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
 Motivación: Entrañas de misericordia es lo que impulsaba a Jesús a curar y sanar y liberar. Entrañas de misericordia es lo que hoy nos falta. “Si yo tuviera entrañas de misericordia”
Señor, si yo tuviera entrañas de misericordia... saldría de mi casa  para encontrarme con los necesitados; de mi apatía, para ayudar a los que sufren;  de mi ignorancia, para conocer a los ignorados;  de mis caprichos, para socorrer a los hambrientos;  de mi actitud crítica, para comprender a los que fallan;  de mi suficiencia, para estar con quienes no se valen;  de mis prisas, para dar un poco de mi tiempo a los abandonados; de mi mundo de seguridades, para acompañar a los que viven perseguidos; de mi pereza, para socorrer a quienes están cansados de gritar; de mi burguesía, para compartir con los pobres.

Señor, si yo tuviera entrañas de misericordia...  aprovecharía mi experiencia para ayudara los equivocados; mi ternura, para acoger a emigrantes y niños;  mi salud, para acompañar a enfermos y ancianos; mi ciencia, para orientar a los perdidos; mi responsabilidad, para cuidar a los abandonados; mi rectitud, para buscar a los pródigos; mi paz interior, para reconciliar a los enemigos;  mi amor, para acoger a los desengañados;  mi oración, para hacerme más hijo y hermano;  mi vida, para darla a quien la necesita.  ¡Señor, dame entrañas de misericordia!

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