Lectio Divina lunes 24 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hb 9,15.24-28; Salmo 97; 1Cor 1,10-13,17; Marcos 3,22-30
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
1. Hagamos la LECTURA
Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: -«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: -« ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Créanme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.» Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Pasa mucho hoy en día… Cuando no tenemos base para discernir entre lo bueno y lo malo optamos por lo que más nos conviene en el momento, aún si así descalificamos a otra persona que no actúa como nosotros. Lo que tenemos que hacer es optar entre el Espíritu de Dios y los espíritus del mal que nos inducen al pecado. Si escuchamos la palabra de Dios y obramos conforme a ella, permitimos al Espíritu de Dios vencer al mal en nosotros y en torno a nosotros.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Parece extraño, y realmente suena como mala voluntad, el que los Escribas atribuyan el bien que hace Jesús, especialmente al arrojar demonios, al poder de Satanás, el príncipe de los demonios. ¿No habrían de haber reconocido que el Espíritu de Dios estaba obrando en Jesús? Los judíos esperaban que, en los tiempos mesiánicos, el Espíritu de Dios vencería a los espíritus del mal, y en Jesús el buen Espíritu estaba visiblemente activo.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Hace dos días se nos narraba cómo Jesús está rodeado de un grupo de seguidores, de entre los cuales elige Doce con un cometido especial. Frente a aquella pequeña familia espiritual que sigue y rodea a Jesús, están otros grupos de los que no se habría esperado menos: sus parientes y los dirigentes religiosos del pueblo. Pero Jesús se lleva la gran decepción: los que estaban preparados desde siempre, a la hora de la verdad le tienen por un trastornado (parientes) o por un mago que actúa en connivencia con el demonio (escribas).
Está claro que estos escribas o expertos en la Escritura no pueden negar los signos que Jesús realiza; entonces no les queda otra salida que buscar una interpretación torcida, malintencionada. En realidad lo que practican es el pretexto, la autodefensa frente a la llamada de Jesús a la conversión; y lo hacen descalificándole. Jesús establece con ellos una discusión en parte racional (lo que le dicen es absurdo), en parte mediante una parábola quizá ya conocida de aquellas gentes.
La impenitencia no tiene excusa. Jesús acentúa la seriedad de su llamada y amenaza a quienes, consciente y deliberadamente, “se protegen” frente a la acción del Espíritu de Dios. Aquí resuena la invectiva de Jesús contra los fariseos con motivo de la curación del ciego de nacimiento; los fariseos preguntan a Jesús si también a ellos los tiene por ciegos, y la respuesta es enérgicamente condenatoria: “Si fueran ciegos no tendrían pecado, pero, como dicen que ven, la culpa permanece en ustedes” (Jn 9,41).
Jesús anuncia repetidas veces el perdón ilimitado del Padre; pero ese perdón no aplasta a quien lo rechace: la salvación no llega a quien deliberada y obcecadamente se sitúa fuera de ella; el que no quiere ver permanece siempre ciego.
A pesar de todo, en la breve parábola de Jesús brilla la esperanza y la oferta: Él es “el más fuerte” que ya tiene encadenado al “fuerte”. Por medio de Jesús la salvación se ha puesto en marcha. Los oprimidos por el mal sólo necesitan dejarse “tocar” por Él.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Permanezco unos instantes contemplando este misterio siempre actual: Jesús rechazado... Jesús desconocido, ignorado... Jesús contestado... Jesús no escuchado... Jesús no seguido... Jesús dejado de lado... ¡Por mí, el primero! Busco con calma mi manera personal de rechazar a Jesús en mi propia vida y sobre ello hago mi oración.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios y Padre nuestro: Tú eres el origen de todo lo bueno. No permitas que nuestro corazón sea una casa dividida entre el bien y el mal. Envíanos tu buen Espíritu para iluminarnos y guiarnos, para darnos alegría y fortaleza, y para seguir a tu Hijo a donde él quiera llevarnos por el camino de la bondad y del servicio. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Un país, una familia, o una comunidad que estén divididos no pueden mantenerse en pie. Todos deberíamos estar unidos, conducidos por el mismo Espíritu. Esto no quiere decir que tengamos que ser todos iguales, como clonados, porque el Espíritu es suficientemente rico con su variedad de dones: “El poder de las palabras”
Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. . Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla sólo cuando estés en paz.
De las palabras depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca. Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en construir.
Cuantas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos paz. Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas provocando heridas creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros…
¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan o abaten, Salvan o condenan! De ti depende si las usas para bien o para mal, tanto para ti como para los demás. Cuida tus palabras ellas tienen poder.
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