jueves, 20 de enero de 2011

Lectio Divina jueves 20 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hb 7, 25-8,6; Salmo 39; Marcos 3, 7-12

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA


1. Hagamos la LECTURA
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.  Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: _«Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Hoy sigue habiendo multitudes que buscan guía… que buscan seres humanos que “hagan” no que “digan que van a hacer”. Hay tanto desconocimiento de Dios que da lástima. Por eso hay un gentío con mucho sufrimiento físico y espiritual, presa fácil de los hacedores de mal.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
 En el evangelio, Marcos nos da un resumen del ministerio de Jesús en Galilea. En el evangelio de ayer oímos cómo los fariseos no querían ver, estaban ciegos para él y cómo le atacaban en materia legal; la muchedumbre se congrega en torno a él a causa de su poder curativo; no tanto para convertirse. Los demonios conocen quién es Jesús, pero, naturalmente, no creen en él. --- Aquí nos encontramos con diferentes actitudes, pero no con la fe auténtica, todavía. Por eso quizás Marcos impone silencio a los malos espíritus. 

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Hemos acompañado a Jesús en sus caminos y le hemos visto manifestar mediante gestos y palabras la verdadera voluntad de Dios, en contradicción con lo que muchos esperaban. Hoy, el evangelio nos lleva de nuevo al lago de Galilea, testigo silencioso de muchos momentos de su vida, y ahora lugar de encuentro de una muchedumbre venida de muchos lugares tras las huellas de Jesús.

El paso de Jesús ha generado vida y movimiento. La gente, que antes quizá estaba conforme con su situación o resignada a su suerte, ahora se pone en pie, sale de su casa, de su tierra, y cruza largas distancias, porque “han oído hablar de él” y esto ha despertado su esperanza de una vida mejor.

La buena noticia del Evangelio es una invitación a levantarse, a caminar, a creer que nuestra vida puede transformarse. ¡Cuántas personas hoy necesitan con urgencia escuchar esta buena noticia! Multitudes de hombres y mujeres, de todas las razas y edades, en todos los rincones de la tierra, o allí, cerca de nuestra casa o de nuestra iglesia, esperan una voz que reanime su confianza, una mano hermana una presencia que les contagie de esperanza y aliento para decidirse a caminar en la búsqueda de mejores condiciones de vida para todos.


 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús, ahora el Señor Resucitado, sigue estándonos cerca, aunque no le veamos. Nos quiere curar y liberar y evangelizar a nosotros. ¿Cuál es nuestra reacción personal: la de la gente interesada, la de los curiosos espectadores, o la de los que se asustan de su figura y pretenden hacerle callar porque resulta incómodo su mensaje? Además, ¿intentamos ayudar a otros a que sepan quién es Jesús y lo acepten en sus vidas?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios y Padre nuestro: Por medio de tu Hijo Jesucristo, tú trajiste salud y salvación a tu pueblo y viniste para unirnos a ti  en una alianza eterna de amor.  Te pedimos que no sólo  admiremos  su poder salvador,  sino que le aceptemos en fe como a nuestro hermano, tu Hijo, nuestro Señor y Salvador. Que él sea  quien dé fundamento y sentido a  nuestras vidas y nos llene con su Santo Espíritu,  para que podamos edificar  entre nosotros tu amor,  por medio de una comunidad  viva     de fe, esperanza y amor. Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo  nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
 Motivación: Muchos han oído acerca de Jesús y de su mensaje. Y sin embargo, algunos no creen. Nuestra conducta cristiana, la forma como vivimos el evangelio, debería confirmar nuestra fe, aun teniendo en cuenta que  la fe es un don gratuito, una gracia de Dios. En fin, deberíamos asumir: “La causa de Jesús”

Escuchar las palabras del Maestro  nos lleva a obedecerlas,  nos lleva a ponerlas por obra, nos lleva, Padre, a seguir su causa.
La causa de Jesús es tu misma causa: asumirnos como criaturas y custodiar tu creación  y culminarla hasta que veamos todo transfigurado   y nosotros, con el Hijo, participemos de la gloria de tus hijos.
En una situación en la que tu creación está tan degradada por la rapiña insensata,  y en la que tus hijos los pobres son tenidos en menos,  la causa de Jesús es salvar lo que se había perdido,  restaurar la vida, liberar a los oprimidos,  reunir a los hijos de Dios dispersos y llevarlo a cabo,  no prevaleciendo a la fuerza sino invitando,  sembrando semillas de vida,  tendiendo como un puente la palabra,  venciendo al mal con el bien,  instaurando un tiempo de gracia,  tiempo de perdón y reconciliación,  aunque sin ahorrarse el testimonio duro y saludable de la verdad  y la necesidad de quitar el pecado del mundo.

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