Lecturas: Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Salmo 45; 1Cor 3,9c-11.16-17 Juan 2,13-22. DEDICACIÓN DE LA Basílica de Letran
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
QUE SEAMOS LA CASA VIVA DE DIOS
1. Hagamos las LECTURAS
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Son importantes los templos, pero lo que verdaderamente tiene importancia son las personas que acuden a ellos y el estilo o el talante con el que lo hacen. Es muy posible, casi seguro, que aquellos mercaderes y cambistas que tan asiduamente frecuentaban el templo no se encontraron allí con Dios, y es que para encontrar a Dios en la intimidad del templo es preciso haberlo encontrado antes de llegar a él.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Un día como hoy, 9 de noviembre del 324 los cristianos, después de las persecuciones, dedicaron a «El Salvador» la basílica de Letrán. La edificaron sobre el monte Celio. Es como la catedral del Papa. En ella residieron los sucesores de Pedro durante siglos y en ella tomaban posesión de su cargo. Se la considera la madre y cabeza de las iglesias del mundo.
En esta época, en que la Humanidad abarrota otros templos --cines, estadios, discotecas, centros comerciales-- bueno será recordar la belleza del salmo: «Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido: tus altares, Señor de los ejércitos».
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Para el pueblo de Israel, el Templo es signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo: desde esa Tienda del Encuentro durante la peregrinación por el desierto hasta la magnificencia del Templo edificado por Salomón, el Templo expresaba la fidelidad y el amor de Dios para con su pueblo.
Pero es tiempo nuevo, tiempo de Nueva Alianza. El signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo es ahora Cristo, templo vivo y latiente del Dios de la Vida. Por ello mismo los amigos y discípulos del Maestro -antes que levantar enormes monumentos- saben que deben edificar/se desde el Espíritu que habita en Jesús. Por ello, cada hija y cada hijo de Dios -como tal, hermanos de Jesús- también son Templos Vivos del Dios Viviente. De allí que la Vida se redescubre sagrada -don y misterio-, signo de ternura y esperanza, señal de que Dios no nos abandona.
Es dable suplicar al Maestro que se nos despierten esas ganas de barrer de nuestros patios tanto comercio que está adherido a la fé. Demasiados vicios de andar trocando oraciones y promesas a cambio de la obtención de favores divinos hemos permitido en nuestros patios, quizás nos permitimos instalar a cambistas de de recompensas.
Templos vivos de Dios -quizás- signifique volver a ser verdaderamente adoradores en Espíritu y en verdad, cultores de esa Vida sagrada que se nos otorga desde la ternura y la Gracia.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Si en el recorrido hacia el templo; es decir, en nuestra vida diaria, ésa que empieza cada mañana con el trabajo, con la convivencia, con la sonrisa, con la paciencia, con la humildad, con la caridad, con la atención al otro, con el vencimiento del orgullo y de la soberbia, de la maledicencia y de la murmuración, de la envidia y de la avaricia; en esa vida diaria en la que existen los negocios sucios y los limpios, la familia que exige y que da, el amor que dignifica o que enloda (bueno, entonces no es amor); en esa vida diaria de las cotizaciones de bolsa, de la cuenta corriente, de los ricos y los pobres, de la injusticia y de la bondad, del perdón y del odio...
Si en esa vida diaria no hemos encontrado a Dios y hemos sido capaces de irlo manifestando siquiera un poco, no lo encontraremos en un templo por muy magnífico, ornamental y espléndido que allí sea su culto.
¿No han oído alguna vez esta frase: "¡para eso vas tanto a la iglesia!", y ¿han pensado en lo que quiere decir...? Pues hoy es un día para pensarlo y para ver en cuantas ocasiones quizá nos lo han podido decir a nosotros.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre nuestro: Tú nos has llamado por medio de tu Hijo a ser una comunidad de fe, amor y servicio construida sobre el único cimiento sólido: Jesucristo, Señor nuestro. Llénanos con su Espíritu, para que seamos tu Iglesia en palabra y obras, sin plantear exigencias, sin buscar privilegios, sin tratar de dominar ni controlar a nadie. Ayúdanos a llevar alegría a todos, a amar sin excluir a nadie y a servir sin exigir ni gratitud ni nada a cambio. Que así seamos la casa viva de Dios llena con la presencia de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Cuando hablamos de la Iglesia y pensamos sobre ella, habríamos de tener muy presente que la Iglesia, la comunidad del pueblo de Dios, es mucho más importante que el edificio material o templo. - Nosotros somos el cuerpo de Cristo, y en nosotros la gente habría de reconocer al Señor y sentir su presencia.
Cuando el primer astronauta Yuri Gagarin dijo que en su paseo por el espacio no había tenido la fortuna de toparse con Dios, un sacerdote de Moscú replicó: "Es natural. Si no lo has encontrado en la tierra, no lo encontrarás jamás en el cielo". El que no reconoce a Dios en el hombre de la calle, no encontrará a Dios en el templo, ni en su corazón, ni en este mundo, ni en el otro.
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