viernes, 4 de noviembre de 2011

Lectio Divina jueves 03 de noviembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Romanos 14,7-12; Salmo 26; Lucas 15, 1-10

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA


ABSOLUTA Y AMOROSAMENTE PERDIDOS



1. Hagamos las LECTURAS 
Todos los publicanos y los pecadores solían acercarse a Jesús a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: -«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: -«Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicítenme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Les digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicítenme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Les digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Quizá el problema de nuestra sociedad radica en que nadie quiere considerarse “perdido”. Muchos nos consideramos “muy bien encontrados” pero nuestras acciones parecen de “gente perdida”.  Si revisáramos nuestras acciones antievangélicas entonces podríamos dejar que Dios nos buscara y nos encontrara… Entonces estaríamos en capacidad de buscar a las ovejas perdidas. Quizá sea necesario verbalizar como en Alcohólicos Anónimos: me llamo fulano de tal y estoy absoluta y amorosamente perdido.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El texto contiene dos parábolas que, junto a la del Padre misericordioso, conforman una unidad. La dinámica del Reino es presentada a través de la misma secuencia de acontecimientos. La totalidad (cien ovejas, 10 monedas…), la pérdida, la búsqueda trabajosa, la alegría del reencuentro, compartir esa alegría con otros y hacer fiesta. En las tres parábolas hay unos que esperan de la gratuidad, sabiendo que no merecen el premio ni por mérito ni por derecho propio, y otros que murmuran y reclaman juicio, premio y castigo.

El movimiento del amor de Dios supera cualquier cálculo o intercambio posible. Va más allá. Dios, como Padre-Madre de Bondad, busca desde el margen y se desvive por quien está perdido, por el alejado. Sale a atraer y acoger, para salvar, restituir y liberar. En la dinámica del Reino, la oveja perdida y esa moneda de poco valor son en realidad el «tesoro» de Dios. Ser discípulos de la Palabra del Reino nos compromete a ponernos al servicio de eso que el sistema considera despreciable, “poca cosa”, “los que no cuentan”. Ellos son los preferidos de Dios.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Hay un signo común entre la oveja perdida y la moneda extraviada: ninguna de ellas puede volver por sí misma a su lugar de origen, una al rebaño, otra al cofre o tesoro. Pero esta característica compartida a su vez desata reacciones increíbles. El pastor -sabiendo que la oveja es incapaz de volver al rebaño- arriesga a las otras noventa y nueve con tal de recuperar a la perdida. La mujer -por esa dracma faltante- es capaz de despertar a toda la familia y en plena madrugada, poner patas arriba la casa con tal de recuperar la moneda; no cuenta que tenga otras nueve, importa que hay una que está faltando.

Tal vez -sólo tal vez- haya allí otro signo y otro símbolo: los que se han perdido tienen un valor inconmensurable para ese Dios que sale personalmente a buscarlos, como un Padre Pastor bueno que es capaz de todo por cada una de sus ovejas, como una Madre de familia haciendo lo indecible para reencontrar a sus monedas extraviadas.

Porque somos ovejas -aún cuando nos perdemos- de un rebaño infinito de puro eterno, porque somos monedas buenas que tenemos corazón adentro acuñada su imagen y su semejanza.

Y hay más, mucho más, siempre hay más: como si no bastara hacer cosas maravillosas -y por eso mismo, a menudo incomprensibles a nuestros ojos meticulosos-, hay una invitación clara y evidente hacia los demás. Es tal la alegría de Aquél que ha cumplido su misión de rescate, que no se guarda para sí su satisfacción, sino que se desborda de felicidad compartiendo con el otro.

El regreso del perdido -tú y yo, ella y él, ellos, todos nosotros- debe ser motivo de fiesta.

Siempre habrá una mesa preparada con el pan abundante que no se termina y en donde la vida se celebra y se recrea.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
La alegría de Jesús no está en el valor de la oveja o de la moneda (que ciertamente tienen en sí un valor nada despreciable) sino en el hecho de encontrar lo perdido. Lo que hace importante a la oveja o a la moneda es, propiamente, el hecho de hallarse perdidas. El que busca se alegra más, si cabe, por el esfuerzo recompensado al encontrar lo perdido que por el valor en sí de lo extraviado. Algo así es Dios. Es como un buen pastor que no da nunca nada ni a nadie por perdido. Cuando nos alejamos de él, se alegra al volvernos a encontrar. Se alegra cuando volvemos al redil y nunca deja de buscarnos. Hoy somos nosotros invitados a encontrar en esta forma de ser de Dios la nuestra y a no dar nunca a nadie por perdido. Todos tenemos un lugar en el corazón de Dios y Él no quiere que nadie se pierda de su mano.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Sabemos que Jesús vino para redimir a todos, sin embargo él quería encontrar especialmente a los rechazados por la gente: al cobrador de impuestos, al pecador, al perdido y derrochador. No nos permitas, Padre de bondad, que, llevados por nuestro celo por lo recto y bueno, perdamos de vista a las personas tachadas  y rechazadas por la gente, que sin embargo merecían el cariño especial de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Dios nos buscó y nos encontró porque nos amaba, mucho antes de lo que nosotros pensábamos. Sabemos que Dios ama a todos y quiere que todos pertenezcan a su reino. Querríamos ayudar a cualquier hermano, en cualquier lugar y momento, para que encuentre realmente al Señor. Que el mismo Señor nos ayude.TÚ NOS SALVAS”

No has venido a juzgar nuestros fallos y tonterías, sino a buscar a quien anda extraviado, defender a quien está aprisionado, curar a quien está herido, acoger a quien está desamparado, lavar a quien está manchado, sanar a quien está enfermo, levantar a quien ha caído, salvar a quien se siente culpable, devolver la dignidad a quien la ha perdido.

Tú que crees en nosotros, Tú que esperas de nosotros, Tú que nos amas más que nosotros mismos, Tú que eres mayor que todos nuestros pecados, recréanos y danos un futuro nuevo y mejor.


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