Lectio Divina viernes 18 de noviembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Macabeos 4,36-37.52-29; Salmo (1Crónicas 29); Lucas 19, 45-48
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
MERCADO DE ALMAS, TRAFICANTES DE CORAZONES
1. Hagamos las LECTURAS
Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero ustedes la han convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Hoy asistimos a un crecimiento vertiginoso de los nuevos movimientos religiosos. No pocos de éstos tienen como fin, de hecho, el comercio con la buena fe de sus adeptos. Por eso exigen diezmos, ofrendas y donaciones obligatorias. Ha habido casos elocuentes que han saltado a los medios de comunicación. Otros muchos, dan culto a las ideas del capitalismo, explícita o implícitamente; intentan convertir el eficacismo y la adicción al trabajo en la nueva religión de la humanidad. Sin embargo, Jesús nos sale al paso y nos llama a hacer de nuestras comunidades y de nuestras vidas un lugar de culto al Dios de la Vida. En la medida que demos un "sí" decidido al Dios verdadero -Dios de la Vida-, combatiremos los tentáculos del dios del dinero.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Jesús, Mesías humilde y pacífico, purifica el Templo. Al entrar, echa a los que se apoderaron de la Casa de Dios para hacerla como una cueva de asaltantes. La Casa de Dios es lugar de encuentro, alegría, fiesta y oración para el pueblo, tantas veces humillado en su dignidad y avasallado en sus derechos. Hacia el Templo peregrinan los pobres para encontrarse con Dios que los hace libres. El Templo dejó de ser casa de oración para convertirse en cueva de asaltantes. Allí escondidos esperan al acecho los mercaderes, que se adueñan de los bienes y de la vida de los más pobres. Jesús pone las cosas en su lugar. Para que el pueblo pueda disfrutar del Templo, que es Casa de oración, los mercaderes deben alejarse de él. En el Templo ahora purificado ya, Jesús enseña diariamente a un pueblo que está pendiente de sus palabras. La Iglesia, Pueblo de Dios, encuentra su razón de ser cuando se pone a la escucha de la palabra de Jesús y se dispone a vivirla. Hoy se necesita una Iglesia que, renovada por la Palabra, sea un recinto de verdad y de amor.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Un hombre solo, enfrentado a esa ciudad grande de corazón mínimo. Un hombre, ese hombre, derribando las mesas de los cambistas, expulsando a los mercaderes de todo, demoliendo desde su autoridad el pingüe negocio de los apropiadores del Templo.
-posiblemente, ese hecho decidiría su posterior condena a muerte, tal era la rabia que desataba-
Lo verdaderamente grave quizás fuera que a todo se le había puesto precio, inclusive a la piedad y al culto, como si pagando un valor predeterminado -y gravoso- se accediera a los favores divinos.
Todo se había pervertido: lo valioso no estaba ni en la magnificencia y belleza de la edificación, ni en las multitudes peregrinas, ni en el dinero que cambiaba de manos. Adrede, ignoraban que el Templo era sagrado por el Dios que lo habitaba. Por ello mismo, ese Templo sería derribado, no como castigo, sino más bien por haberse perdido su fundamento. Se había pervertido su cimiento primero, transformando una casa de plegarias en un nido de maleantes.
Ese hombre, el más humano de todos y por ello mismo, Dios con nosotros, es el nuevo Templo. Y sus hermanas y hermanos -aquellos capaces de seguirlo- se convierten en templos vivos del Dios de la Vida y la Gracia.
Sometidos a los crueles dictámenes del falso dios Mercado -Moloch de falacias y primer productor de esclavos y miserias-, hemos de suplicar que el Maestro intervenga otra vez, con autoridad, con coraje y valor.
Nada de conformarse ni de buscar la falsa paz de la comodidad; sería maravilloso que nos derribe todas esas mesas que vamos ubicando alma adentro, en donde asentamos el trueque de promesas por recompensas... nada más ajeno al amor y a la Gracia.
Volver a descubrirnos templos latientes, casas de oración en marcha.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús arrojó del Tempo a los comerciantes. --- Es para nosotros un buen momento para preguntarnos: ¿Qué es lo que el Señor tiene que arrojar fuera de nosotros para llegar a ser mejores cristianos? ¿Qué obstáculos encontramos en el camino que nos llevaría más cerca de Dios en la vida de cada día? Lo que realmente nos importa a los cristianos es que estemos adheridos espiritualmente al Señor y cercanos a la gente que nos ha confiado. Entonces podemos darle culto con toda nuestra vida.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios y Padre nuestro: Con frecuencia convertimos nuestros corazones en casas de orgullo y avaricia más que en hogares de amor y de bondad, donde tú puedes sentirte a gusto, como en tu casa. Destruye el templo del pecado en nosotros, arroja toda clase de mal de nuestros corazones, y haznos piedras vivas de una comunidad en la que pueda vivir y reinar tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Por su palabra y acciones Jesús nos ha hablado hoy que tenemos que servir a Dios como él mismo hizo: en espíritu y en verdad, es decir: nuestro vivir de cada día debe corresponder a lo que nosotros creemos, en servicio leal a Dios y al pueblo. “¿POR QUÉ TU IGLESIA...?”
Señor, ¿por qué tu Iglesia da la impresión de vivir más obsesionada por justificarse a sí misma que por transparentar tu perdón?¿Por qué se preocupa más de anunciarse a sí misma que de anunciar al mundo tu Evangelio?
¿Por qué reduce tu mensaje a un moralismo voluntarista y de justificación por la Ley , en lugar de dejarte ser la Gran Noticia inapresable que eres para nosotros, tus hijos e hijas?
¿Por qué en tu Iglesia seguimos temiendo a los pobres, aún después de haber dicho que optamos por ellos?
¿Por qué se callan las voces nuevas, las voces discordantes, las voces que protestan, las voces que piden abrir puertas y ventanas y compartir saberes y esperanzas?
Líbranos del miedo, Señor. Haz que tu Iglesia sea transparencia de las inagotables dimensiones de tu perdón, de tu llamada y de tu mensaje que llevan a la vida, no sin pasar por la muerte. Y hazla casa solariega, casa de oración, lugar de encuentro y alegría para todos en medio de las dificultades de la historia.
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