miércoles, 2 de noviembre de 2011

Lectio Divina martes 01 de noviembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Ap 7, 2-4.9-14; Salmo 23;  1Juan 3,1-3; Mateo 5, 1-12. (Fiesta de todos los santos)

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

YO QUIERO SER UNO DE ELLOS


1. Hagamos las LECTURAS 
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causen daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.» Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.  Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.» Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.» Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»

Del Evangelio según san Mateo 5, 1-12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.» 

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Hoy en día nadie vive de espaldas a Dios y al amor a sabiendas, absolutamente, como a veces nos juzgan los impuros ojos humanos. Puede ser que, equivocadamente o inconscientemente, pequemos y nos olvidemos de Dios. La libertad que Dios nos ha dado permitiría incluso la posibilidad de pecar a conciencia, pero, en el fondo, quizá no sea ni posible. Lo que sí parece claro es que eso no es lo importante. Lo más verdadero no es nuestra libertad, sino su fidelidad. Dios ha querido ser libremente fiel a su alianza y no abandonarnos al mal. Por eso, conscientes de que contamos con la parte que Él pone, confiamos en su misericordia, en su bienaventuranza, en que somos contados entre los que forman parte de ese grupo en marcha. El Señor nos invita hoy a aunar nuestras voluntades. La nuestra con la suya. Dejarlas confluir. Este es el gran proyecto de la santidad: ser cada vez más como el Señor nos quiere. Que nuestra voluntad sea hacer la suya. Comunión de voluntades… comunión de los Santos: un grupo en marcha en el que tú y yo, por su gran amor, tenemos un lugar.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy es el día de todos los santos, hoy nos cae de perlas esta fiesta, porque como todos los primeros martes, nos reunimos entorno al Altar para pedirle a Santa Marta que interceda por nosotros, hoy unimos nuestra fiesta particular a la de todos los santos. Meditemos: “Yo quiero Señor ser uno de ellos”, cantaba Louis Amstrong, con aquella voz  inimitable. Es un deseo: ser contados entre los bienaventurados. Nadie quiere estar lejos del amor de Dios ni privarse de pertenecer a ese grupo. Hacerlo, sería como decir que rechazamos el amor. ¿Quién es capaz de rechazar el amor incondicional de alguien cuando es el proyecto más importante que alberga el corazón humano? En lo profundo, todos queremos ser Santos. De hecho, lo somos de alguna manera. Toda persona es un auténtico héroe, que lucha, que llora, que sufre, que pasa hambres de muchos tipos, que es perseguida o contrariada, que es capaz de ser misericordiosa y poner su corazón en la pobreza de los demás. “Yo quiero ser uno de ellos”. Quiero ser contado entre los que intentan, con temor y temblor, vivir respondiendo a un amor más grande. La santidad es un proyecto y, a la vez, una gracia concedida. Estamos llamados a la santidad, nos dicen. Y podemos tender hacia ella porque el que es verdaderamente Santo nos atrae y nos lleva, aun en medio de muchos pecados. Nadie ama el pecado ni vive queriéndolo en su vida.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Nunca será suficiente un calendario, ni diez, ni cien. Ellos pueblan toda la historia humana.

Algunos de ellos son puntualmente recordados por sus nombres, sus obras, sus historias. Quizás por vivir la Buena Noticia hasta las últimas consecuencias, también por negarse a sí mismos para que otros vivan. En ellos late el sacrificio heroico, la ternura silenciosa, la pasión por la vida plena, el socorro del necesitado, el corazón ilimitado, la entrega constante por el prójimo, la eternidad vivida a diario en el aquí y ahora.

Muchos son honrados con títulos exactos -santos, beatos- y su memoria perpetuada en los altares son signo vivo de la presencia de Dios entre nosotros. Y muchos -muchos más- sazonaron los tiempos y germinan en nuestros días de modo anónimo y eficaz, levadura viva que nos hace superar la masa informe y hacernos humanos, cada vez más humanos, tan humanos como Aquél que se atrevió a llamarse Hijo del Hombre, Dios mismo acampando aquí, en estos desiertos.

Unos y otros tienen un color común que los identifica: la plenitud. Han hecho vida la música infinita de las Bienaventuranzas del Maestro, y sus vidas fueron, son y serán un canto a la vida.

Es un día de celebración muy especial: ellos nos dicen, junto a Jesús, que ser felices y plenos es posible, y que esa felicidad es don ofrecido gratuitamente -¡Gracia!- a toda mujer y todo hombre de buena voluntad de todo tiempo y lugar.

Certeza de Dios con nosotros, de Dios por nosotros, de Dios con nosotros, de mujeres y hombres, jóvenes y viejos, niñas y niños testigos de la Vida abundante ofrecida y compartida desde la sencillez y profundidad de una mesa común.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
En esta celebración de Todos los Santos nos preguntamos: ¿Qué idea tenemos de los santos? Son para nosotros como soñadores idealistas, fuera de todo contacto con el mundo y con la gente, pasivos y tristones como sus estatuas de yeso? La liturgia de hoy nos cuenta una historia diferente. Los Santos son gente ordinaria como nosotros, con la misma carne y sangre que nosotros. Pero tuvieron la valentía de ser diferentes, de hacer las cosas ordinarias de la vida a la manera extraordinaria de Cristo, de quien toman su valor. Ellos nos avergüenzan con su serena, pero fuerte amabilidad, su integridad, su entrega a Dios y a sus hermanos, trabajando por la justicia, la verdad y la paz. Pidámosle al Señor, que está aquí con nosotros, la fuerza para seguirle a él como ellos lo hicieron, como Santa Marta lo hizo.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios de esperanza y Señor del futuro:  Por medio de los santos nos inspiras hoy  con nuevas esperanzas en el futuro del mundo y de la gente.  Que nos percatemos, Señor, de que,  con tu fuerza, hasta nuestros sueños más atrevidos  pueden hacerse realidad,  e incluso pueden ser superados:  que la justicia, la paz y el amor sean valores  por los que valga la pena vivir y morir,  y que, un día, tú corones tu propio trabajo en nosotros,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:   Los santos eran gente como nosotros, débiles, con los mismos defectos que nosotros; solamente que ellos no se conformaron con esos fallos. Ellos vivieron las mismas vidas que nosotros, pero de forma más audaz y valerosa. Nosotros estamos llamados a la misma santidad a la que Dios les llamó a ellos. “SER POBRE”
No creas, amigo, que ser pobre es fácil. Ser pobre es algo más que no tener dinero,
algo más que ser humilde, algo más que pasar hambre, algo más que estar sólo, algo más que dormir a la intemperie…

Porque ser pobre es ofrecer una sonrisa, es compartir lo poco que uno tiene, es defender al más débil, es creer en la dignidad que se te niega, es acunar esperanzas bajo las estrellas.

No creas, amigo, que ser pobre es fácil. Hay que tener las manos vacías, pero abiertas;
el corazón desecho, pero destilando ternura; las entrañas con ira, pero llenas de misericordia; el cuerpo encorvado, pero el espíritu sano; la vida sin horizonte, pero con estrellas…

Te costará lo que más quieres. No podrás ser tuyo ni de nadie, sólo pobre, como los pobres que te encuentres; y nunca volverás a ser lo que eres porque ésta es una lección indeleble…

Hazme pobre, Señor, si quieres. He fracasado en el intento, pero tus palabras siguen quemándome.

Santa Marta, Rogad por nosotros.


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