Lectio Divina viernes 11 de noviembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Sabiduría 13,1-9; Salmo18; Lucas 17, 26-37
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
SIN PERDER DE VISTA EL HORIZONTE
1. Hagamos las LECTURAS
Jesús dijo a sus discípulos: -«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acuérdense de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Les digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron:-«¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Estas lecturas son un aviso para que siempre estemos preparados, vigilantes, mirando con seriedad hacia el futuro, que es cosa de sabios. Porque la vida es precaria y todos nosotros, muy caducos. Vale la pena asegurarnos los bienes definitivos, y no quedarnos encandilados por los que sólo valen aquí abajo. Sería una lástima que, en el examen final, tuviéramos que lamentarnos de que hemos perdido el tiempo, al comprobar que los criterios de Cristo son diferentes de los de este mundo: "el que pretenda guardarse su vida, la perderá, y el que la pierda, la recobrará".
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Se acercan los días del Hijo del Hombre: Su Apocalipsis (manifestación). No se habla ni de Parusía ni de Venida, sino de su manifestación en todos los momentos de la historia. Esta manifestación es inesperada, pero sucede en medio de las actividades de la vida cotidiana: comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar y construir (vv. 26-30). Las exigencias, cuando llegue aquel Día, se concretan en no mirar atrás, ni aferrarse a la vida. La respuesta al “dónde” es ambigua y enigmática; es un dicho popular, no una metáfora. Se insinúa solamente la fuerza de atracción que tiene la manifestación. Los buitres son atraídos por el cuerpo muerto. Una de las teorías de más consenso es que Jesús aludiría aquí a Jerusalén, que era muy corrupta --como un cuerpo muerto-- y por eso atraía su propia destrucción.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
El volverá. Nadie sabe exactamente cuando, pero tenemos la certeza de que volverá. Su regreso no significa tanto un final, sino más bien un comienzo: el comienzo de la plenitud de su Reino, la humanidad llevada a su máxima expresión por la vida en Dios y con Dios.
El trajín cotidiano nos hace perder de vista el horizonte, y así todo se nos vuelve rutinario, desabrido... justo a nosotros, que tenemos el maravilloso encargo por parte del Maestro de ser sal de la tierra.
Sin horizonte, no hay sentido. Él se va asomando en ese horizonte, y hemos de estar atentos, para que su regreso no nos atrape desprevenidos. No vaya a ser que el quehacer diario y los intereses perecederos nos vuelvan miope el alma.
Él volverá, es nuestra esperanza y nuestra alegría de que este Reino que va creciendo en silencio y que tratamos de hacer presente, sea pleno.
Que Jesús sea todo en todos.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús reprende a los que dejan de ver los signos de su venida como en un juicio. Su venida no es un acontecimientos excepcional, ya que Jesús culpa a la gente por su falta negligente de vigilancia en la vida diaria. Él sigue viniendo, y por eso la gente tiene que estar siempre dispuesta y preparada.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, salvador nuestro: Somos tu pueblo en marcha que se esfuerza por llevar a cabo la tarea de dar forma a tu reino de amor y paz en este mundo. Cuando n os sentimos desalentados, temerosos o negligentes, haz que sigamos caminando hacia adelante con esperanza; haznos vigilantes en la oración, para que percibamos los signos de la venida de tu Hijo. Que Jesús camine con nosotros ahora ya por el camino que nos ha mostrado, para que nos conduzca hacia ti, nuestro Dios vivo, por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Sigamos esperando, porque hay un futuro mejor. Cristo está con nosotros, y junto con él podemos erradicar la violencia y las guerras, podemos derrotar al rencor y al odio con la amistad. Mantengamos nuestras cabezas bien altas, porque el Señor Jesús está con nosotros y con él hay esperanza y un futuro mejor. DIOS ESTÁ CERCA
¡Vamos, levántense se acerca su liberación! Hay signos a su alrededor. ¿No los ven en el barrio, en la fábrica, en la comunidad, en su propia casa y en ustedes mismos, sin ir más lejos? Restriéguense los ojos, miren con esperanza el horizonte, escuchen las buenas nuevas, déjense despertar por la brisa. ¡Dios está cerca!
¡Venga, levántense, alcen la cabeza! La gente se angustia por todo y anda sin aliento, dando tumbos de acá para allá, viviendo sin vivir, echando a perder su vida. Se desvive en fuegos fatuos, en espejismos de desierto, en vagas añoranzas. Recobren el aliento. ¡Dios está cerca!
¡Ánimo, levántense y permanezcan despiertos! No se les embote la mente o desboque el corazón con tanta preocupación sobreañadida: qué les pasará y qué harán, cuánto ganarán y gastarán, cuándo sucederá y por qué, cómo escaparán de la red de la moda o de la fiebre de las rebajas. Naden contra corriente. ¡Dios está cerca!
¡Dale, levántense, y pónganse en marcha con ilusión renovada! Oteen el horizonte. Vivan atentos a los susurros, a los lloros, gritos y risas de la humanidad entera. Dios está cerca. Broten a la vida. Dejen lo vano y lo estéril. Pidan fuerza para la espera. ¡Dios está cerca!
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