Lectio Divina miércoles 26 de octubre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lectura Romanos 8, 26-30 Salmo; Lucas 13, 22-30
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
¿SERÁN POCOS LOS QUE SE SALVEN?
1. Hagamos las LECTURAS
Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen. Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por él según su designio salvador. En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.
Del Evangelio según san Lucas 13, 22-30
Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esfuércense en entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, se quedarán fuera y llamarán a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él les replicará: "No sé quiénes son." Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él les replicará: "No sé quiénes son. Aléjense de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Miren: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD - “A los que aman a Dios…” “Entren por la puerta estrecha”…El domingo decíamos que había que amar a Dios con todo alma, con todo el ser, con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo. Los que aman a Dios son los que entran por la puerta estrecha de la justicia, del respeto a la dignidad de las personas, de la honestidad. Hoy nos seduce la autopista amplia y cómoda del descaro, de la deshonestidad, el abuso de los bienes destinados a ser repartidos y compartidos en justicia y equidad. La puerta estrecha es la cruz: la entrega incondicional, el servicio al Bien Común, la transparencia…aunque cueste la vida.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Jesús sigue con la enseñanza dirigida a los discípulos. Comienza en esta sección el Banquete del Amor, en que se describen los rasgos del auténtico creyente y de la comunidad cristiana. Estas palabras de Jesús que explican la dificultad y la exigencia del seguimiento, son una amenaza para la mayoría de los judíos, que serán lanzados fuera, mientras vendrán de todos los puntos cardinales hombres y mujeres a formar parte de este reino.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Siempre me han dejado pensativo estas palabras de la carta a los Romanos (8, 28): "A los que aman a Dios todo les sirve para el bien". Me han venido a la memoria, como a tanta gente, cuando he encontrado alguna adversidad.
Pero es fácil intuir que hay algo más profundo en esa afirmación. Es una promesa consoladora y un encargo. "Los que aman a Dios colaboran activamente en función del bien". Trabajar por el bien encierra una gratificación que, en algún momento, aflora. Enlazando con las reflexiones de los dos días anteriores, trabajar por el bien es "dejarse llevar por el Espíritu", reconociendo este mundo fecundado por el Reino de Dios. Hemos sido escogidos para esta misión, como reflejos del Hijo, como hijos e hijas.
Cada cual tiene la inmensa fortuna de mostrar el rostro de Dios, rostro de bien que anticipa el cara a cara con Él. Igualmente, todo el que se sabe hijo o hija de Dios anhela entrar en el banquete de su Reino, con el esfuerzo necesario, por el camino del don. En este anhelo se sitúa la pregunta sobre el número de aquellos que van a ser admitidos al banquete. Quizá fuera una duda normal en el contexto fariseo de aquel tiempo y se ha podido extender a otros tiempos. Incluso hoy puede haber quien busque una respuesta precisa para hacer cálculos sobre su salvación y la del resto de los mortales. Sin embargo, Jesús no da una solución matemática. La salvación no es cuestión estadística, para determinar quién queda incluido y quién excluido, por porcentajes o por aproximación.
Jesús responde aludiendo al compromiso con una cruda seriedad, la de la "puerta estrecha". Parece como si Jesús quisiera espantar al curioso que le pregunta con malicia. Incluso se puede interpretar que Jesús quiere decir que serán pocos los que puedan salvarse. No. No echemos cuentas. Si no se entienden bien estos versículos de Lucas —o no se quieren entender—, acudamos a Mateo 25, 31-46 —juicio final— para comprender cómo se atraviesa —o no— la "puerta estrecha". Y también, personalizando la fe, a Mateo 7,5: "Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”. Atravesar la "puerta estrecha" exige desprenderse de la viga o las vigas propias, que pesan y hacen tambalearse, que ciegan e impiden encontrar el quicio. La hazaña de cruzar esa "puerta", la suelen hacer algunos últimos, venidos de oriente y de occidente, del norte y del sur… ¿Serás tú de los primeros… que aman a Dios?
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
¿Me considero seguro porque cumplo externamente con mis deberes religiosos?
¿Me considero religiosamente superior a otros basándome en criterios de práctica religiosa?
¿Intento entrar por la puerta estrecha de la conversión de cada día?
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo: Sabemos que hay pobres en el mundo y que hay gente que sufre a causa de la injusticia y de la dureza de corazón de otros. No nos permitas que permanezcamos indiferentes a su grave situación, sino danos el valor para compartir con los necesitados y ser la voz de los sin voz. Haz nuestra fe profunda y comprometida, para que tú nos reconozcas como verdaderos hermanos y hermanas de Jesucristo nuestro Señor.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: La puerta es angosta y hay que esforzarse para entrar… deja que el Señor te corrija y sientas el gozo de su gracia y tu esfuerzo por responder a esa gracia: “CORRÍGEME, SEÑOR”
En el camino, por donde avanzo, porque no siempre construyo ni siembro. Quiero levantarme, y caigo, hacer el bien, y edifico en el mal, aventurarme, y me quedo en los mínimos, seguirte, y me quedo en mí mismo.
CORRÍGEME, SEÑOR
Porque, la salvación que Tú me ofreces es eterna frente a lo efímero que veo Es futura, no de hoy para mañana es universal, no para unos pocos.
CORRÍGEME, SEÑOR
Necesito vivir en tu presencia para que la soledad no me atrape. Necesito de tu Palabra eterna y huir de las falsas y huecas. Que la vida, Señor, se acaba, pasa…y no vuelve, que temo mal vivir, si no vivo contigo, desgastarme sin ofrecerte de mí lo mejor, morir y, por el sendero, haber dejado sólo tropiezos y, adentrarme por puertas espaciosas que me han conducido a la infelicidad y desencanto
CORRIGEME, SEÑOR
Aún estoy a tiempo: de dar con la puerta que conduce a tu Paraíso, de abrir la puerta que lleva a la felicidad auténtica, de empujar la puerta que me enseña la eternidad ,de contemplar, detrás de tu puerta, que sólo vives Tú, que sólo reinas Tú y que, en el cielo, aún siendo difícil entrar, la llave y la clave la tenemos en la FE que Tú nos das Amén
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