lunes, 24 de octubre de 2011

Lectio Divina lunes 24 de octubre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Romanos 8, 12-17: Salmo 67; Lucas 13, 10-17

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

YA MIRAMOS SIN VER AL QUE SUFRE



1. Hagamos las LECTURAS 
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tienen para trabajar; vengan esos días a que los curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de ustedes, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  -  Así como los que asistían regularmente a la sinagoga se habían acostumbrado a ver a esta mujer encorvada por tanto tiempo, nosotros, nuestro mundo, también nos hemos acostumbrado a ver el sufrimiento ajeno y pasar sin mirar, o peor aún, ya hasta nos burlamos… Hay tres casos recientes de esto: un pobre hombre que se tiró del puente de las Américas y que como ocasionó un tranque descomunal algunos que pasaban le gritaban: ¡Tírate ya! Otro caso el de la muerte de Gadafi todo destrozado y los que lo ajusticiaron y los curiosos alrededor muy tranquilos tomándole fotos. Otro caso, el de la niña china de dos años que fue atropellada dos veces y la gente pasaba alrededor y miraba como si nada. Entre encorvados e indiferentes andamos…
Sin embargo, por entre el vocerío inútil y la bulla mundana, se alzan voces que en nombre del Maestro y por Él, ven a los encorvados, los llaman por su nombre y los hacen poner de pie, liberándolos de todo yugo y haciendo que recuperen íntegramente su dignidad como hijas e hijos de Dios. Cuando esto sucede, es Cristo que pasa y es el Reino que se hace presente. La liberación implica salud y alegría.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La importancia que los judíos daban al cumplimiento de los preceptos era constantemente “carga pesada” para Jesús, cuando enseñaba o realizaba algunos signos, que, más que simples acciones o milagros que favorecían a determinadas personas, eran un llamado urgente a producir un verdadero rescate del ser humano. Ese ser que se muestra enfermo, marginado o encorvado frente a la vida, a quien hay que transformar en persona y
devolverle su dignidad de criatura de Dios. La reprimenda de Jesús al jefe de la sinagoga es fuerte, tanto por las expresiones que usa como por el sentido que le da y que termina haciéndole sentirse confundido ante los argumentos contra el cumplimiento superficial de la Ley. Jesús nos recuerda que no debemos esmerarnos por cumplir la “letra” de la Ley, sino más bien su “espíritu”; que es más importante ser persona que no tan sólo parecerlo; que debemos construir el Reinado de Dios desde nuestro corazón. Jesús nos muestra lo importante que es salir de la encorvadura espiritual en la que vivimos y ser capaces de “enderezarnos” para poder mirar de frente al mismo Dios.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Es difícil que la Palabra para el día de hoy se nos haga ajena. Esa mujer, encorvada y agobiada, se encontraba allí, en un costado, doblegada por su mal desde hace mucho tiempo, -algo más que mucho tiempo, dieciocho años- está allí, tirada como una cosa inservible; la rutina del mal que la vulnera es tal que su nombre se ha disuelto, ha perdido el habla, no pide ser curada, pasivamente y en silencio sufre su mal.

Sin dudas, los asistentes habituales de la congregación -tal es el significado del término sinagoga- también estaban acostumbrados a ese mal; para colmo de males, era mujer. Por ello mismo, todos la miraban como parte cotidiana y normal en su encuentro religioso.

Pero pasa el Maestro, y Él mira y Él ve. La mira a los ojos, la llama, la declara libre de su enfermedad y le impone las manos.

La Palabra es eficaz, y esa eficacia está mucho más allá que nuestros limitados parámetros de eficiencia. La Palabra es liberación. Esa mujer enmudecida y oprimida por la enfermedad y el olvido de sus paisanos, es recreada y liberada por la acción de la Palabra de Dios, acción solidaria, acción de ternura, Reino entre nosotros desde Jesús.

Pero es claro, siempre anda por allí el portavoz de los comedidos que se quejan y no demoran en expresar a los gritos su indignación; ese galileo es un insolente que ha quebrantado las normas -que ellos mismos han sacralizado-. Aunque tal vez la insolencia mayor haya sido que ellos mismos, su indiferencia, ha quedado en evidencia...

Lámpara es tu Palabra, Maestro. Estamos demasiado atados a costumbres que hacemos sagradas, y que sólo conducen a relegar al hermano agobiado al olvido, a mirar sin ver al que sufre, a acostumbrarnos con una rutina cruel a que el dolor se nos haga habitual.

Quizás -sólo quizás- haya que rogar al Espíritu nos despierte de ese sopor inhumano y nos vuelva maravillosamente insolentes, como Él. Para hacer el bien, para ir en socorro del agobiado no se debe pedir permiso y no hay norma, canon ni doctrina que esté por ante la necesidad del hermano. Habrá que decidirse por esas santas malas costumbres del Reino.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
La mujer encorvada de hoy es un símbolo de todas las mujeres, excesivamente vejadas, en la historia Es un símbolo de todos los que soportan pesos intolerables, de cualquier tipo que sean. Puede que sean más de lo que nos parece, aunque sus espaldas no se curven materialmente.

He ahí a hombres y mujeres curvados por el peso del hambre y de la pobreza. Hombres y mujeres curvados por el peso de los hijos y las preocupaciones familiares. Hombres y mujeres curvados por el peso de los trabajos y los desvelos. Hombres y mujeres curvados por el esfuerzo y la lucha de la vida. Hombres y mujeres curvados por la incomprensión y la soledad. Hombres y mujeres curvados por el vicio y los apegos. Hombres y mujeres curvados por los recuerdos y los remordimientos, por los fracasos y las tristezas. Hombres y mujeres curvados por la falta de salud y por los años. - Gesto simbólico.

Pero ahora viene la reacción de Cristo. Al ver a esta mujer, no lo aguanta. Ni siquiera espera que ella le pida nada, como en los otros milagros. Tampoco le importa a Jesús que sea o no sea sábado. Eso era una muleta más. Jesús la llamó, la impuso las manos y la levantó.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, sé que hoy quieres levantarnos también a nosotros. No quieres que vayamos por la vida agobiados y encorvados. Ponemos todas nuestras cargas en ti, sean materiales, sean espirituales. Libéranos de las fuerzas que nos oprime y de la que no somos capaz de liberarnos, haz que tu Hijo Jesucristo, extienda su mano sobre nosotros y diga con fuerza su palabra: "KUM, levántate". Y que ya levantados por la fuerza de su Palabra, podamos ayudar a tantos hombres y mujeres que andan encorvados por la vida. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Probablemente lo que nos falta es capacidad de asombro ante los males que presenciamos. Hagamos como Jesús  que entró a la sinagoga a dar culto al Padre con los demás, pero a diferencia de ellos hizo algo propio de Dios: Vió, Llamó y Dijo: Quedas libre de tu enfermedad.  Los demás no habían visto en 18 años que esta mujer estaba padeciendo. MUJER QUEDAS LIBRE… LIBRE… LIBRE
Mientras la mujer iba hablando, le brotaba por dentro la seguridad, la calma, recobró la confianza en sí, se fue colmando de paz... 

Pudo enderezarse, alzar la vista y mirar a Jesús a los ojos; y se sintió contenta de ser mujer; se supo dueña de sí y agradecida; completamente abierta al intercambio de dones. 

Entonces recordó las palabras de Jesús: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Y se fue contenta repitiendo: libre… libre… libre.

Todos la saludaban con alegría, le expresaban su parabién, muchos la abrazaron, se vio en boca de todos, felicitada, acompañada, rica de amigos y de ganas de vivir y de hacer tantas cosas...
¡Gracias, Jesús!

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