miércoles, 29 de junio de 2011

Lectio Divina miércoles 29 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Hech 12,1-11; Sal 33; 2Tim 4,6-8.17-18 Mateo 16,13-19

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

A TI TE ENTREGO LAS LLAVES



1. Hagamos las LECTURAS 
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Del Evangelio según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  Hoy es día de pedir sinceramente por la Iglesia, de sentirnos identificados con ella, de agradecerle tanto como nos ha dado y de desear sinceramente que vaya limando constantemente las aristas que puede tener y que evitan a los hombres el encuentro con Dios en ella. Es día de examinarnos, como componentes de esa Iglesia y de ver si el fundamento de nuestra pertenencia a ella, es por encima de todo, el que Cristo exigió a Pedro: el amor a El. Sólo si podemos contestar, aunque sea desde nuestra pequeñez, con la misma sinceridad con que lo hizo Pedro que, ciertamente, amamos a Cristo podremos ser piedras útiles en ese edificio de la Iglesia que, a pesar de nosotros mismos, no se derrumbará nunca y que es absolutamente necesaria para el mundo si de verdad cumple con la misión que tiene encomendada: llevar a los hombres hacia el Reino, haciendo que ese Reino sea una realidad ya, aquí y ahora. Hoy es día de penetrar en el conocimiento de la Iglesia, de aceptarla tal como es con toda su grandeza y sus posibles zonas de sombra que hacen resplandecer todavía más la luz de Cristo que es quien, en definitiva, la sostiene por encima de cualquier terremoto.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Ellos son los dos pilares sobre los cuales el Señor construyó su Iglesia y a quienes confió la fe. Su misma fe había sido probada, cuando Pedro negó a Cristo y Pablo perseguía al mismo Cristo en la persona de sus discípulos. Después, con su fe fortalecida ya, dedicaron toda su vida a difundir el evangelio. Podemos aprender de ellos hoy cómo permitir a Cristo que tome posesión de nosotros, de tal forma que vivamos para él y para su Iglesia y estemos dispuestos a sufrir por esa misma fe.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Son, Pedro y Pablo fundamento de nuestra Iglesia. Son, los dos, hombres con un pasado no precisamente brillante.

PEDRO - Pedro es un predilecto de Jesús, desde el primero momento. Vive con el Señor los acontecimientos más importantes de su vida, todos aquéllos que estaban reservados para unos pocos. Fogoso y temperamental no tiene inconveniente en asegurar a Jesús que es capaz de morir con El y que le seguirá fielmente hacia ese camino de dolor y renuncia que el Señor estaba pintando y que Pedro, en un primer momento, rechazó con toda la energía de su temperamento. Pero todos sabemos que Pedro falló en toda la línea. Bastó la insinuación de una mujer, en los momentos de peligro, para que negase rotundamente conocer al Maestro. No es para escandalizarse. Todos nosotros tenemos más que motivos suficientes para comprenderlo y disculparlo. Lo comprendió y lo disculpó el Señor. Siguió encontrándose con él después de su resurrección, concediéndole, como siempre, un "trato de favor" y, tal como hoy leemos en el evangelio, quiso dejarle el cuidado de los suyos, sin recordarle nunca su estrepitoso fallo. No hubo para Pedro, por parte de Jesús, reprensión sino perdón. No le echó en cara Jesús a Pedro su pasado sino que le echó en cara su futuro, un futuro en el que Pedro, efectivamente, será capaz de seguir, paso a paso, las huellas de su Maestro. Y quedó claro que lo único que Jesús exigió a Pedro para que fuera su fiel imagen en la tierra, era que le amase. Si hay algo claro por parte de Cristo es el deseo de fundamentar a los cristianos en el amor, en el amor a su Persona y, como consecuencia lógica, en el amor a todos los hombres.

PABLO - Pablo también es un hombre con tristes antecedentes. Fanático de la Ley, dogmático, duro e intransigente, se caracterizó por la persecución a los primeros cristianos creyendo a pies juntillas que así hacía un buen servicio a Dios, naturalmente a "su" Dios. Hizo falta que cegaran sus ojos, que tan claramente veían, para que una luz nueva se hiciese en su interior y rompiera completamente con aquel estilo que tan contrario era con el del Señor al que, a partir de entonces, iba a servir con una dedicación exclusiva y excluyente. También para Pablo será el amor de Cristo el que cimentará su vida ya para siempre orientada hacia una sola meta.

Estas son las "piedras" fundamentales de nuestra Iglesia. Unas piedras que tienen sus grietas y sus resquebrajaduras, porque la única Piedra fundamental, aquella que desecharon los constructores, es Cristo y sólo en El no hay fisura, ni tacha ni grieta. En todos los demás, estén más o menos arriba o abajo, sean más o menos importantes o corrientes, es posible la grieta, como fue posible en Pedro, que vivió tan cerca de Cristo y en Pablo que era un estupendo cumplidor de la Ley, un religioso de cuerpo entero. Es ésta una realidad confortante y que además ha tenido en la Iglesia una demostración constante a través de los siglos.


3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Hoy es día de penetrar en el conocimiento de la Iglesia, de aceptarla tal como es con toda su grandeza y sus posibles zonas de sombra que hacen resplandecer todavía más la luz de Cristo que es quien, en definitiva, la sostiene por encima de cualquier terremoto.
Pedro y Pablo son dos cristianos en los que debemos mirarnos con frecuencia. Ambos tuvieron sus fracasos personales y ambos siguieron tan fielmente a Cristo que lo hicieron visible en el mundo acercando a El a todos aquéllos que se les aproximaban. Esto es lo que cuenta y lo que les hace grandes a los ojos de Dios y también, desde luego a los de los hombres y, por supuesto, a los que de todos los que, como ellos, pretendemos seguir siendo Iglesia, esa Iglesia que ellos construyeron con su propia sangre.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro, te damos gracias hoy por tus apóstoles Pedro y Pablo. Danos su fe y fidelidad para que podamos construir entre nosotros --como una comunidad de fe y amor— la Iglesia para la que ellos vivieron y murieron. Otórganos sus convicciones y su valor para que todo el mundo participe de la Buen Noticia de tu Hijo Jesucristo, hasta que ojalá él sea todo en todos, ahora, y por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
PARA ACTUAR Pidamos a Dios que nos bendiga, para que seamos la Iglesia de Pedro, firme en la fe, construida sobre roca, unida como el Cuerpo de Cristo,  y a la que no se puede vencer. Que seamos también nosotros la Iglesia de Pablo, dinámica, sin fronteras, inquieta hasta que Cristo sea conocido  y acogido por todos. ¨ A TI TE ENTREGO LAS LLAVES¨
A ti te entrego las llaves: en tus manos pongo la creación entera,  también mi Reino, mis ilusiones y mi confianza y palabra de Padre. Te hago portero de esperanzas y proyectos  para que te sientas libre y responsable.

Llaves para abrir las puertas cerradas,  los corazones duros e insolidarios  y todos los secretos fabricados. Llaves para repartir los bienes de la tierra,  todo lo que puse y produce, sin que te sientas ladrón de haciendas.

Llaves para mostrar todos los tesoros de arcas, baúles y bibliotecas, y poder sacar las cosas buenas. Llaves para dar a conocer los misterios de la ciencia y desenredar conciencias.

Llaves para abrir lo que otros cierran  -Iglesias, fronteras, fábricas, bancos—,
quizá tu casa, tu patio, tu cuenta.  Llaves para entrar en cárceles, quitar trabas, soltar cadenas, anular grilletes, conocer mazmorras.

Llaves para perdonar barbaridades,  quitar miedos y culpabilidades  y andar con la espalda bien alta.  Llaves para que nadie encuentre  las puertas de su camino cerradas,  aunque sea de noche. Llaves para desatar leyes, normas, mandatos y edictos de gobernadores, representantes y falsos dioses.  Llaves para liberar a los que sienten que tienen las puertas cerradas y la vida hecha y planificada.

Llaves para que los insensatos  no pierdan el tiempo quejándose, y puedan entrar aunque lleguen tarde.  Llaves para que siempre puedas,  a quien llega a tiempo o deshora,  enseñar tus entrañas, tus rincones.

Llaves para abrir heridas -en el cuerpo, en el alma, en las estructuras- y así poder curarlas. Llaves para cuidar y mostrar la buena noticia, mi casa, mis tesoros de Padre y Madre.

A ti te entrego las llaves; pero mira los rostros setenta veces siete  antes de creerte juez, clérigo o jefe.


Lectio Divina martes 28 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Gén 19,15-20; Sal 25; Mateo 8,23-27

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

… Y VINO UNA GRAN CALMA


1. Hagamos las LECTURAS 
Subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  “Señor sálvanos que nos hundimos” – Al menos estos discípulos de Jesús sabían qué les estaba pasando y pudieron gritar al que tenían cerca… Pero ¿nuestra sociedad de hoy…?: Empezando porque no estamos todos juntos, cada uno rema por su lado… segundo porque no sabemos a ciencia cierta qué nos está pasando y porqué nos estamos hundiendo… y tercero, porque no sabemos ya a quién llamar o porque en lugar de decir: “sálvanos” decimos “sálvame”. 

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El “relato simbólico” de este pasaje evangélico quiere darnos a entender que, muchas veces, la poca fe que mostramos en quien nos ha llamado es la causa de las deficiencias y falta de sintonía con el proyecto del Padre: El Reino. La tempestad simboliza los momentos críticos, de dificultad que se presentan en nuestras vidas. Muchas veces queremos renunciar, desistir, abandonar el camino recorrido cuando salen a nuestro encuentro los conflictos, y no nos damos cuenta de que es precisamente en esos momentos cuando nuestra fe se va purificando y haciendo cada vez más fuerte. Otra simbología que nos presenta el texto es la de Jesús durmiendo en medio de la tempestad. Obviamente, nadie podría dormir en medio de una tempestad, y menos como la descrita en el texto. La tranquilidad en que se encuentra Jesús durmiendo se contrapone a la angustia de los discípulos. Esto nos quiere dar a entender, por medio de la simbología utilizada por el evangelista Mateo, la poca comprensión que tuvieron los discípulos del mensaje de Jesús. Simplemente no entendían.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
En el lago de Genesaret se forman con frecuencia grandes temporales (la palabra griega «seismós megas» apunta a un «gran seísmo», a un maremoto). Los apóstoles quedaron aterrorizados, a pesar de ser expertos en su oficio de pescadores.
Imaginemos la escena. Jesús sube a la barca con sus discípulos y, en un momento determinado, le vence el cansancio y se duerme. Tan profundo es su sueño que ni siquiera percibe la tempestad que se ha desatado en el lago. El texto dice que los discípulos "se acercaron y lo despertaron". Jesús se duerme, no sólo porque está agotado, sino también porque se fía de los suyos, los considera expertos en navegación. Es curioso este dato: Jesús se fía de los suyos y los suyos, sin embargo, no acaban de fiarse de él.
Nos parece una metáfora de nuestra situación actual. Jesús nos ha concedido su Espíritu y se fía de nosotros. Nos ha encargado pocas cosas: "Amense", “Amen al enemigo”, “Perdonen siempre”, "Denles ustedes de comer". Nosotros, sin embargo, cuando experimentamos pruebas, en seguida nos ponemos nerviosos, nos lanzamos a multiplicar los análisis, repartimos responsabilidades y, lo que es peor, comenzamos a desconfiar: "Esto no tiene futuro", "Todos se meten contra nosotros", "El mundo va de mal en peor". Jesús duerme porque se fía de nosotros. Pero si nosotros no nos fiamos de él no tendremos más remedio que despertarlo y decirle con claridad: "Señor, sálvanos, que perecemos". Es probable que de vez en cuando necesitemos comprobar que el mismo que duerme plácidamente tiene poder para levantarse, increpar a los vientos y al lago y producir una gran calma.


3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Jesús les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¡Que poca fe!"
Es el núcleo de este relato: "hombres de poca fe"... Jesús apela a la fe. Jesús se extraña. Jesús da confianza: "No tengan miedo" Para "seguir" a Jesús, la Fe es condición esencial. Las exigencias, las renuncias no se comprenden más que en una perspectiva de Fe. Y cuanto mas humanamente desesperada y sin salida sea la situación más necesaria es la Fe. ¿Por qué no te manifiestas? ¿Por qué no intervienes, Señor?...
¿Y si la respuesta a esas preguntas se encontrara, precisamente, en la llamada de Jesús a la Fe? Hay situaciones extremas para las que todo apoyo humano desaparece: entonces uno se siente solicitado, arrastrado por la fe. De todos modos, cuando la muerte se aproxima, ¡no hay más solución que ésta! Pero, en el curso de la vida de todo hombre o mujer, hay otras muchas situaciones en las que la fe es el único recurso, el único medio de evitar el pánico desequilibrante: abandonarse a Dios... confiar en Dios... No tengan miedo... crezcan en su Fe... vayan más lejos...

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tu Hijo Jesucristo calmó nuestras vacilaciones con palabras de reprensión: “¿Por qué tienen ustedes miedo, hombres de poca fe?” Haz que esa débil fe crezca robusta en nosotros. Cercióranos plenamente de que tú estás con nosotros en tu creación, en la oscuridad y en la noche, en el viento huracanado y en la tormenta, incluso en las profundidades de la muerte; porque tú eres el Dios que dijo: “Yo soy el que soy; y estoy ahí para ustedes”, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Confiémonos de todo corazón al Señor. Con él podemos vencer todas las dificultades.  “TORMENTAS DE VERANO”
Con tanta protección, con tanta garantía, con tanto amparo, con tanta defensa, con tanta muralla, con tanto derecho, con tanto seguro, con tanto capricho… estamos mal acostumbrados  a bregar en el mar de la vida. Y cualquier imprevisto, -aún el más trivial y anodino, la incertidumbre ante el futuro, el presentimiento de un cambio, el miedo a lo desconocido, un dolor fortuito, la presencia de extranjeros, la sospecha de nada concreto… nos paraliza y produce recelo. ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

Días hay, es cierto, en que se nos nubla el cielo y parece ennegrecerse el horizonte de la vida. Nos sentimos acorralados, amenazados: los reveses de la vida, los caprichos de la suerte, los avatares del destino, la rueda de la fortuna o los designios de la providencia, ¿qué sé yo?, son rayos y truenos sobre nuestras cabezas. La tierra, bajo nuestros pies, tiembla estremecida. “Podría hundirme”, pensamos. ¿Por qué temen, hombres de poca fe? Sólo es una tormenta de verano.

Un marinero se crece en la fuerte marejada,  mientras tierra adentro   hay quien se ahoga en un vaso de agua.   Los chaparrones sólo duran horas,  pero  nunca semanas. 
Y después de la tempestad viene la calma.  Puede  que diluvie, a veces es necesario,  pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,  ¿quien nos arrancará las entretelas del alma? ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

A veces llueve a cántaros,   y la fuerza del viento huracanado puede arrastramos al desastre,  y destruir en unos minutos  de inclemencia la obra laboriosa
y paciente de muchos años.  Andamos a la deriva y angustiados.  Nos tambaleamos, miramos perplejos,  dudamos de todo, desconfiamos,  y estamos a punto de hundirnos. ¡Señor, sálvanos! ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

Lectio Divina lunes 27 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Génesis 18,16-33; Salmo 102; Mateo 8,18-22.

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

¡TÚ, SÍGUEME!


1. Hagamos las LECTURAS 
Viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»  Jesús le replicó:  «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  “El hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”…. Quizá nuestro problema consiste precisamente en que nos acostumbraron a reclinar la cabeza… y nos masificaron. Y esto es fatal para caminar en el Reino de Dios que se construye de novedades y de creatividad. El “sígueme” que nos dice hoy Jesús no consiste en sentarse en una banca y dejar pasivamente que otros vivan el Reino y nos lo cuenten. El “sígueme” tiene que ver con un camino, y los caminos están afuera, y afuera hay peligros y hay tropiezos, pero nos enseñan a desarrollar los criterios evangélicos. Es la única manera de que nos nos quedemos “enterrando muertos”.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El seguimiento de Jesús requiere un compromiso serio y sin condiciones. Pero hay que tener en cuenta que quien llama es Jesús: “No me han elegido ustedes, sino que fui yo quien les elegí” (Jn 15,16). El letrado que quiere seguir a Jesús está bajo los efectos del entusiasmo y la emotividad, al ver la multitud que se arracimaba en torno al Maestro. El verdadero discípulo de Jesús sabe a qué se atiene con el seguimiento: 1) La fe y la libertad como características fundamentales, 2) La disponibilidad para la misión, 3) El camino y las exigencias del reinado de Dios no tienen espera, y 4) La entrega como muestra del servicio a los demás. Por tanto, a la propuesta del Maestro Jesús tiene que seguir una respuesta sincera por parte del discípulo. Si no es así, tarde o temprano desistirá de la misión encomendada. No somos nosotros, por iniciativa propia, los que hemos elegido ser discípulos. Esta elección propia puede ser ocasionada por la euforia y el entusiasmo, que no están fundamentados en un verdadero seguimiento. Esta elección implica una ruptura con nuestro estilo de vida anterior, un tomar conciencia de las implicaciones.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Jesús es un maestro tan exigente que podemos desanimarnos pensando que es imposible cumplir lo que él propone. Su lenguaje resulta tan radical y exigente que corremos el riesgo de considerarlo una utopía en el sentido literal de la palabra: algo que no tiene lugar, que no puede realizarse. Pero no. Como buen maestro, sus palabras se presentan, con frecuencia, como formulaciones extremas, verdaderas utopías hacia las que hay que caminar, aunque se diste mucho de alcanzarlas. El evangelio de hoy presenta dos de ellas.

Un letrado, del grupo de los fariseos, que tal vez creía reunir todos los requisitos para seguir a Jesús, le promete seguirlo adonde vaya. Los fariseos, grupo al que pertenece el letrado, eran amigos del dinero, dice el evangelista Lucas (16,14), y Jesús se apresura a recordarle el radical desprendimiento de los bienes al que está llamado el discípulo: como el maestro no tiene ni siquiera un hogar donde cobijarse ni un lecho donde reclinar la cabeza. Pero ser discípulo no quiere decir haber llegado a la meta, sino estar en el camino mirando a la utopía de un mundo donde los bienes estén lejos de ser el centro de atención y de interés.

Otro, ya discípulo, se acerca a Jesús rogándole ir a enterrar a su padre y Jesús le responde con una frase, que si hubiésemos de entender al pie de la letra, nos parecería inhumana: “Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”. Dentro del contexto del evangelio el padre representa “la tradición”, el pasado judío. Y el discípulo está llamado a mirar hacia delante dejando a los muertos –los que siguen las viejas tradiciones- enterrar a sus muertos. Para seguir a Jesús hay que romper con el pasado y aventurarse por el sendero de las bienaventuranzas. ¿Estamos dispuestos?

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
- «Al ver Jesús que una multitud lo rodeaba ordenó que salieran para la orilla de enfrente» 
¿Necesidad de silencio, de soledad? ¿Retirarse de su marco habitual? Trato de adivinar los sentimientos profundos de Jesús al tomar esa decisión. ¿Qué me sugiere el Espíritu de Jesús, a través de esas palabras? El equilibrio humano corporal y espiritual... exige a veces ciertas decisiones ¿Cómo empleo mi tiempo libre, de descanso, de vacaciones?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Nosotros tenemos parte en los pecados del mundo, en las injusticias y en la falta de amor, tantas veces por nuestro silencio y cobardía. Haznos conscientes de que tú también nos llamas a elevar este mundo por encima de sí mismo proclamándole la Buena Nueva de tu Hijo Jesucristo. Y para hacer creíble este mensaje de esperanza ayúdanos a vivirlo consistentemente, para que la gente se percate de que tú eres nuestro Dios de justicia, amor y paz, ahora y por los siglos de los siglos. Amén

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  "Sígueme", dice Jesús. Tenemos que dejar atrás todo lo que no esté en conformidad con su mensaje. Esto se aplica no solo a religiosos, sacerdotes y misioneros, sino a todos los cristianos.. Tenemos que entender y aceptar que el evangelio es radical y nos pide a veces tomar decisiones que sobrepasan los lazos familiares y todo lo que nos es tan querido.HAGAN DISCÍPULOS”

Ø  Hagan discípulos míos, no maestros; hagan personas, no esclavos; hagan caminantes, no gente asentada; hagan servidores, no jefes. Hagan hermanos.
Ø  Hagan creyentes, no gente creída; hagan buscadores de verdad, no amo de certezas; hagan creadores, no plagistas; hagan ciudadanos, no extranjeros. Hagan hermanos.
Ø  Hagan poetas, no pragmáticos; hagan gente de sueños y memoria, no de títulos, arcas y mapas; hagan personas arriesgadas, no espectadores. Hagan hermanos.
Ø  Hagan profetas, no cortesanos; hagan gente inquieta, no satisfecha; hagan personas libres, no leguleyas; hagan gente evangélica, no agorera. Hagan hermanos.
Ø  Hagan sembradores, no coleccionistas; hagan artistas, no soldados; hagan testigos, no inquisidores; hagan amigos de camino, no enemigos. Hagan hermanos.
Ø  Hagan personas de encuentro, con entrañas y ternura, con promesas y esperanzas; con presencia y paciencia, con misión y envío. Hagan hermanos.
Ø  Hagan discípulos míos; denles todos los que les he dado; descarguen sus espaldas y siéntanse hermanos.

viernes, 24 de junio de 2011

Lectio Divina viernes 24 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Isaías 49,1-6; Salmo 138; hechos 13,22-26  Mateo 7, 21-29; Lucas 1,57-66.88 (Nacimiento de Juan el Bautista)

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

¡TÚ NACISTE PARA SER LUZ DE LAS NACIONES!



1. Hagamos las LECTURAS 
Escúchenme, islas; atiendan, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Del Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»  Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  El nacimiento de un profeta y su posterior misión, resultan siempre incómodos. Pero esta fiesta nos debiera hacer mirar... hacia nosotros mismos. Porque el día de nuestro Bautismo fuimos consagrados como sacerdotes, reyes y «profetas». ENTONCES SÍ TEMBLARÍAN LOS GOBIERNOS Y LAS ESTRUCTUAS CORRUPTAS E INJUSTAS QUE TIENEN OPRIMIDO AL PUEBLO, CADA VEZ QUE NACE UN CRISTIANO. Ojalá fuera así. Porque por ahora pareciera que “en vano nos estamos cansando y en nada estamos gastando las fuerzas”.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy celebramos como Iglesia el nacimiento de Juan el Bautista, el hombre de quien Jesús diría: “No ha existido hombre más grande nacido de mujer que Juan”. Es el único santo al cual se le celebra la fiesta de su nacimiento. El llamado «último profeta del Antiguo Testamento» fue una persona radical, que realizó su ministerio (bautizar y llamar a la conversión de los pecados) en el río Jordán. Bautizó al Señor y lo presentó como “el Cordero de Dios”. Vestía con piel de camello y se alimentaba de frutas silvestres, raíces, langostas y miel silvestre. No tenía otro interés más que el de anunciar la venida inminente del Reino de Dios. Por la forma cómo predicaba, en un momento se pensó que él era el Cristo. Juan decía de sí mismo: “Yo soy la voz que grita en el desierto” (Jn 1,23). Fue esa voz de anuncio y denuncia la que lo llevó a la muerte. Estando en la cárcel, Juan criticó fuertemente la unión entre Herodes y Herodías. Esto le causó la decapitación hacia el año 35 d.C., aproximadamente.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Siguiendo a Isaías, comencemos por resaltar el gozo de autoproclamarse profeta a los cuatro vientos: Escúchenme, islas... pueblos lejanos... luz de las naciones... Todos deben saber de nuestra condición de profetas. Hemos sido elegidos, llamados, «nombrados» así desde antes de nuestro nacimiento. Quiere decirse que no estamos aquí por casualidad, que hay Alguien que nos ha dado la existencia para que le sirvamos, y que ese Alguien está orgulloso de nosotros, aunque no se indica ningún motivo para ese orgullo. Incluso cabe pensar que el «elegido» ha andado distraído, ocupado en otros asuntos, antes de descubrir su verdadera tarea o misión. No pocas veces es la experiencia de muchos bautizados, que andamos cansados «en viento y en nada», gastando nuestras fuerzas... hasta el día en que descubrimos que el Señor intentaba conducirnos, descubrirnos que él es nuestra fuerza, que nos honraba queriendo contar con nosotros. ¿Para qué? Para hacernos «luz de las naciones». Parecido a lo que Jesús proclamó más adelante respecto a los que son sus discípulos: «Ustedes son luz del mundo». Atentos a la expresión: «te hago». No dice «tienes que ser», no dice «esfuérzate en». Sino «te hago». Por ser llamado, consagrado, bautizado, elegido, hecho discípulo, el Señor te convierte en «luz», hace de ti una luz para las gentes.
En cuanto al Evangelio, cabe destacar la «ruptura» que tiene lugar en el nacimiento, circuncisión e imposición del nombre al hijo de Zacarías e Isabel. Según la tradición judía, el hijo único (más aún si es de la casta sacerdotal) debía seguir la tradición del padre, cogerle el relevo, mantener la tradición familiar. El hecho de que el nombre no coincida con el de su padre ni con el de ningún pariente (de la casta sacerdotal) quiere decir que aquel niño seguirá otros caminos («¿qué va a ser de este niño?»). El precursor del Mesías se aleja del templo, de la estructura social judía, para convertirse en un «alternativo». Es lógico, porque también Jesús se apartará del nacionalismo, de la estructura social de castas, romperá con el templo y con el culto tradicional... para iniciar nuevos caminos.
Juan optó por retirarse al desierto, apartarse de todo aquello que encerraba a Dios en esquemas fijos, en tradiciones, etc... y poner otros acentos. El Bautista reclamará justicia y honradez, el Bautista denunciará la inmoralidad de los gobernantes, el Bautista llamará a un «cambio de vida», se dedicará a preparar caminos, despertar deseos, suscitar actitudes nuevas,  y a abrirse al mensaje de salvación del que viene detrás de él. Así que se convirtió en un personaje incómodo, como es incómodo cualquier portavoz de Dios (=profeta), y cualquiera que cuestiona las tradiciones y el sistema.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Hoy estaría fuera de lugar marcharse al desierto y vestirse de maneras raras. Quizá no esté tan fuera de lugar tomar distancia de las estructuras, de los personajes, de las instituciones, del «sistema» que tanto nos condiciona... para descubrir y poner en práctica un estilo de vida alternativo. No es necesario que nos inventemos cosas extrañas (o tal vez sí, si así hiciéramos reaccionar a las gentes), porque Jesús ya nos ofreció ese estilo de vida alternativo y luminoso para las naciones de hoy, y las vocaciones de cada uno, vividas desde la experiencia de Jesús de Nazareth, aportarían cada una su «granito de sal» o su chispa de «luz»: El saber acoger y escuchar, el acercarse a los excluidos del sistema, el prestar más atención a la justicia, a la paz, a la misericordia, el ser mucho más disponibles y serviciales, el huir de las tentaciones de dar la mano al poder (económico, político o del tipo que sea)... en resumen: que las naciones, al mirar a los bautizados, pudieran exclamar: «Miren cómo se aman»... en vez de escandalizarse por tantos de nuestros pecados.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Roguemos a Dios para que sepamos preparar  el camino del Señor. Oh Dios misericordioso, celebramos hoy con alegría el nacimiento de Juan el Bautista, tu profeta,  que anunció una nueva era y preparó el camino para tu Hijo. Ayúdanos a proclamar el mensaje de Jesús en el nuevo lenguaje que nuestros tiempos reclaman.
Danos el valor de abandonar  nuestros viejos modos y actitudes y de abrir resueltamente a la gente de hoy el nuevo camino hacia el futuro que tú nos ofreces. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Aun antes de nacer, cada uno de nosotros fue llamado por Dios para ser salvado por Jesucristo. Y hoy, cada uno de nosotros es llamado para preparar el camino del Señor para los hermanos que encontramos al caminar. Dios nos llama hoy a cada uno de nosotros para mostrar a Jesús presente en nuestro mundo or la forma cómo vivimos el evangelio.AQUÍ ME TIENES”

Aquí me tienes, Padre, aprendiendo a vivir en tu casa y dejando que tu mensaje cale. ¡Cuenta conmigo!

No soy mucho ni valgo mucho ni tengo mucho. Soy un simple servidor tuyo. Aquí me tienes, Padre.

Quiero aprender a vivir en tu casa. Pero aumenta mi fe, que es bien débil; y mi amor a todos, que sigue siendo torpe; y mi esperanza niña, con tantas promesas…, cuida, corrige y eleva. Aquí me tienes, Padre.

Quiero que tu mensaje me cale, que me ares y siembres en mí  tu proyecto de hermandad, tu respeto a los pequeños, tu perdón al ser ofendido,  tu servicio siempre gratuito… Aquí me tienes, Padre. Cuenta conmigo,  aunque haya silencios o estallidos,
olvidos y guerras secretas.

Creo en la alegría de servir. Creo en la grandeza de la pequeñez. Creo en quien dignifica al otro con su hacer. Creo en la fuerza de la fe, porque es don de balde y sin cargo. Creo en Ti, y creo un poco... en mí.

Aquí me tienes, Padre. Aquí me tienes… para servir tu mensaje y comida en estos lares,
como me enseñes, Padre.


miércoles, 22 de junio de 2011

Lectio Divina miércoles 22 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Gén 15; 1-2.17-18 Salmo 104;  Mateo 7, 15-20

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

CÓMO PRODUCIR BUENOS FRUTOS


Hagamos las LECTURAS 
Dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conocerán.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  Dura esta palabra… porque para saber qué frutos producimos tenemos que preguntárselos a otros… Es fácil decir palabras bonitas… difícil ofrecer hechos. Podemos hablar con discursos elocuentes de la justicia o de la comunidad o del amor o de la democracia: pero la prueba es si damos frutos de todo eso. El pensamiento de Cristo se recoge popularmente en muchas expresiones que van en la misma dirección: «no es oro todo lo que reluce», «hay que predicar y dar trigo», «obras son amores y no buenas razones»...

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En la comunidad todo árbol (persona) que no dé buenos frutos será cortado. En nuestro mundo estamos llenos de espinos y lobos rapaces, y nuestras comunidades cristianas no son excepción. Pero, ¿cómo identificar a esas personas? Por sus frutos los conocerán. Quien hace las cosas sólo por ser reconocido, quien muestra intereses egoístas frente al hermano, quien quiere ser siempre el primero, el mandamás, y no se pone a servir desinteresadamente a los demás, ése no es de Cristo, porque él nos enseñó que la vida de un verdadero hijo de Dios es estar siempre dispuesto a servir sin ningún interés, haciendo presente el Reino en medio de todos. Dar frutos buenos no es más que amar y servir a la comunidad, a la humanidad. Al que ama no le cuesta dar esos frutos; es más, los expresa espontáneamente con su testimonio de vida, con el cariño desinteresado. Son valores que tenemos que ir rescatando en nuestro ser como cristianos, y seguir trabajando para que en el mundo sean erradicados el odio y la violencia. Esos son frutos imprescindibles para hacer presente el Reino en medio de todos.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Hemos de ir a la raíz y al fruto del árbol para no andarnos por las ramas; es decir, hemos de bajar al fondo de nuestro corazón para descubrir su maldad o su bondad, su mentira o su verdad, su esterilidad o su fecundidad. Porque no es oro todo lo que brilla.
¿Y cuáles son los frutos por los que se conoce al discípulo de Jesús? Los que señala el discurso del monte que venimos meditando estos días: la práctica de las bienaventuranzas, el perdón y el amor a todos, incluido el enemigo, el dar sin pedir ni esperar nada a cambio, la limos­na, el desprendimiento, la oración, el no juzgar y condenar a los demás constituyéndonos en guías improvisados, moralizantes censores y apre­miantes fiscales de los demás sin haber convertido el propio corazón o, al menos, intentar una mejora.
El auténtico discípulo de Jesús, el que es cristiano y profeta de verdad, el que se sabe incorporado a Cristo por el bautismo y la obe­diencia de la fe, no dejará de producir frutos maduros porque no podrá menos de pensar, hablar y actuar como Jesús. Pero del árbol enfermo y del corazón que es un erial baldío no pueden salir más que frutos malos, palabras y acciones estériles; porque lo que llevamos dentro es lo que transparentamos y producimos.
Por eso, desgraciadamente, en la palabra y actuación de tantos cristianos de número se traslada también el vacío interior y la inma­durez religiosa, evidentes en sus criterios infantiles y egoístas, en sus críticas destructivas, agrias e intolerantes, así como en su comporta­miento farisaico que los induce al cumplo-y-miento, o bien a constituir­se en falsos profetas, guías ciegos de otros ciegos.
Necesitamos un proceso previo de interiorización para que la cali­dad y la fuerza de la savia evangélica se note en nuestros frutos diarios. Pero ¿cómo sin oración ni contacto con Dios, sin experiencia de su misterio, sin escucha y asimilación de su palabra, sin diálogo personal con él en el silencio de nuestro corazón?

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-¿Se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos.
¡Un "buen" fruto! La calidad de una fruta depende de la calidad del árbol. Señor, transforma mi corazón para que sea como una ¡fruta buena! de la que puedan alegrarse y alimentarse los demás. Y para esto ¡que sea bueno el árbol! La raíz, el tronco, las ramas, todo el conjunto... para que los frutos sean sabrosos. Sí, Ios gestos y las palabras exteriores no adquieren su valor auténtico mas que cuando son la expresión de una fidelidad interior a Dios y a la Iglesia.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, tú conoces muy bien que en nuestra débil naturaleza la palabra es fácil y el compromiso es difícil. Ayúdanos a ser coherentes, a decir la verdad y a rubricarla con la vida. Que nuestras obras no contradigan tu verdad y amor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  El árbol que da buenos frutos es un árbol bueno. Que la savia del evangelio de Jesús, su unión con nosotros y nuestra intimidad con él corran sin cesar por nuestras venas. Así daremos frutos de justicia, misericordia y amor. UN MINUTO”
Dios mío:
·         Ayúdame a decir la palabra de verdad en la cara de los fuertes, y a no mentir para congraciarme el aplauso de los débiles.
·         Si me das dinero, no tomes mi felicidad, y si me das fuerzas, no quites mi raciocinio.
·         Si me das éxito no me quites la humildad si me das humildad, no quites mi dignidad.
·         Ayúdame a conocer la otra cara de la imagen, y no me dejes acusar a mis adversarios, tachándoles de traidores porque no comparten mi criterio.
·         Enséñame a amar a los demás como me amo a mí mismo, y a juzgarme como lo hago con los demás.
·         No me dejes embriagar con el éxito cuando lo logre, ni desesperarme si fracaso. Más bien, hazme siempre recordar que el fracaso es la prueba que antecede al éxito.
·         Enséñame…que la tolerancia es el más alto grado de la fuerza y que el deseo de venganza es la primera manifestación de la debilidad.
·         Si me despojas del dinero, déjame la esperanza, y si me despojas del éxito, déjame la fuerza de voluntad para poder vencer el fracaso.
·         Si me despojas del don de la salud déjame la gracia de la fe.
·         Si hago daño a la gente, dame la fuerza de la disculpa, y si la gente me hace daño, dame la fuerza del perdón y la clemencia.