miércoles, 29 de junio de 2011

Lectio Divina martes 28 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Gén 19,15-20; Sal 25; Mateo 8,23-27

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

… Y VINO UNA GRAN CALMA


1. Hagamos las LECTURAS 
Subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  “Señor sálvanos que nos hundimos” – Al menos estos discípulos de Jesús sabían qué les estaba pasando y pudieron gritar al que tenían cerca… Pero ¿nuestra sociedad de hoy…?: Empezando porque no estamos todos juntos, cada uno rema por su lado… segundo porque no sabemos a ciencia cierta qué nos está pasando y porqué nos estamos hundiendo… y tercero, porque no sabemos ya a quién llamar o porque en lugar de decir: “sálvanos” decimos “sálvame”. 

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El “relato simbólico” de este pasaje evangélico quiere darnos a entender que, muchas veces, la poca fe que mostramos en quien nos ha llamado es la causa de las deficiencias y falta de sintonía con el proyecto del Padre: El Reino. La tempestad simboliza los momentos críticos, de dificultad que se presentan en nuestras vidas. Muchas veces queremos renunciar, desistir, abandonar el camino recorrido cuando salen a nuestro encuentro los conflictos, y no nos damos cuenta de que es precisamente en esos momentos cuando nuestra fe se va purificando y haciendo cada vez más fuerte. Otra simbología que nos presenta el texto es la de Jesús durmiendo en medio de la tempestad. Obviamente, nadie podría dormir en medio de una tempestad, y menos como la descrita en el texto. La tranquilidad en que se encuentra Jesús durmiendo se contrapone a la angustia de los discípulos. Esto nos quiere dar a entender, por medio de la simbología utilizada por el evangelista Mateo, la poca comprensión que tuvieron los discípulos del mensaje de Jesús. Simplemente no entendían.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
En el lago de Genesaret se forman con frecuencia grandes temporales (la palabra griega «seismós megas» apunta a un «gran seísmo», a un maremoto). Los apóstoles quedaron aterrorizados, a pesar de ser expertos en su oficio de pescadores.
Imaginemos la escena. Jesús sube a la barca con sus discípulos y, en un momento determinado, le vence el cansancio y se duerme. Tan profundo es su sueño que ni siquiera percibe la tempestad que se ha desatado en el lago. El texto dice que los discípulos "se acercaron y lo despertaron". Jesús se duerme, no sólo porque está agotado, sino también porque se fía de los suyos, los considera expertos en navegación. Es curioso este dato: Jesús se fía de los suyos y los suyos, sin embargo, no acaban de fiarse de él.
Nos parece una metáfora de nuestra situación actual. Jesús nos ha concedido su Espíritu y se fía de nosotros. Nos ha encargado pocas cosas: "Amense", “Amen al enemigo”, “Perdonen siempre”, "Denles ustedes de comer". Nosotros, sin embargo, cuando experimentamos pruebas, en seguida nos ponemos nerviosos, nos lanzamos a multiplicar los análisis, repartimos responsabilidades y, lo que es peor, comenzamos a desconfiar: "Esto no tiene futuro", "Todos se meten contra nosotros", "El mundo va de mal en peor". Jesús duerme porque se fía de nosotros. Pero si nosotros no nos fiamos de él no tendremos más remedio que despertarlo y decirle con claridad: "Señor, sálvanos, que perecemos". Es probable que de vez en cuando necesitemos comprobar que el mismo que duerme plácidamente tiene poder para levantarse, increpar a los vientos y al lago y producir una gran calma.


3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Jesús les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¡Que poca fe!"
Es el núcleo de este relato: "hombres de poca fe"... Jesús apela a la fe. Jesús se extraña. Jesús da confianza: "No tengan miedo" Para "seguir" a Jesús, la Fe es condición esencial. Las exigencias, las renuncias no se comprenden más que en una perspectiva de Fe. Y cuanto mas humanamente desesperada y sin salida sea la situación más necesaria es la Fe. ¿Por qué no te manifiestas? ¿Por qué no intervienes, Señor?...
¿Y si la respuesta a esas preguntas se encontrara, precisamente, en la llamada de Jesús a la Fe? Hay situaciones extremas para las que todo apoyo humano desaparece: entonces uno se siente solicitado, arrastrado por la fe. De todos modos, cuando la muerte se aproxima, ¡no hay más solución que ésta! Pero, en el curso de la vida de todo hombre o mujer, hay otras muchas situaciones en las que la fe es el único recurso, el único medio de evitar el pánico desequilibrante: abandonarse a Dios... confiar en Dios... No tengan miedo... crezcan en su Fe... vayan más lejos...

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tu Hijo Jesucristo calmó nuestras vacilaciones con palabras de reprensión: “¿Por qué tienen ustedes miedo, hombres de poca fe?” Haz que esa débil fe crezca robusta en nosotros. Cercióranos plenamente de que tú estás con nosotros en tu creación, en la oscuridad y en la noche, en el viento huracanado y en la tormenta, incluso en las profundidades de la muerte; porque tú eres el Dios que dijo: “Yo soy el que soy; y estoy ahí para ustedes”, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Confiémonos de todo corazón al Señor. Con él podemos vencer todas las dificultades.  “TORMENTAS DE VERANO”
Con tanta protección, con tanta garantía, con tanto amparo, con tanta defensa, con tanta muralla, con tanto derecho, con tanto seguro, con tanto capricho… estamos mal acostumbrados  a bregar en el mar de la vida. Y cualquier imprevisto, -aún el más trivial y anodino, la incertidumbre ante el futuro, el presentimiento de un cambio, el miedo a lo desconocido, un dolor fortuito, la presencia de extranjeros, la sospecha de nada concreto… nos paraliza y produce recelo. ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

Días hay, es cierto, en que se nos nubla el cielo y parece ennegrecerse el horizonte de la vida. Nos sentimos acorralados, amenazados: los reveses de la vida, los caprichos de la suerte, los avatares del destino, la rueda de la fortuna o los designios de la providencia, ¿qué sé yo?, son rayos y truenos sobre nuestras cabezas. La tierra, bajo nuestros pies, tiembla estremecida. “Podría hundirme”, pensamos. ¿Por qué temen, hombres de poca fe? Sólo es una tormenta de verano.

Un marinero se crece en la fuerte marejada,  mientras tierra adentro   hay quien se ahoga en un vaso de agua.   Los chaparrones sólo duran horas,  pero  nunca semanas. 
Y después de la tempestad viene la calma.  Puede  que diluvie, a veces es necesario,  pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,  ¿quien nos arrancará las entretelas del alma? ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

A veces llueve a cántaros,   y la fuerza del viento huracanado puede arrastramos al desastre,  y destruir en unos minutos  de inclemencia la obra laboriosa
y paciente de muchos años.  Andamos a la deriva y angustiados.  Nos tambaleamos, miramos perplejos,  dudamos de todo, desconfiamos,  y estamos a punto de hundirnos. ¡Señor, sálvanos! ¿Por qué temen, hombres de poca fe?   Sólo es una tormenta de verano.

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