Lectio Divina sétima semana de Pascua martes 07 de junio 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 20,17-27; Salmo 67; Juan 17, 1-11
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
YO RUEGO POR USTEDES AL PADRE
1. Hagamos las LECTURAS
Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: - «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – “Padre, ha llegado la hora”… ¿Cuándo podremos nosotros decir esto así con esa profunda convicción y con la satisfacción del deber cumplido? Dificil pero posible. Es cuestión de tomar las decisiones correctas, siempre en sintonía con nuestro Dios; es cuestión de tener presente la misión que cada uno tiene en esta tierra. Jesús dio lo mejor de sí para que el Padre sea conocido por todos. El ruega para que todos sean uno. Esa era su misión y es la de nosotros los llamados cristianos.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Son muy gratificantes estas palabras que la comunidad de Juan pone en boca de Jesús: “Te ruego por ellos, pues son tuyos”. Jesús nos coloca a cada uno de nosotros en presencia del Padre. Nos confía a las manos de Dios para que nos ilumine y conduzca nuestro caminar. Somos parte viva de su misión. Esto nos dignifica, nos reanima y nos compromete. Jesús se manifestó a todos para “sacarnos del mundo”, es decir, para apartarnos del pecado y de lo que nos impide ser cada vez más humanos. La gloria de Dios se manifiesta en la actividad por la que él da nueva vida y rehace la vida que ha sido destrozada y perdida. La gloria de Dios es que el ser humano viva plenamente. Jesús fue claro en sus enseñanzas: Nuestro Dios es un Dios Amor, misericordia, que no juzga ni condena, sino que perdona y salva. Nos comprometemos a seguir sus enseñanzas, porque todo lo que es del Señor es también del discípulo y “en ellos se revela la gloria”. Pidamos al Señor que nos siga sacando del pecado de la indiferencia, de la insolidaridad, del desamor, y nos dé su Espíritu de vida.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Todos nosotros estábamos ya en el pensamiento de Jesús en su oración al Padre. Sabía de las dificultades que íbamos a encontrar en nuestro camino cristiano. No quiere abandonarnos:
- pide sobre nosotros la ayuda del Padre.
- él mismo nos promete su presencia continuada; el día de la Ascensión nos dirá: «yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo»; como dice el prefacio de la Ascensión , «no se ha ido para desentenderse de este mundo»;
- y además nos da su Espíritu para que en todo momento nos guíe y anime, y sea nuestro Abogado y Maestro.
Con todo esto, ¿tenemos derecho a sentirnos solos? ¿Tenemos la tentación del desánimo? Entonces ¿para qué hemos estado celebrando durante siete semanas la Pascua de Jesús, que es Pascua de energía, de vida, de alegría, de creatividad, de Espíritu?
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
A nosotros nos falta generosidad y nos sobra cobardía. Es que no nos dejamos ganar por la voluntad del Padre, por la oración de Jesús, por la invitación del Espíritu. Cristo dice al Padre que ha cumplido su misión y que nos ha adoctrinado. Pero reconoce que nos encuentra siempre débiles; y ardientemente ruega por nosotros al Padre. Y al hacer su oración por nosotros, nos va señalando el buen camino: Reconocernos como somos, y confiar en el que puede más que nosotros y está a nuestro lado. ¡Qué hermoso es aventurarnos en la gran aventura de ponernos en sus manos, y, al mismo tiempo, ponernos al servicio del bien, de los hermanos, de los pobres, de cuantos nos necesitan!
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tu Hijo Jesucristo llevó a cabo la misión que le habías encomendado, sin miedo y con toda fidelidad a ti. Señor, danos un poco de su sentido de misión. Danos la fuerza del Espíritu para proclamar tu palabra tal cual es,
viva y exigente, sin componendas, y sin cesiones a los sentimientos caprichosos y a las modas del día. Y que nuestras vidas sean como un libro abierto en el que la gente pueda leer tu palabra encarnada en nosotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
viva y exigente, sin componendas, y sin cesiones a los sentimientos caprichosos y a las modas del día. Y que nuestras vidas sean como un libro abierto en el que la gente pueda leer tu palabra encarnada en nosotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Primera cosa que tenemos que hacer es reflexionar profundamente y preguntarnos cuál es nuestra misión en la vida. ¿CÓMO TE SENTIRÍAS SI ESTUVIERAS PARADO JUNTO AL CREADOR EN ESTE PRECISO INSTANTE
Entre más despertamos ese sentimiento dentro de nosotros, más claro se vuelve nuestro propósito. ¡Nos perdemos tanto en los detalles de la vida –qué voy a comer, qué me voy a poner, junto a quién me voy a sentar– y olvidamos preguntar las grandes preguntas! Éste es el sendero de una persona espiritual: revisar constantemente cómo nuestras acciones del momento están ligadas al propósito mayor.
Hoy, levanta la mirada. Saca la nariz de tus preocupaciones temporales y olfatea el humo del fuego eterno que alimenta tu alma. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué estás vivo?
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