Lectio Divina sétima semana de Pascua lunes 06 de junio 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 19,1-8; Salmo 67; Juan 16, 29-33
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
YO PUEDO CURAR AL MUNDO
1. Hagamos las LECTURAS
Dijeron los discípulos a Jesús: - «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.» Les contestó Jesús: - ¿Ahora creen? Pues miren: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que se dispersen cada cual por su lado y a mí me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Les he hablado de esto, para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán luchas; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Esta Palabra de Jesús está dirigida a mí, como lo está a todos los creyentes: quiere revelar la incapacidad de cada uno de nosotros para traducir efectivamente en nuestros actos, la Fe... que afirmamos sin embargo con nuestros labios.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Los discípulos creen haber entendido lo que el Maestro les ha enseñado hasta ahora, pero Jesús les recuerda que va a ser tanta la contradicción y la incertidumbre que lo dejarán solo y huirán cobardemente, como bien lo muestran los evangelios. Muchas veces huimos cobardemente ante los compromisos adquiridos como cristianos por medio del Bautismo, porque no logramos entender verdaderamente las enseñanzas de Cristo. ¿Cuál es nuestro compromiso? El ser humano se encuentra sumergido en el dolor, el sufrimiento, la muerte causada por los sistemas injustos que imperan en nuestra sociedad. Por tanto, nuestro compromiso es generar vida en abundancia, de manera especial para los que sufren y no tienen ya esperanza alguna. El Señor nos invita a tener valor porque “Él ha vencido al mundo”: Al mundo de la violencia, de la injusticia, de la corrupción, de la muerte y todo la que la genera. El significado de “mundo” que aquí presenta Juan es el de “los que están en contra de la vida”, los que han negado por todos los medios el crecimiento humano-social de la persona: Es a ésos a quienes ha vencido el Señor.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Estamos viviendo la última semana del tiempo pascual. ¡Ojalá, como fruto de la Pascua de este año 2011, hayamos aprendido a dejarnos educar por la fuerza de la Palabra ! Nuestras opiniones pueden ser interesantes, novedosas, incluso proféticas, pero la única palabra que “da vida” (y, por lo tanto, que cambia a las personas) es la Palabra de Dios.
En el largo testamento de Jesús, concentrado en los capítulos 13-18 del evangelio de Juan, hoy el Señor advierte a sus discípulos sobre lo que les va a suceder cuando él ya no esté físicamente con ellos: se producirá la dispersión de la comunidad y aumentarán las luchas con el mundo. Frente a estos dos fenómenos, que siguen presentes en toda comunidad cristiana, Jesús nos invita a “tener valor” porque él es la fuente de la paz (Encontraréis la paz en mí) y porque con él la victoria es posible (Yo he vencido al mundo). Por desgracia, estas palabras nos parecen maravillosas hasta el momento preciso en que nos toca vivir en carne propia situaciones reales de dispersión o persecución. Entonces se nos antojan demasiado idealistas y echamos mano de la psicología o de otras destrezas más a ras de suelo. ¿Habremos creído de verdad en lo que Jesús nos promete o lo habremos reducido a una exhortación piadosa sin fuerza real de cambio?
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Como cristianos bautizados en el nombre de Cristo, hemos recibido el Espíritu Santo de fortaleza. Con su ayuda tendríamos que ser capaces de dar un espacio al dolor y al sufrimiento en nuestras vidas. Eso es, de todos modos, parte de toda vida humana. Pero para los cristianos el sufrimiento tiene más sentido todavía: Cristo mismo siguió ese camino, y el discípulo puede aceptarlo en paz y hacer uso de él con el fin de llevar la paz a otros. Cristo nos ayudará a llevar esa cruz, ya que él ha conquistado el mundo.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Cuando tu Hijo Jesús tuvo que pasar por pruebas y sufrimientos,
él sabía que tú estabas con él y él se entregó confiadamente en tus manos. De esta manera llevó paz a la gente. Como personas bautizadas en su nombre,
que tu Espíritu nos ayude a ser valientes cuando la enfermedad y el sufrimiento
se nos crucen en nuestro camino, para que, como tu Hijo y con él, venzamos al mal en nosotros y en el mundo. Que nuestros sufrimientos engendren amor, paz y esperanza para otros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
él sabía que tú estabas con él y él se entregó confiadamente en tus manos. De esta manera llevó paz a la gente. Como personas bautizadas en su nombre,
que tu Espíritu nos ayude a ser valientes cuando la enfermedad y el sufrimiento
se nos crucen en nuestro camino, para que, como tu Hijo y con él, venzamos al mal en nosotros y en el mundo. Que nuestros sufrimientos engendren amor, paz y esperanza para otros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Cuando Cristo murió en la cruz y resucitó, el mundo cambió; la muerte y el pecado fueron derrotados. Pero todavía tenemos que hacer esto realidad hoy en día. La justicia y el amor tienen todavía que triunfar en nosotros hoy. Que el Espíritu Santo nos comprometa a trabajar incansablemente por ello. Para ellos tenemos que rezar. “CÓMO REZAR”
Comienza y acaba el día con una oración. Acércate a Dios como un niño. Si te parece difícil, puedes decir: “Ven, Espíritu Santo, guíame, protégeme, libera mi pensamiento para que pueda rezar”. O, si rezas a María, puedes decir: “María, Madre de Dios, acéptame ahora como hijo y ayúdame a rezar”.
Cuando reces, da gracias a Dios por todos sus dones, porque todo es de Dios y un don que él nos concede. Tu alma es un don de Dios.
Si confías en el Señor y el poder de la oración, podrás superar todos los sentimientos de duda, temor y soledad que suelen sentir las personas.
Intenta sentir la necesidad de rezar a menudo durante el día y acuérdate de hacerlo. La oración agranda el corazón para que pueda contener el don que Dios nos hace de sí mismo. Pide y busca, y tu corazón crecerá lo suficiente como para recibir y conservar a Dios como algo tuyo.
(Beata Teresa de Calcuta)
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