Lectio Divina viernes 24 de junio 2011, T.O. Ciclo – A- Lecturas: Isaías 49,1-6; Salmo 138; hechos 13,22-26 Mateo 7, 21-29; Lucas 1,57-66.88 (Nacimiento de Juan el Bautista)
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
¡TÚ NACISTE PARA SER LUZ DE LAS NACIONES!
1. Hagamos las LECTURAS
Escúchenme, islas; atiendan, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Del Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – El nacimiento de un profeta y su posterior misión, resultan siempre incómodos. Pero esta fiesta nos debiera hacer mirar... hacia nosotros mismos. Porque el día de nuestro Bautismo fuimos consagrados como sacerdotes, reyes y «profetas». ENTONCES SÍ TEMBLARÍAN LOS GOBIERNOS Y LAS ESTRUCTUAS CORRUPTAS E INJUSTAS QUE TIENEN OPRIMIDO AL PUEBLO, CADA VEZ QUE NACE UN CRISTIANO. Ojalá fuera así. Porque por ahora pareciera que “en vano nos estamos cansando y en nada estamos gastando las fuerzas”.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy celebramos como Iglesia el nacimiento de Juan el Bautista, el hombre de quien Jesús diría: “No ha existido hombre más grande nacido de mujer que Juan”. Es el único santo al cual se le celebra la fiesta de su nacimiento. El llamado «último profeta del Antiguo Testamento» fue una persona radical, que realizó su ministerio (bautizar y llamar a la conversión de los pecados) en el río Jordán. Bautizó al Señor y lo presentó como “el Cordero de Dios”. Vestía con piel de camello y se alimentaba de frutas silvestres, raíces, langostas y miel silvestre. No tenía otro interés más que el de anunciar la venida inminente del Reino de Dios. Por la forma cómo predicaba, en un momento se pensó que él era el Cristo. Juan decía de sí mismo: “Yo soy la voz que grita en el desierto” (Jn 1,23). Fue esa voz de anuncio y denuncia la que lo llevó a la muerte. Estando en la cárcel, Juan criticó fuertemente la unión entre Herodes y Herodías. Esto le causó la decapitación hacia el año 35 d.C., aproximadamente.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Siguiendo a Isaías, comencemos por resaltar el gozo de autoproclamarse profeta a los cuatro vientos: Escúchenme, islas... pueblos lejanos... luz de las naciones... Todos deben saber de nuestra condición de profetas. Hemos sido elegidos, llamados, «nombrados» así desde antes de nuestro nacimiento. Quiere decirse que no estamos aquí por casualidad, que hay Alguien que nos ha dado la existencia para que le sirvamos, y que ese Alguien está orgulloso de nosotros, aunque no se indica ningún motivo para ese orgullo. Incluso cabe pensar que el «elegido» ha andado distraído, ocupado en otros asuntos, antes de descubrir su verdadera tarea o misión. No pocas veces es la experiencia de muchos bautizados, que andamos cansados «en viento y en nada», gastando nuestras fuerzas... hasta el día en que descubrimos que el Señor intentaba conducirnos, descubrirnos que él es nuestra fuerza, que nos honraba queriendo contar con nosotros. ¿Para qué? Para hacernos «luz de las naciones». Parecido a lo que Jesús proclamó más adelante respecto a los que son sus discípulos: «Ustedes son luz del mundo». Atentos a la expresión: «te hago». No dice «tienes que ser», no dice «esfuérzate en». Sino «te hago». Por ser llamado, consagrado, bautizado, elegido, hecho discípulo, el Señor te convierte en «luz», hace de ti una luz para las gentes.
En cuanto al Evangelio, cabe destacar la «ruptura» que tiene lugar en el nacimiento, circuncisión e imposición del nombre al hijo de Zacarías e Isabel. Según la tradición judía, el hijo único (más aún si es de la casta sacerdotal) debía seguir la tradición del padre, cogerle el relevo, mantener la tradición familiar. El hecho de que el nombre no coincida con el de su padre ni con el de ningún pariente (de la casta sacerdotal) quiere decir que aquel niño seguirá otros caminos («¿qué va a ser de este niño?»). El precursor del Mesías se aleja del templo, de la estructura social judía, para convertirse en un «alternativo». Es lógico, porque también Jesús se apartará del nacionalismo, de la estructura social de castas, romperá con el templo y con el culto tradicional... para iniciar nuevos caminos.
Juan optó por retirarse al desierto, apartarse de todo aquello que encerraba a Dios en esquemas fijos, en tradiciones, etc... y poner otros acentos. El Bautista reclamará justicia y honradez, el Bautista denunciará la inmoralidad de los gobernantes, el Bautista llamará a un «cambio de vida», se dedicará a preparar caminos, despertar deseos, suscitar actitudes nuevas, y a abrirse al mensaje de salvación del que viene detrás de él. Así que se convirtió en un personaje incómodo, como es incómodo cualquier portavoz de Dios (=profeta), y cualquiera que cuestiona las tradiciones y el sistema.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Hoy estaría fuera de lugar marcharse al desierto y vestirse de maneras raras. Quizá no esté tan fuera de lugar tomar distancia de las estructuras, de los personajes, de las instituciones, del «sistema» que tanto nos condiciona... para descubrir y poner en práctica un estilo de vida alternativo. No es necesario que nos inventemos cosas extrañas (o tal vez sí, si así hiciéramos reaccionar a las gentes), porque Jesús ya nos ofreció ese estilo de vida alternativo y luminoso para las naciones de hoy, y las vocaciones de cada uno, vividas desde la experiencia de Jesús de Nazareth, aportarían cada una su «granito de sal» o su chispa de «luz»: El saber acoger y escuchar, el acercarse a los excluidos del sistema, el prestar más atención a la justicia, a la paz, a la misericordia, el ser mucho más disponibles y serviciales, el huir de las tentaciones de dar la mano al poder (económico, político o del tipo que sea)... en resumen: que las naciones, al mirar a los bautizados, pudieran exclamar: «Miren cómo se aman»... en vez de escandalizarse por tantos de nuestros pecados.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Roguemos a Dios para que sepamos preparar el camino del Señor. Oh Dios misericordioso, celebramos hoy con alegría el nacimiento de Juan el Bautista, tu profeta, que anunció una nueva era y preparó el camino para tu Hijo. Ayúdanos a proclamar el mensaje de Jesús en el nuevo lenguaje que nuestros tiempos reclaman.
Danos el valor de abandonar nuestros viejos modos y actitudes y de abrir resueltamente a la gente de hoy el nuevo camino hacia el futuro que tú nos ofreces. Amén.
Danos el valor de abandonar nuestros viejos modos y actitudes y de abrir resueltamente a la gente de hoy el nuevo camino hacia el futuro que tú nos ofreces. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Aun antes de nacer, cada uno de nosotros fue llamado por Dios para ser salvado por Jesucristo. Y hoy, cada uno de nosotros es llamado para preparar el camino del Señor para los hermanos que encontramos al caminar. Dios nos llama hoy a cada uno de nosotros para mostrar a Jesús presente en nuestro mundo or la forma cómo vivimos el evangelio. “AQUÍ ME TIENES”
Aquí me tienes, Padre, aprendiendo a vivir en tu casa y dejando que tu mensaje cale. ¡Cuenta conmigo!
No soy mucho ni valgo mucho ni tengo mucho. Soy un simple servidor tuyo. Aquí me tienes, Padre.
Quiero aprender a vivir en tu casa. Pero aumenta mi fe, que es bien débil; y mi amor a todos, que sigue siendo torpe; y mi esperanza niña, con tantas promesas…, cuida, corrige y eleva. Aquí me tienes, Padre.
Quiero que tu mensaje me cale, que me ares y siembres en mí tu proyecto de hermandad, tu respeto a los pequeños, tu perdón al ser ofendido, tu servicio siempre gratuito… Aquí me tienes, Padre. Cuenta conmigo, aunque haya silencios o estallidos,
olvidos y guerras secretas.
Creo en la alegría de servir. Creo en la grandeza de la pequeñez. Creo en quien dignifica al otro con su hacer. Creo en la fuerza de la fe, porque es don de balde y sin cargo. Creo en Ti, y creo un poco... en mí.
Aquí me tienes, Padre. Aquí me tienes… para servir tu mensaje y comida en estos lares,
como me enseñes, Padre.
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