Lectio Divina martes 14 de junio 2011, T. O. Ciclo – A- Lecturas: 2 Cor 8,1-9; Salmo 145; Mateo 5, 43-48
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
QUERIDO ENEMIGO A TI TAMBIÉN TE QUIERO
1. Hagamos las LECTURAS
Dijo Jesús a sus discípulos: -«Han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, y recen por los que los persiguen. Así serán hijos de su Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si aman a los que los aman, ¿qué premio tendrán? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Y nos seguimos quedando cortos… Hoy se nos pide “amar al enemigo”, y nos volvemos a asombrar y a poner los ojos como si nos fueran a echar gotas… Pero pensemos: ¿siquiera amamos a nuestros amigos? ¿amamos al prójimo? Es la primera y más natural ley de vida y no alcanzamos a cumplirla. El problema es que nos amamos demasiado a nosotros mismos. Y como no vamos frecuentemente a la fuente del amor que es Dios, este se nos queda corto y nos alcanza para los demás. Por eso vemos con tanta pasividad y hasta con permisividad lo que diariamente nos presentan los medios de comunicación: el ataque entre los dirigentes de la patria convertidos cada vez más en enemigos. Y así va bajando hasta que los ataques al enemigo entran en nuestro propio hogar.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy continuamos el evangelio de ayer: Cultivamos la actitud de la no-violencia, del perdón y la reconciliación, para llegar a la perfección que es «EL AMOR». Jesús propone algo que es difícil de llevar a cabo: “Amar a nuestros enemigos”, en contraposición del “odiar a los enemigos”, que es lo instintivo y, aparentemente, lo más lógico. ¿Por qué perdonar a quien me ha hecho tanto daño? Vivimos en un mundo donde la guerra, la violencia, la muerte nos rondan buscando a quién devorar. La propuesta del Reino se basa en el amor. El Reino de Dios se construye a fuerza de amor, no de violencia y agresividad. Quien ama es capaz de dar hasta su propia vida por los demás, perdonando inclusive a los que le persiguen, hostigan, maltratan y asesinan. Este es el milagro del amor: El amor a los enemigos. Esa es la propuesta del Maestro. Esta frase «amar a los enemigos» hace posible, en el seguidor de Cristo, la relación filial con el Padre. Sólo así podremos llegar a ser sus hijos, siendo semejantes a Jesús, y llegar a ser misericordiosos como lo es él, nuestro Padre Dios.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
1. La situación: tengo un enemigo
Cuando el evangelio de Mateo cita el antiguo mandato de “odiar al enemigo” y de circunscribir las relaciones en el marco de aquellos que son considerados “prójimo” (en principio se piensa en el hermano israelita), probablemente se está pensando en los enemigos de la comunidad que está viviendo el Reino. Recordemos que en la conclusión de las bienaventuranzas se puso de relieve que las comunidades estaban siendo perseguidas.
Por ahí va esta última lección, según la cual el “odio al enemigo” –que puede ser válido para quien conoce la “Ley” (Levítico 19,18) pero aún no ha hecho la experiencia de Jesús- ya no cabe para quien vive en la esfera del Reino.
2. El Corazón del Padre como modelo que inspira la vida del discípulo
El hombre viejo acostumbra polarizar: “mis amigos y mis enemigos; con los primeros trato y con los otros no”. Pero resulta que Dios Padre no es así: Él “hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”. Es decir, que al Dios Padre de Jesús todos le caben en el corazón.
3. Aplicación: un amor sin límites y con capacidad de regenerar
La mención explícita del “sol” y de la “lluvia” es una referencia a las bendiciones que Dios le prodiga a los suyos: con ellas Dios mantiene y hace prosperar lo que ha creado. Que Dios ilumine y le conceda prosperidad a una persona “mala” o “injusta”, indica que –así como tampoco lo hacen el sol y la lluvia- el amor del Padre no se circunscribe a aquellos que lo aman sino que Él ofrece su amor gratuitamente y sin distinciones aún a quien no se lo merece.
De la misma forma se comporta el discípulo con quien lo persigue y le hace daño a Él y a la comunidad. Por eso Jesús cambia la frase “odiar al enemigo” por “amar al enemigo”. La manera concreta de amarlo es incluirlo en su propia vivencia del Dios Padre del Reino: “rueguen por los que los persigan”. Entonces el Dios del Reino lo transformará con sus bendiciones.
Se realiza así el segundo paso en la manera de afrontar una enemistad: transformar al enemigo con el poder regenerador del Reino.
La actitud fundamental de un discípulo de Jesús es el amor que sólo desea el bien, hace el bien, y, desde ahí, hace al otro bueno. Como también dice Pablo: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien” (Romanos 12,21). Así se corta el mal por la raíz.
En fin: Una manera de ser distinta y distintiva
Una persona que obra así evidentemente es distinta de otra que no “conoce” lo que es vivir bajo la gracia de la filiación divina. Ejemplos claros son el publicano -quien vive en su pecado- y el gentil -que adora a otros dioses- (ver 5,46-47); ellos aman (nada más) a los que los aman y saludan (no más que) a los de su estricto círculo de amistades.
Por su parte, el discípulo es claramente diferente porque el motivo fundamental que inspira su actuar es el amor perfecto, primero y creador del Padre celestial.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-A fin de ser hijos de su Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos.
El modelo es Dios. Amar a los que no nos aman... es imitar a Dios. Hacer el bien a los que nos hacen mal, es "divino": esto requiere una madurez extraordinaria... en la venganza hay algo de infantil y de adolescente, una falta de dominio de sí. Es necesario que el hombre se alce al nivel de Dios, que hace el bien a todos, sin depender de ningún límite, de ninguna decepción, de ningún interés. Amar. Amar. Amar... sin límite.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Padre nuestro que estás en el cielo, Dios de amor: En tu Hijo Jesucristo nos has mostrado tu ternura y nos has aceptado –pecadores como somos- como tus hijos e hijas. Comparte tu corazón con nosotros, haznos misericordiosos y comprensivos; que, por el modo como tú nos has tratado, aprendamos a acoger a todos sin condiciones ni reservas, y a olvidar y perdonar todas las ofensas, de forma que lleguemos pronto a asemejarnos cada vez más a ti. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Hermanos: “Amen a sus enemigos. Hagan el bien a los que les odian, y rueguen por los que les persiguen.” Así nos ha dicho rotundamente el Señor. Difícil, muy difícil. Pero eso es lo que Jesús hizo. ¿Lo consideramos imposible para nosotros? Que el Señor nos dé coraje y valor para cumplirlo en nuestra vida, y con todo su poder nos bendiga: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. “QUÉ DIFÍCIL ES EL PERDÓN”
Érase un rey que tenía tres hijos. Poseía además muchas riquezas. Sobre todo una joya de valor extraordinario, admirada en el mundo entero. ¿para quién sería aquel brillante al repartir la herencia? Su padre les sometió a una prueba. Sería para el que realizase la mayor hazaña el día señalado. Al llegar la noche, cada uno relató los acontecimientos de la jornada.
El mayor había dado muerte a un dragón que sembraba el pánico por todo el reino.
El segundo venció a diez hombres bien armados con una pequeña daga.
El tercero dijo: “Salí esta mañana y encontré a mi mayor enemigo durmiendo al borde de un acantilado.. y le permití seguir durmiendo”.
Entonces el rey se levantó de su trono, abrazó a su hijo menor y le entregó el brillante.
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