sábado, 11 de junio de 2011

Lectio Divina  sétima semana de Pascua jueves 09 de junio 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 22,30, 23,6-11; Salmo 15;  Juan 17, 20-26

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
QUE TODOS SEAN UNO


1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Estamos tan entrenidos los cristianos en defender “nuestra fe particular” que se nos olvidó el mensaje de hoy. Se nos olvidó que la razón de ser de la misión de Jesús es el Reino de Dios y que él lo hizo con palabras y con obras. Y que es también nuestra misión. La cortedad de visión que tenemos en las Iglesias (en todas) no nos deja llevar el Reino a su plenitud: es decir, a que Dios reine en todas y cada una de las estructuras. Lastimosamente estamos muy ocupados en la DIVISIÓN: del mundo, de las razas, de los partidos políticos, de las religiones, de la sociedad, de la familia. La palabra UNIDAD pareciera que ya no cabe en nuestro mundo.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El diálogo íntimo que sostiene Jesús con su Padre Dios, orando y suplicando a favor de sus discípulos, nos subraya dos cosas fundamentales: “La unidad” y “el conocimiento”. Para Juan es importante que los que se hacen llamar discípulos de Jesús vivan en com-unión y conozcan al Padre. Es fundamental para el cristiano mantener la unidad, que no significa uniformidad (todos en igualdad de pensamientos y acciones), sino unión de todos con Aquel que nos ha llamado (Dios), y unión con los hermanos que, a pesar de ser diversos, comparten un mismo ideal: el Reino. La verdadera unidad de los cristianos, enriquecida por su variedad, es fruto del amor con que el Padre y el Hijo por el Espíritu Santo se aman y nos aman. El ser “uno” con Jesús implica adherirse plenamente a su mensaje y llevarlo al mundo que aún no lo conoce. Por tal motivo, la llamada de Jesús está relacionada con el envío que es inherente al discípulo. Ser enviado implica conocer y vivenciar el mensaje que se le encomienda. Busca por todos los medios llevar el amor a toda la humanidad.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Uno de los acentos del testamento de Jesús es su oración por la unidad. Las palabras “Que todos sean uno” se han convertido en un lema que ilumina muchas realidades cristianas, pero, sobre todo, en las últimas décadas, la causa ecuménica. Y se ha vinculado la unidad de la comunidad de Jesús con la credibilidad de su mensaje: Para que el mundo crea que tú me has enviado. No hay mucho que decir sobre esta vinculación. Salta a la vista.
¿De qué unidad habla Jesús? ¿De la que se logra a base de interminables diálogos, acuerdos, tratados? Este es el significado que suele tener el término “unidad” en perspectiva política. ¿Cómo se ha ido construyendo, por ejemplo, la Unión Europea? Pues a través de un largo proceso negociador en el que todos ceden un poco, pero en el que los más fuertes tienden a imponer su criterio a los más débiles. Creo, sin embargo, que la unidad que Jesús pide al Padre es de naturaleza pascual. Se logra cuando uno muere para que el otro viva. No es un gesto de rendición o de debilidad sino de fe en el don de Dios. Lo nuevo sólo adviene cuando lo viejo es crucificado y sepultado.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
 “Que todos sean uno… Que el amor con que tú me amas esté en ellos, para que yo esté en ellos”.  No hay quizás más fuerte testimonio cristiano   -así el mundo creería que Jesús es el enviado-  que el ver enlazados y unidos en un mismo amor a los que creen en Cristo, como fruto de la presencia viva del Espíritu Santo. Pero la trágica realidad es que los cristianos están divididos en muchas denominaciones y sectas. Incluso dentro de nuestra Iglesia hay diferentes grupos, normalmente personas de buena voluntad y llenas de buenas intenciones. Necesitamos fomentar el ecumenismo no sólo entre Iglesias, sino también al interior de nuestra misma Iglesia. ¿Acaso no mora en nosotros el amor con el que el Padre ha amado a su Hijo?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre también de todos: Creemos en ti y sabemos que tú amaste a Jesús con un amor profundo, confiado y eterno. Que el Espíritu Santo derrame este amor en los corazones de todos los que creemos en Jesús,
nuestro Pastor y Salvador.  Que este amor nos una en un lazo común
de comprensión y respeto mutuo y nos disponga a vivir los unos para los otros  y a servirnos mutuamente como hermanos, a causa de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Si nosotros somos realmente uno, ése es el mejor testimonio que podemos dar de Jesús, de que el Padre le envió, de que creemos realmente en él y de que él vive en nosotros. La división entre las Iglesias, así como la división y las peleas en nuestras comunidades, son un anti-testimonio de Cristo y de su evangelio. Que el Espíritu de Dios nos una en un sincero y verdadero amor. “CUESTIÓN DE AMOR”
Padre, tú nos has revelado que pertenecer a tu comunidad es cuestión de amor.
·         El amor nos lleva a la acción y al compromiso solidario con todos nuestros hermanos, especialmente con los más desfavorecidos y necesitados. Quien ama mucho, lucha mucho. Quien lucha poco, ama poco. El que no ama, sólo se mueve por sus intereses. ¡Haz que el primer paso en nuestra comunidad  sea empezar a amar!

·         El compromiso sin amor produce peso, agobio. Cuando nos mueve el amor, vencemos el cansancio y damos alegría. Si nuestro amor es como el de Jesús, tendremos entusiasmo para la entrega total. Esta es la experiencia de muchos de nosotros. ¡Avívala cada día más en nuestra comunidad!

·         Tú nos has manifestado también, y nosotros lo sabemos por experiencia, que el amor, aquí, es dolor y gozo. Una señal de amor verdadero es sentir como propio el dolor y gozo ajenos, sobre todo de los pobres y desfavorecidos. ¡Deseamos tener la compasión adulta del buen samaritano!

·         Haz que en el amor anónimo de la lucha por la justicia, del trabajo por un mundo mejor, del cambio de estructuras,  de la creación de zonas liberadas, del compromiso sociopolítico, imaginemos los rostros concretos de nuestros hermanos. marcados por el dolor y la injusticia. Así tendremos los mismos sentimientos de Jesús, y nuestra comunidad será buena noticia, seña de tu Reino, aquí en la tierra, para los hombres y mujeres,  que Tú tanto amas.

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