Lectio Divina jueves 29 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Daniel 7,9-10.13-14; Salmo 137; Juan 1,47-51
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
DE ÁNGELES Y NOSOTROS
1. Hagamos las LECTURAS
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Del Evangelio según san Juan 1, 47-51
Jesús vió que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD - Qué tiempos estos que estamos viviendo: llenos de tecnología y de aparatos sofisticados para comunicarnos que realmente, bien usados, nos pueden ayudar mucho. El problema es que a pesar de esto la comunicación hoy en día está un poco desvirtuada. No recibimos suficientes estímulos para hacer el bien y sí mucho material basura. Esto es por que nos falta la principal fuente de comunicación: hablar con Dios. Gabriel, Rafael y Miguel son símbolos de esa comunicación entre Dios y los hombres, un Dios que en Jesús infunde fuerza, (Gabriel= Dios es fuerte), sana (Rafael: Dios sana) y se muestra totalmente diferente (Miguel = quién como Dios), como Padre de todos.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Sabemos que Dios nos quiere, nos protege y nos guía por nuestro destino. En la Biblia, los ángeles son presentados a la gente como los mensajeros de Dios, para ayudarnos a que llevemos a cabo los planes de Dios. El arcángel Miguel es mencionado en el último libro de la Biblia como el ángel que se encarga de la lucha contra el poder del mal y quien llevar el trabajo de Dios y Cristo para superar todo mal. Gabriel es el mensajero de la Anunciación; Rafael es el ángel compañero y el sanador en el libro de Tobías.
Los Ángeles, son de hecho, la prueba del amor de Dios que nos guía y se ocupa de nosotros. Hoy tampoco podemos olvidar a las muchas personas que nos ayudan y guían de muchas maneras con su amor y cuidado. Ellos también, son, por así decirlo, los ángeles de Dios para nosotros.
Los Ángeles, son de hecho, la prueba del amor de Dios que nos guía y se ocupa de nosotros. Hoy tampoco podemos olvidar a las muchas personas que nos ayudan y guían de muchas maneras con su amor y cuidado. Ellos también, son, por así decirlo, los ángeles de Dios para nosotros.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Lo de los ángeles está muy de moda actualmente. Forman parte de esa religiosidad difusa, de esa espiritualidad que se expande por nuestro mundo invitando a las personas a vivir todo desde su interioridad y que cree en una especie de energía que invade el universo y con la que nos conectamos cuando hacemos silencio. Es como recargar el depósito del coche. Después de eso, vamos por la vida sintiendo aquí y allá esa fuerza positiva que nos anima a seguir haciendo lo mismo que hacíamos y a asumir lo negativo de nuestras vidas.
Pero esa espiritualidad tiene poco que ver con el Evangelio. El Evangelio no va de energías ni de lucecitas en la oscuridad. No va de imágenes acarameladas de angelitos en tonos pastel. Va de un hombre que salió a los caminos y se enfrentó a las autoridades de su tiempo. Va de un hombre que tomó la vida por los cuernos, que fue sincero consigo mismo, que no temió al qué dirán, que arriesgó todo por aquello que para él era el centro de su vida: su profunda experiencia de Dios y su Reino.
El Dios de Jesús no tenía ningún parecido con una aspirina que calma nuestros dolores. Ni siquiera su objetivo era darnos la paz. El Reino es de los arriesgados, dijo. Y el Abbá de Jesús es el Dios liberador de todas las opresiones. Su voluntad es transformar este mundo para que todos sus hijos e hijas puedan vivir en libertad y justicia. Por eso Jesús entregó su vida. Por eso nos invita a nosotros a entregarla.
Los ángeles no son lucecitas ni energías positivas. Los ángeles no son comparsas inmóviles de la corte celestial –¡como si a Dios le hiciese falta una corte de aduladores!–. Los ángeles son una forma de hablar de la voluntad de Dios que no se queda en el cielo sino que baja a la tierra. Porque Dios no habita en esa nube difusa de espiritualidad y paz interior sino en el barro de esta tierra, en sus luchas y en sus compromisos por extender la fraternidad y el reino. Ahí podemos comenzar a hablar de los ángeles.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Dios, habiéndonos llenado de su Vida, de su Amor, de su Misericordia; finalmente llenándonos de su Presencia, quiere que vayamos a nuestras labores diarias como mensajeros suyos, llevando todos estos dones a todas las personas. Quien vive como mensajero de la destrucción y de la muerte quiere decir que, aun cuando aparentemente se une a Dios mediante el Culto en comunidad y la oración personal, finalmente ha unido su vida al mal y no a Dios, que es la Bondad misma. Tratemos de no ser mensajeros de malas noticias, sino de la Buena Noticia del amor misericordioso de Dios. Que llevemos ese mensaje de salvación no sólo con los labios, sino con las obras, con las actitudes y con la vida misma. Entonces, en verdad, estaremos colaborando para que, quienes entren en contacto con nosotros, puedan acercarse cada día más a Dios con un corazón que no sólo se purifique del mal, sino que se llene de la presencia del mismo Dios para pasar, por esta vida, haciendo el bien a todos.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 137:
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.
me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Miguel, Gabriel y Rafael nos invitan hoy a luchar contra el mal, a ser fuertes y a sanar. Pero sobre todo nos invitan a adorar a Dios con nosotros y a las cosas que recibimos de él. Nuestra reflexión son las LETANÍAS DE ACCIÓN DE GRACIAS
Gracias por mi familia, por todos los míos:
mis padres, mis hermanos, mis abuelos…
mi mujer, mi marido, mis hijos, mis nietos…
Gracias por mis amigos, mis vecinos, mis compañeros.
Gracias por mi cuerpo, mis ojos,
mis oídos, mis brazos, mis pies,
mi inteligencia y mi capacidad de expresarme.
Gracias por mi casa, mi trabajo, mi comunidad,
mi pueblo, mi ciudad, mi país…
Gracias por las cosas que uso: mis vestidos, mis zapatos,
mi cartera, mi perfume, mi celular, mi cama, mi reloj, mi carro…
Gracias por la lavadora, el agua caliente, la electricidad,
las lámparas, el teléfono, el computador,
la batidora, los platos…
Gracias por las tijeras, la escoba,
las llaves, los lentes, el paraguas,
el jabón, el cepillo, las ruedas,
las sillas y el sofá, la pluma y el lápiz…
Gracias por el sol, la luna, las estrellas,
los cometas, las nubes,
el aire, el viento, la luz, el frío y el calor…
Gracias por la montaña, el mar, el bosque,
la playa, el desierto, el oasis, la selva, las praderas…
Gracias por los árboles, el césped, las semillas, las flores,
los frutos, las huertas, los campos y los invernaderos…
Gracias por los caminos, sendas y autopistas,
por los túneles, puentes y vías férreas,
por los refugios, calles, plazas y jardines,
por los parques, canchas deportivas y piscinas,
por los zoológicos y las áreas de recreo,
por los bares, las salas de fiesta y los campings…
Gracias por los perros, gatos, pajaritos,
los delfines, los buitres y las palomas,
por las ardillas, los burros y los caballos,
por todos los animales salvajes y domésticos…
Gracias por los materiales: la madera, el plástico, el mármol,
el barro, el papel, el vidrio, el cemento, las telas,
la piedra, el adobe, el cartón, la formica…
Gracias por las legumbres, las verduras,
las frutas, los jugos,
el café, el pan, las especies, la leche, el vino…
sin olvidarme nunca del agua.
Gracias por el arte, los pintores, escultores y arquitectos,
artesanos y publicistas, escritores y actores, técnicos,
cantantes, poetas, gente de circo, locutores,
de la noche y de la fiesta…
Gracias por todos los que se ocupan de los demás.
Gracias por todos los que llenan de interrogantes
y respuestas nuevas mi vida tranquila:
por los que tienen dolores, pasan hambre,
sufren miserias y vejaciones,
están desempleados, carecen de instrucción, sufren la injusticia,
no tienen el cariño de nadie, tienen que emigrar, malviven,
y nadie defiende sus derechos…
Gracias porque me quieren,
porque me quieres,
porque te quiero,
porque puedo conocer las necesidades de mis hermanos;
porque no tengo grandes pretensiones;
porque no quiero ser ni tener más que nadie,
porque sé que estarás a mi lado siempre…
Gracias por conocer a tanta gente buena y acogedora,
alegre, positiva, solidaria, humilde, sincera…
Gracias por los que me enseñan a vivir mejor,
por los que me hacen caer en la cuenta de que hay cosas
más importantes que yo.
Gracias por mis días tranquilos y alegres,
por todo lo que he vivido,
por este momento,
por cada instante de consciencia y fe
que me hace acercarme a Ti.
Gracias, Señor.
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