lunes, 19 de septiembre de 2011

Lectio Divina lunes 19 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Esdras 1,1-6; Salmo 125;Lucas 8, 16-18

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PARA QUE LA LUZ SE VEA


1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús dijo a la gente: -«Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escuchan bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Hoy, en nuestras iglesias, consideramos que los llamados son únicamente una selecta élite compuesta por personas de maravillosas virtudes. El evangelio, sin embargo, nos muestra lo contrario: Jesús convoca grupos de personas que generalmente no tienen mucha aceptación social. Ellos son los testigos de la maravillosa manera como Dios está cambiando el mundo desde los humildes.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En estos tres versículos, el evangelista nos presenta un tema central para el discipulado, que Jesús viene desarrollando a lo largo del camino que ha emprendido: la luz. La luz y la experiencia de compartirla con otros son parte importante de la vida de comunidad que está formando Jesús. Una comunidad que, teniendo la luz no la comparte, no está animada por el espíritu de Jesús. El versículo 16, entra de lleno en el tema, afirmando que la luz es una realidad que debe resplandecer para los demás. Esto es lo que busca Jesús con sus discípulos, que encuentren la luz del Reino, se la apropien y la compartan hasta los confines del mundo. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de luz. El versículo siguiente afirma categóricamente, al mejor estilo de la sabiduría, que no hay nada encubierto que no vea la luz; que la fuerza del Reino tiene capacidad para disiparla oscuridad y para dejar al descubierto las realidades del anti-reino. El texto se cierra con una advertencia: “Presten atención y oigan bien...”. En aparente contradicción se dice que al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Nadie enciende un candil y lo pone debajo de la cama. Jesús ha venido a traer un mensaje de salvación, amor y esperanza para todos los hombres. No quiere ocultarlo, no quiere esconderlo. Su deseo es que todos lo lleguen a conocer, que todos sientan la potencia y la energía del amor de Dios, capaz de renovar sus vidas, de abrir nuevos horizontes, de llevarnos a una vida en plenitud. 
Lo que pasa es que siempre ha habido los que consciente o inconscientemente han querido ocultar ese mensaje. Han deseado que sólo fuese para un pequeño grupo de elegidos. Los mismos apóstoles se quejaron en un momento determinado a Jesús de que había otros que pretendían expulsar demonios en su nombre. Más adelante, a lo largo de la historia de la Iglesia también el Evangelio se ha ocultado bajo capas de tradiciones y costumbres, de moral y teología. Hasta la lectura de la Biblia se restringió durante mucho tiempo impidiendo que el pueblo cristiano accediese a la Palabra de Dios. 
Pero lo mejor es que la luz del candil sale siempre adelante. Siempre hay alguien que toma el candil y lo pone en el candelero para que todos lo vean. Pensemos en las grandes figuras del pasado. Un Francisco de Asís, por ejemplo. Con una vida muy sencilla hizo que todos viesen la potencia de la luz del Evangelio. 
La Iglesia no es sólo la jerarquía. Iglesia somos todos los creyentes. Iglesia es el Pueblo de Dios, los de arriba y los de abajo. Todos son responsables de hacer que la luz del Evangelio siga brillando en nuestro mundo y atrayendo a todos a la vida y a la esperanza. Todos somos responsables de hacer que el candil no quede oculto sino que brille en el candelero y que todos lo puedan ver. 
Nuestros pecados y limitaciones son muchos, como personas individuales y como institución. Pero tenemos en nuestras manos un tesoro y nuestro esfuerzo principal ha de ser no taparlo sino enseñarlo y mostrarlo al mundo. No se trata de fijarnos en nuestros pecados sino en el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones para regalarlo, para vivirlo, para disfrutarlo. Ese es el regalo que Dios nos ha dado. Somos ricos y la única forma de incrementar esa riqueza es compartirla. Como la luz.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
En nosotros el Maestro ha depositado toda su confianza; Él cree en nosotros, mucho más de lo que nosotros creemos en Él y más de lo que confiamos en nosotros mismos. Pues tenemos una misión de luz: esa luz no nos pertenece, antes bien y al igual que todos, dependemos de ella para no estar sumidos en la oscuridad. Porque -de tan obvio se nos escapa- cuando la luz se hace presente, toda tiniebla se disipa.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tú quieres que nuestra fe sea como lámpara colocada en el candelero, para que la gente vea tu luz y no se tropiece en la oscuridad. Dirígenos tu palabra, danos el Espíritu vivificante de tu Hijo, su Espíritu de unidad y libertad, para que seamos para el mundo como un Cristo presente de nuevo,  humano y cercano, él que vive contigo y con el Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Dar testimonio consiste en llamar la atención no hacia nosotros mismos, sino hacia Dios y a lo que él puede hacer en nosotros, sus pobres instrumentos. Honestamente solo podemos proponer lo que creemos y vivimos, y luego dejar el resto a la gracia de Dios. SIETE VELAS
Vamos a encender siete velas, siete, para recordar que no estamos en tinieblas,  ya que Dios es luz y buena noticia por encima de nuestras ideologías y creencias.

Primera vela y buena noticia: Dios se ha hecho amor para quienes tienen el corazón roto y sólo han conocido orfandades y odios. Y con ellos, para todos.

Segunda vela y buena noticia: Dios se ha hecho libertad para los que están cautivos
y para los esclavos de sí mismos o de otros.  Y con ellos, para todos.

Tercera vela y buena noticia:  Dios se ha hecho consuelo  para los que sufren y esperan  y lloran al borde del camino. Y con ellos, para todos.

Cuarta vela y buena noticia: Dios se ha hecho justicia para los que están marginados  y tienen hambre y sed de vida. Y con ellos, para todos.

Quinta vela y buena noticia: Dios se ha hecho pan y vino para quienes se han vaciado
dándose sin reserva, enteros, en sendas y caminos. Y con ellos, para todos.

Sexta vela y buena noticia: Dios se ha hecho arlequín para desmantelar el tinglado
de normas y leyes que hemos montado para conseguir su beneplácito, nosotros, ustedes, todos.

Séptima vela y buena noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros para que nosotros no olvidemos ahora, en este momento, y luego, que somos hijos suyos, y con ello, hermanos entre nosotros.

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