Lectio Divina martes 13 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Timoteo 3,1-13; Salmo 100; Lucas 7, 11-17
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
¡LEVÁNTATE!
1. Hagamos las LECTURAS
Jesús iba camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: -«No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: -«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: -«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.»La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD - Qué lastima que muchos no hemos comprendido, empezando por nuestros gobernantes, que nuestra misión es dar vida y no muerte. Este pasaje, tan divino y humano, nos pone en contacto con la más auténtica misión de Jesús y su Iglesia: vino a compartir nuestras alegrías y tristezas, nuestras angustias y esperanzas. El dolor se expresa en los millones de crucificados de nuestra historia. Nuestra misión, en continuidad con la de Jesús, es la de comunicar vida, no la de permanecer indiferentes.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En el evangelio de hoy, Lucas intenta decirnos que ha llegado ya el tiempo de salvación, porque con Jesús, los ciegos comienzan a ver, los mudos oyen, los cojos caminan, y sí, hasta los muertos resucitan. Con él, una nueva era ha comenzado: la era de Dios. Es la era en la que ahora vivimos. --- ¿La hacemos nosotros una era de resurrección y de vida, en la que nuestras manos tendidas hacia nuestros prójimos los alza por encima de sus miserias? ¿La hacemos una era en la que reavivamos nuestro amor enfermizo o muerto ya, y lo restauramos de nuevo a la vida, en Cristo Jesús?
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
En una sociedad en que la seguridad de la mujer dependía de los hombres, esta viuda, que perdido a su hijo único, se encuentra indefensa y en la ruina total. Sobre ella se acumulan las desgracias. Pero, por otra parte, Jesús había declarado dichosos a los pobres y pequeños, a cuyo número pertenece ciertamente esta mujer. (Lc 6, 20-21).
Al hacer revivir a su hijo, Jesús provoca en el pueblo una confesión de fe en su persona y en la misericordia de Dios (Lc 7,16).
Esta resurrección es, con la de la hija de Jairo, la única que nos refiere Lucas: por un lado, madre-hijo; por otro, padre-hija. Se trata de jóvenes, cuya muerte es particularmente trágica.
Llama la atención que la madre angustiada y desesperada no lucha con toda su fe por recobrar vivo al hijo único, llora desconsolada. Este milagro tiene como única motivación la compasión y el poder de Jesús, que ocupa el centro del relato, como omnipotente vencedor y señor sobre la muerte.
El cortejo fúnebre sale de la ciudad por la puerta. Jesús, a quien presenta Lucas como maestro, está de camino y justamente en este momento va a entrar con sus discípulos en la ciudad.
Todo comienza por la mirada de Jesús a la madre. Y esta mirada provoca en él una infinita compasión por aquella mujer aplastada por el dolor. El Dios de Lucas es compasivo, también lo es su Mesías. Pero además de este impulso del corazón, Jesús tiene poder para cambiar los destinos de las personas. Dice a la madre: “No llores”. El consuelo tiene su fuente en Dios, que puede despertar a los muertos. Y Jesús manifiesta este designio y esta voluntad de vida no por una nueva palabra, sino por un gesto, el de tocar el féretro. Y a continuación la palabra de Jesús da la vida y levanta al joven que iban a enterrar. Al devolver el hijo a su madre, Jesús se revela como señor de la vida.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Esto lo vemos todos los días al levantarnos, cuando va avanzando el día en las diferentes labores que nos toca, hasta que nos acostamos para descansar. A veces empieza por mirarnos a nosotros mismos, y a veces cuando escuchamos o leemos los noticieros. La pregunta es: ¿Nos asombra esto?, ¿nos alegramos cuando percibimos hechos que podríamos llamar “caravana o procesión de la vida?, ¿nos entristecemos cuando vemos hechos que podríamos llamar “caravana o procesión de la muerte? ¿O pasamos a veces a través del día como simples espectadores, sin que como dicen “no nos de ni frío ni calor”
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: La palabra de tu Hijo era poderosa porque él vivía lo que predicaba y porque era una persona realmente libre. Podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos. Señor, da a tu Iglesia líderes creíbles que la dirijan sobre todo viviendo la misma vida de tu Hijo. Que sus palabras y acciones sacudan nuestros corazones y nos traigan la nueva vida de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: ¿Qué le dice el Señor a la MUJER DE HOY? ¡¡¡NO LLORES MÁS!!!! ¿Qué le dice el Señor al JOVEN DE HOY? ¡¡¡¡¡MUCHACHO A TI TE DIGO: LEVÁNTATE!!!!: PARA LOS QUE AMAN
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver… te abrazaría fuertemente y rezaría, para poder ser el guardián de tu alma…
Si supiera que esta fuera la última vez que te veo salir por la puerta…te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más…
Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oir tu voz… grabaría cada una de tus palabras…para poder oírlas una y otra vez, indefinidamente.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, diría… te quiero y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos dá otra oportunidad…para hacer las cosas bien…
Pero por si me equivoco y hoy es todo lo que tengo…me gustaría decirte cuanto te quiero y que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, lamentarás el día que no tomaste un ratito para dar un abrazo, un beso, una sonrisa …y que estuviste muy ocupado para concederle a alguien un deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas. Quiérelos y trátalos bien. Toma tiempo para decirles ”lo siento”, perdón, por favor, gracias… Y todas las palabras de amor que conoces… Nadie te recordará por tus pensamientos secretos… Pide fuerza y sabiduría para expresarlos…
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