miércoles, 7 de septiembre de 2011

Lectio Divina miércoles 07 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Colosenses 3, 1-11; Salmo 144; Lucas 6, 20-26

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

CUIDADO CON LO QUE
LE HACEMOS A LOS POBRES


1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: -«Dichosos los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán. Dichosos ustedes, cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten, y proscriban su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían los padres de ustedes con los profetas. Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y llorarán. ¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían los padres de ustedes con los falsos profetas.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Hoy necesitamos preguntarnos a quién van dirigidas las bienaventuranzas. Estas sólo pueden germinar en la vida de aquellos seguidores de Jesús que en la actualidad viven con alegría su opción por el evangelio. Aquellos que han comprendido que la pobreza es algo más que la austeridad y que la alegría es algo más que la diversión. ¿Estamos en la lista de bienaventurados de Jesús, o nos empeñamos en seguir en la lista de este mundo? Si no encontramos la felicidad, ¿no será porque la estamos buscando donde no está, en las cosas aparentes y superficiales?

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Bien, Lucas es el único evangelista que procede del paganismo – un mundo de esclavitud, miedo y opresión, y de libertad moral licenciosa. Él está tan impresionado por el hecho de que Jesús hizo en su vida un lugar especial para los pobres y marginados, a quienes nadie cuidaba en su entorno, que esta preocupación de Cristo viene a ser uno de los mayores énfasis en su evangelio, particularmente en sus aspectos sociales. Por ejemplo, dice él, a diferencia de Mateo, “Bienaventurados ustedes, los pobres. ¡Ay de ustedes, los ricos!”

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Si nos imaginamos por un momento la situación descrita en el Evangelio del día de hoy, nos puede estremecer ese Jesús que fija su mirada en sus discípulos... sus ojos están fijos en cada uno de nosotros en este preciso instante, ahora mismo en esta misa, en ese instante que explico esta lectio divina... Y esa mirada límpida que traspasa el alma nos habla claramente y sin tapujos ni figuras literarias. Dios ofrece su salvación a toda la humanidad, pero está del lado del pobre, del hambriento, del que padece, del perseguido, del despreciado. Y está del lado de mujeres y hombres concretos, de carne y hueso a los que conoce por nombre y apellido.  
-El Reino de Dios no se trata de generalidades, de palabras ni de utopías ni de cuestiones abstractas, sino de una realidad tangible, específica, actual-
Jesús no nos mira a los ojos para hacer una encendida apologética de los pobres, alabando virtudes o atenuando defectos, declamando demagogias insulsas... Nada de eso.  Nos mira fijamente a los ojos y nos pregunta de qué lado estamos...
Porque su Padre -que también es el nuestro- es Amor... Y si crece el Reino de ese Dios que es Amor, ha de florecer su justicia entre sus hijas e hijos.
Cuando no hay justicia, no hay Amor y por lo tanto, no hay vida. Y todo lo que se opone a la Vida se opone a la voluntad del Altísimo.
Jesús se pone del lado de los pobres, de los que todos abandonan y nadie defiende.
Es el mayor signo de los tiempos: el rostro del Maestro resplandece en los más pobres, en los más pequeños, en los olvidados...

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Dichosos, ustedes, los pobres, Dichosos los que ahora pasan hambre, Dichosos los que ahora lloran. Dichosos ustedes, cuando los odien los hombres y los expulsen y los insulten y los desprecien.
Se trata pues de situaciones reales: "Ustedes, los pobres... Ustedes los que lloran... Ustedes, los que tienen hambre... Ustedes, Ios que son despreciados..." Se trata, en efecto de circunstancias concretas, históricas: el adverbio "ahora" refuerza esa impresión. Jesús me invita pues a:
- en primer lugar, mirar mis propias miserias, mis pobrezas reales, mis hambres reales, mis llantos reales, los desprecios reales que he sufrido.
- en segundo lugar, mirar a mi alrededor esos mismos sectores de miseria, esos pobres, esos sufrientes, esos hambrientos, esos despreciados.

1.      OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, Dios de ricos y pobres: Te pedimos que el mensaje de Jesús, tu Hijo, 
nos impresione y nos sacuda de nuestras certezas y seguridades.  Que sepamos usar realmente nuestras riquezas: bienes materiales, fe, cualidades de mente y corazón,
en servicio de los pobres.  Que el poder que podamos poseer  sea para beneficio de los demás;  que nuestra abundancia sirva para compartirla con los otros y para liberarnos de nuestra auto-satisfacción; que nuestra felicidad proporcione consuelo a los hermanos y les lleve tu alegría, no la nuestra simplemente humana.  Señor, haznos pobres de soberbia, hambrientos de justicia,  llorosos por el mal que hemos causado a otros. Y aceptamos que la gente se meta con nosotros y nos insulte cuando no vivamos de acuerdo con el evangelio. Todo esto te lo pedimos  en nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:   Hoy hemos oído: “Bienaventurados y felices son ustedes…”    Lo que Dios quiere es que seamos verdaderamente felices. Él nos deja libres: Somos nosotros quienes tenemos que elegir qué vamos a hacer de nuestras vidas. Que el Señor nos dé el pensamiento recto y la actitud sabia para conseguirlo.NO
Si dijese que sí, Señor, que todo está muy bien, que el mundo es justo y bueno, que la historia trae claridad, que nuestras leyes son tus leyes, que cada cual es cada cual, que todos tenemos lo que nos merecemos,  que estos tiempos no dan para más...

Si dijese que acaso las cosas son así porque sí, y ahí están y no les demos vueltas:  si éste está arriba y ese otro abajo  es por culpa de la vida; si algunos van de puerta en puerta  con un saco de cenizas a cuestas  es porque son unos estúpidos...


Si dijese que sí, que todos tenemos igualdad de oportunidades, que el esfuerzo es lo que cuenta, que la revolución es una quimera, que los ricos también lloran, que el ser pobre tiene sus ventajas,  que allá cada cual con su conciencia...

Si dijese que exageras, que tus bienaventuranzas no sirven para esta época, que la pobreza, el hambre y las lágrimas  son tierra baldía y yerma; si buscase la aprobación a mi estatus y que nadie hablara mal de mi persona...

Si dijese lo que a veces se dice: que el mundo no funciona con tus promesas, que de nada sirve maldecir a los de arriba  y menos a los que triunfan, que es bueno que haya libertad cívica  para todas las ofertas... Si dijese que tus bienaventuranzas  son flores que encubren cadenas o palabras que tranquilizan a los que manejan los hilos de la historia...

Conformidad, resignación, admiración, callar, callar, y mucha precaución.

Si dijese que sí..., entonces sería el momento de hablar seriamente  de los que anuncian paraísos en la tierra,  de los que dicen que tu Evangelio aliena, de nuestras cuentas secretas, mi vida y sus apuestas...
Pero no, Señor.

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