jueves, 14 de abril de 2011

Lectio Divina quinto lunes de cuaresma 11 de abril 2011, Ciclo – A- Lecturas: Daniel 13,41-62; Salmo 22; Juan 8,1-11

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

ESTAMOS LLAMADOS
A SOLTAR LAS PIEDRAS



1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra." E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor." Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

VEAMOS NUESTRA REALIDAD –  Se dice que hoy día se ha perdido el sentido del pecado. Muchos no saben lo que está bien o mal, ni por qué. Es lo mismo que decir —en forma positiva— que se ha perdido el sentido del Amor a Dios: del Amor que Dios nos tiene, y —por nuestra parte— la correspondencia que este Amor pide. Quien ama no ofende. Quien se sabe amado y perdonado, vuelve amor por Amor: «Preguntaron al Amigo cuál era la fuente del amor. Respondió que aquella donde el Amado nos ha lavado nuestras culpas» (Ramon Llull).

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Los escribas y fariseos traen la mujer adúltera a Jesús, no porque les importe la mujer o la Ley, sino para acusar a Jesús. Quienes acusan no tienen autoridad moral para hacerlo. Si siguieran la Ley, deberían haber prendido también al varón; que eso era lo que ordenaba la Ley. Jesús les dice: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra”. El gesto enigmático de Jesús escribiendo en tierra es el símbolo de que Jesús está escribiendo la nueva Ley del amor, la misericordia y el perdón. Es la nueva legislación del Reino. Jesús libera a la mujer de la condena de la Ley y la libera también del pecado. La posición de
Jesús, que es la misma de Dios, se define abiertamente por la vida: por encima de cualquier ley está la vida humana. La única manera de salir de la dinámica de la opresión es aceptar como modelo y como salvador a Jesús, quien vino a salvar y no a condenar. Nadie condena a nadie. Tampoco nosotros condenemos a nadie.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La tolerancia se funda, no en los defectos de los demás, sino en los nuestros. Somos nosotros los que, al sentirnos débiles, al reconocernos pecadores, tenemos que aceptar el que a los demás les pase o pueda pasar lo mismo.  Aunque sólo sea por aquello de “el que tenga techo de vidrio que no tire piedras al vecino”. Nadie está en condiciones de identificarse con los buenos y señalar con el dedo a los malos, a los otros.  El bien y el mal no definen dos categorías de personas, sino de acciones.  Hay acciones buenas y malas.  Y nadie tiene la exclusiva de las primeras, ni está a salvo de las segundas.  Por eso, antes de juzgar y condenar a los demás, hay que empezar por el examen de conciencia... “El que esté libre de pecado...” ¡Esta es la invitación de Jesús!
Estamos llamados a soltar las piedras.
La primera piedra es la que provoca todos los desastres.
La paz se logra mirando hacia adentro: “El que esté sin pecado”...Si nos miramos de frente, hacia adentro, en el espejo del alma, se nos quitan para siempre las ganas de juzgar y condenar... “Al oírlo se fueron escabullendo”.
Si nos miramos sin miedo y sin hipocresía, veremos que en el fondo de nuestro corazón se esconden los mismos pecados que tanto nos molestan del hermano...”Mira primero la viga...”
El perdón es hijo del amor y va produciendo amor.  El que entra en esta dinámica jamás sentirá el deseo de tirar piedras, o apretar el gatillo o botón que desencadene la muerte.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Mujer: Cuando miraste a Jesús y él te miró, ¿qué fue lo que vio más en ti?  Vio en ti lo a nadie habías mostrado, ¿verdad? Vio en ti, lo que tú misma no conocías.  Vio tu esperanza, vio tu bondad.  Vio tu capacidad de amar.  Y cuando te dijo “no peques más”, ¿supiste lo que te quería decir?  Supiste que era el pecado de dejar que abusaran de ti, el que debías evitar.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?           
Señor, tú nos has dicho que amemos y no odiemos, que seamos justos y no traicionemos, que seamos sinceros y no hipócritas, que confesemos nuestras debilidades y no finjamos ser justos; acompáñanos en la revisión de nuestra vida  y haznos fieles imitadores de Jesús amor, verdad, justicia, prudencia, misericordia. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Quien denuncie, ha de hacerlo con amor y dolor; quien corrije, ha de hacerlo con pudor, y ha de procurar que se vaya borrando en sí mismo toda especie de injusticia o maldad. Sólo quien actúe desde la verdad-justicia-amor, será bendecido por Dios. “TUS DIBUJOS EN EL SUELO”
Tus dibujos en el suelo han tenido un efecto sorprendente: el círculo moralista y acusador se ha roto y, a solas contigo, por primera vez, me he sentido libre.

Tus dibujos en el suelo han sido el primer espejo no engañoso que me ha hecho ver mi rostro triste, mi ser pobre y vacilante, mis miedos de siempre.

Tus dibujos en el suelo han creado un silencio penetrante,  pues han puesto al descubierto la trágica parodia que vivimos cuando nos creemos diferentes.

Tus dibujos en el suelo me han devuelto la dignidad perdida, cuando tu dedo suave y firme, con el polvo de siempre  y mis lágrimas perdidas, ha plasmado mi nuevo rostro sonriente. Después te has incorporado, serenamente has mirado mis ojos, me has besado como nadie, y has dicho al aire: Vete y vive;  ya sabes. Y yo no me he atrevido a abrazarte. Pero llevo tus dibujos del suelo tatuados en mi piel para siempre.

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