martes, 19 de abril de 2011

HOMILÍA DEL SÁBADO SANTO–A-
Sábado Santo 23 de abril del 2011
“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?”



Sábado  Santo –A- 2011
Primera: Gn 1,1-2,2
Salmo: 103
Segunda lectura: Éx 14,15-15,1
Salmo: Cántico Éx 15,1-6.17-18
Tercera lectura: Isaías. 54, 5-14
Salmo 29
Cuarta lectura: Rom 6,3-11
Evangelio: Mateo 28,1-10
Pbro. Walter Marchena C
Amadísimos hermanos y hermanas, nosotros hemos venido a esta Vigilia pascual para celebrar, una vez más, el alegre anuncio de la resurrección de Jesucristo. Todos y todas sabemos que el punto central de la Pascua es el hecho real, preciso, excepcional, de la resurrección personal de Jesús; de Jesús el Hijo de María y Hermano nuestro, de Jesús de Nazaret, el Maestro de los Doce y de los fieles; de Jesús crucificado y sepultado, que permaneció tres días en el sepulcro y que vuelve a la vida y no muere más.

Hoy, también a nosotros como a las mujeres que fueron al sepulcro de madrugada, se nos pregunta: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. Y la liturgia de esta noche repite: Sí, ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Hemos comenzado esta Vigilia Pascual con el rito de la luz y la bendición del fuego nuevo, en el que encendimos el cirio pascual, que ahora contemplamos junto al altar, y con la procesión solemne de ingreso al templo mientras cantamos: Luz de Cristo.
Luego escuchamos el antiguo y hermoso Pregón Pascual que aclama las maravillas que realizó Dios en favor de su pueblo. A continuación siguieron las lecturas del Antiguo Testamento y el canto de Gloria, mientras sonaban las campanas, que transmitían la alegría por la resurrección de Cristo. En la carta del apóstol Pablo a los Romanos escuchamos el mensaje apostólico, que actualiza la presencia entre nosotros del Señor resucitado, y el canto del aleluya nos preparó a recibir el anuncio que nos traían las mujeres, la de la resurrección del Señor, proclamado en el evangelio de san Lucas.

Así, en toda la primera parte de la Vigilia, con los signos de la luz y del fuego nuevo y por medio de los cantos, la oración y las lecturas bíblicas, la Iglesia nos hace vivir nuestro encuentro con Jesús Resucitado. Un encuentro que se completa y perfecciona en la parte sacramental de la Vigilia: la liturgia bautismal y la liturgia eucarística. Estos sacramentos son, en realidad, frutos de la resurrección de Jesús.

Pero ¿qué es la resurrección? ¿Qué significa que Jesús, que ayer contemplamos muerto en la cruz, haya retornado a la vida?: La resurrección significa que la potencia de Dios ha dado nueva vida a Cristo muerto y sepultado y en él ha dado de nuevo la vida al mundo. No es simplemente un retornar a la vida anterior, como sucedió en la resurrección de Lázaro, sino que es algo único y definitivo que responde a las esperanzas y anhelos humanos de que la muerte no sea la última palabra de nuestra existencia. Por el contrario, la resurrección de Jesucristo significa que nuestra existencia está abierta a un futuro de eternidad, de alegría, de paz, de comunión con Dios y entre nosotros.

Hermanos y hermanas, la resurrección de Cristo es un hecho de alcance universal: no sólo le alcanza a él, sino que nos alcanza, también, a nosotros. Jesús ha vencido a la muerte por mí, por cada uno de nosotros, por todos los hombres y mujeres de la tierra.
La resurrección toca a nuestra vida y es principio de una doble resurrección: la de la gracia en el tiempo y la de la gloria en la eternidad.

Jesús resucitado es el inicio de todo. Todo en él es restituido a Dios, todo en él es salvación para nosotros, posibilidad de vivir una vida nueva. Jesús resucitado hace de nosotros personas renovadas, transfiguradas.

¿Pero cómo se realiza nuestra participación en su misterio pascual de muerte y resurrección? ¿Cómo entra en nosotros la fuerza de la resurrección?
La respuesta es simple. Participamos de la resurrección de Cristo mediante la fe, constituyéndose cada uno en verdadero discípulo y misionero de Cristo.

Nosotros, como miembros vivos del Cuerpo de Cristo, en nuestra parroquia de Santa Marta, hemos tratado de vivir esta semana mayor, con el mayor de los espíritus de ser respuesta para el mundo, de que Cristo vive, que Cristo es el centro de nuestras vidas, de a Cristo tenemos que llevárselos a los sufrientes, enfermos, a los que están en situaciones difíciles, a los alejados y lejanos de él y de la Iglesia.

Por eso, en esta noche nos comprometemos a ser luz del mundo, llevando el Kerigma a todas y a todos nuestros hermanos. Y luchar para que nuestra parroquia no se quede en el rito que hoy hemos vivido, sino que construiremos a la parroquia en una verdadera casa y escuela, que sea acogedora, para que todos nos sintamos verdaderamente hermanos y hermanas

Que esta fiesta continúe, que siga el gozo en nosotros todos los 365 días del año, porque predicaremos con la palabra y el ejemplo de que Cristo está vivo y vive para siempre y todo el cree en él tiene vida eterna


P. Walter Marchena

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