jueves, 29 de septiembre de 2011

Lectio Divina jueves 29 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Daniel 7,9-10.13-14; Salmo 137; Juan 1,47-51

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

DE ÁNGELES Y NOSOTROS


1. Hagamos las LECTURAS 
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Del Evangelio según san Juan 1, 47-51
Jesús vió que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Qué tiempos estos que estamos viviendo: llenos de tecnología y de aparatos sofisticados para comunicarnos que realmente, bien usados, nos pueden ayudar mucho. El problema es que a pesar de esto la comunicación hoy en día está un poco desvirtuada. No recibimos suficientes estímulos para hacer el bien y sí mucho material basura. Esto es por que nos falta la principal fuente de comunicación: hablar con Dios. Gabriel, Rafael y Miguel son símbolos de esa comunicación entre Dios y los hombres, un Dios que en Jesús infunde fuerza, (Gabriel= Dios es fuerte), sana (Rafael: Dios sana) y se muestra totalmente diferente (Miguel = quién como Dios), como Padre de todos.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Sabemos que Dios nos quiere, nos protege y nos guía por nuestro destino. En la Biblia, los ángeles son presentados a la gente como los mensajeros de Dios, para ayudarnos a que llevemos a cabo los planes de Dios. El arcángel Miguel es mencionado en el último libro de la Biblia como el ángel que se encarga de la lucha contra el poder del mal y quien llevar el trabajo de Dios y Cristo para superar todo mal. Gabriel es el mensajero de la Anunciación; Rafael es el ángel compañero y el sanador en el libro de Tobías.
Los Ángeles, son de hecho, la prueba del amor de Dios que nos guía y se ocupa de nosotros. Hoy tampoco podemos olvidar a las muchas personas que nos ayudan y guían de muchas maneras con su amor y cuidado. Ellos también, son, por así decirlo, los ángeles de Dios para nosotros.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Lo de los ángeles está muy de moda actualmente. Forman parte de esa religiosidad difusa, de esa espiritualidad que se expande por nuestro mundo invitando a las personas a vivir todo desde su interioridad y que cree en una especie de energía que invade el universo y con la que nos conectamos cuando hacemos silencio. Es como recargar el depósito del coche. Después de eso, vamos por la vida sintiendo aquí y allá esa fuerza positiva que nos anima a seguir haciendo lo mismo que hacíamos y a asumir lo negativo de nuestras vidas.
 
Pero esa espiritualidad tiene poco que ver con el Evangelio. El Evangelio no va de energías ni de lucecitas en la oscuridad. No va de imágenes acarameladas de angelitos en tonos pastel. Va de un hombre que salió a los caminos y se enfrentó a las autoridades de su tiempo. Va de un hombre que tomó la vida por los cuernos, que fue sincero consigo mismo, que no temió al qué dirán, que arriesgó todo por aquello que para él era el centro de su vida: su profunda experiencia de Dios y su Reino.

El Dios de Jesús no tenía ningún parecido con una aspirina que calma nuestros dolores. Ni siquiera su objetivo era darnos la paz. El Reino es de los arriesgados, dijo. Y el Abbá de Jesús es el Dios liberador de todas las opresiones. Su voluntad es transformar este mundo para que todos sus hijos e hijas puedan vivir en libertad y justicia. Por eso Jesús entregó su vida. Por eso nos invita a nosotros a entregarla.
 
Los ángeles no son lucecitas ni energías positivas. Los ángeles no son comparsas inmóviles de la corte celestial –¡como si a Dios le hiciese falta una corte de aduladores!–. Los ángeles son una forma de hablar de la voluntad de Dios que no se queda en el cielo sino que baja a la tierra. Porque Dios no habita en esa nube difusa de espiritualidad y paz interior sino en el barro de esta tierra, en sus luchas y en sus compromisos por extender la fraternidad y el reino.  Ahí podemos comenzar a hablar de los ángeles.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Dios, habiéndonos llenado de su Vida, de su Amor, de su Misericordia; finalmente llenándonos de su Presencia, quiere que vayamos a nuestras labores diarias como mensajeros suyos, llevando todos estos dones a todas las personas. Quien vive como mensajero de la destrucción y de la muerte quiere decir que, aun cuando aparentemente se une a Dios mediante el Culto en comunidad y la oración personal, finalmente ha unido su vida al mal y no a Dios, que es la Bondad misma. Tratemos de no ser mensajeros de malas noticias, sino de la Buena Noticia del amor misericordioso de Dios. Que llevemos ese mensaje de salvación no sólo con los labios, sino con las obras, con las actitudes y con la vida misma. Entonces, en verdad, estaremos colaborando para que, quienes entren en contacto con nosotros, puedan acercarse cada día más a Dios con un corazón que no sólo se purifique del mal, sino que se llene de la presencia del mismo Dios para pasar, por esta vida, haciendo el bien a todos.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? con el Salmo 137:
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario.  Daré gracias a tu nombre:  por tu misericordia y tu lealtad,  porque tu promesa supera a tu fama;  cuando te invoqué, me escuchaste,  acreciste el valor en mi alma.  Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor,  porque la gloria del Señor es grande.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Miguel, Gabriel y Rafael nos invitan hoy a luchar contra el mal, a ser fuertes y a sanar. Pero sobre todo nos invitan a adorar a Dios con nosotros y a las cosas que recibimos de él.  Nuestra reflexión son las LETANÍAS DE ACCIÓN DE GRACIAS

Gracias por mi familia, por todos los míos:
mis padres, mis hermanos, mis abuelos…
mi mujer, mi marido, mis hijos, mis nietos…

Gracias por mis amigos, mis vecinos, mis compañeros.

Gracias por mi cuerpo, mis ojos,
mis oídos, mis brazos, mis pies,
mi inteligencia y mi capacidad de expresarme.

Gracias por mi casa, mi trabajo, mi comunidad,
mi pueblo, mi ciudad, mi país…

Gracias por las cosas que uso: mis vestidos, mis zapatos,
mi cartera, mi perfume, mi celular, mi cama, mi reloj, mi carro…

Gracias por la lavadora, el agua caliente, la electricidad,
las lámparas, el teléfono, el computador,
la batidora, los platos…

Gracias por las tijeras, la escoba,
las llaves, los lentes, el paraguas,
el jabón, el cepillo, las ruedas,
las sillas y el sofá, la pluma y el lápiz…

Gracias por el sol, la luna, las estrellas,
los cometas, las nubes,
el aire, el viento, la luz, el frío y el calor…

Gracias por la montaña, el mar, el bosque,
la playa, el desierto, el oasis, la selva, las praderas…

Gracias por los árboles, el césped, las semillas, las flores,
los frutos, las huertas, los campos y los invernaderos…

Gracias por los caminos, sendas y autopistas,
por los túneles, puentes y vías férreas,
por los refugios, calles, plazas y jardines,
por los parques, canchas deportivas y piscinas,
por los zoológicos y las áreas de recreo,
por los bares, las salas de fiesta y los campings…


Gracias por los perros, gatos, pajaritos,
los delfines, los buitres y las palomas,
por las ardillas, los burros y los caballos,
por todos los animales salvajes y domésticos…

Gracias por los materiales: la madera, el plástico, el mármol,
el barro, el papel, el vidrio, el cemento, las telas,
la piedra, el adobe, el cartón, la formica…

Gracias por las legumbres, las verduras,
las frutas, los jugos,
el café, el pan, las especies, la leche, el vino…
sin olvidarme nunca del agua.

Gracias por el arte, los pintores, escultores y arquitectos,
artesanos y publicistas, escritores y actores, técnicos,
cantantes, poetas, gente de circo, locutores,
de la noche y de la fiesta…

Gracias por todos los que se ocupan de los demás.
Gracias por todos los que llenan de interrogantes
y respuestas nuevas mi vida tranquila:
por los que tienen dolores, pasan hambre,
sufren miserias y vejaciones,
están desempleados, carecen de instrucción, sufren la injusticia,
no tienen el cariño de nadie, tienen que emigrar, malviven,
y nadie defiende sus derechos…

Gracias porque me quieren,
porque me quieres,
porque te quiero,
porque puedo conocer las necesidades de mis hermanos;
porque no tengo grandes pretensiones;
porque no quiero ser ni tener más que nadie,
porque sé que estarás a mi lado siempre…

Gracias por conocer a tanta gente buena y acogedora,
alegre, positiva, solidaria, humilde, sincera…

Gracias por los que me enseñan a vivir mejor,
por los que me hacen caer en la cuenta de que hay cosas
más importantes que yo.

Gracias por mis días tranquilos y alegres,
por todo lo que he vivido,
por este momento,
por cada instante de consciencia y fe
que me hace acercarme a Ti.

Gracias, Señor.


Lectio Divina miércoles 28 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Nehemías 2,1-8; Salmo 136; Lucas 9, 57-62

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PA’LANTE


1. Hagamos las LECTURAS 
Mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.» Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Las exigencias dirigidas a los discípulos fueron efectivas en el pasado y hoy conservan todo su vigor. El llamado requiere decisión, entrega y responsabilidad. Sólo los seres humanos dispuestos a ser libres se incorporan a la comunidad de discípulos y emprenden el camino del Maestro.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Ahora que hemos leído detenidamente a Lucas desde el capítulo 5  (jueves 1 a hoy) hasta el fin del capítulo 9 comprendemos mejor por qué se ubica el texto del seguimiento radical a Jesús en este lugar del evangelio, o mejor dicho, en esta parte del camino. La emoción que suscita la personalidad de Jesús conduce a expresiones como ésta: “Te seguiré a donde vayas”, y, si el lugar de destino es la muerte en el patíbulo, seguirá en pie la oferta. La misión por el Reino de Dios es asumida ahora por quienes lo han seguido, escuchado y han asimilado sus enseñanzas. Ahora es Jesús quien ratifica su llamado a quienes lo siguen; quiere saber con quiénes cuenta hasta el final, pues con razón presiente que se irá quedando solo. La opción por el Reino amplía la familia y crea una nueva forma de lazos familiares y de fraternidad. Por esta razón los operarios que aún añoran su antiguo estilo de vida familiar no son aptos para el Reino de Dios. Jesús radicaliza su ministerio público, ahora va al corazón de cada uno de los que le siguen, allí radica la fuerza para asumir el reto que les espera.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
El que escribe estas líneas hizo hace algunos años el Camino a Guanacaste. Lo hice sólo. Y tuve la oportunidad de experimentar lo que es salir al camino sin estar seguro de cuál es la meta, a dónde voy, dónde me voy a quedar. Ni siquiera tenía la seguridad de dónde estaba la meta. Cada mañana  tomaba la mochila y salía al camino. Siempre hacia el oeste. 

Estar con Jesús era algo parecido al camino de Guanacaste. Con la diferencia de que no era para un mes sino para toda la vida. Con Jesús se sabía de dónde se salía pero no a dónde se llegaba. Los discípulos habían dejado atrás sus casas, sus trabajos, sus redes. Con Jesús no tenían nada más que sus propias fuerzas y el polvo del camino. Jesús iba por delante. Todo era posible. Porque Jesús era absolutamente sorprendente. Sus caminos siempre parecen nuevos. 

En el Evangelio de hoy, como en el caso de los peregrinos, no es Jesús el que invita a seguirle. Son algunos de los que están con él los que parece que se quieren comprometer a seguir a Jesús, a estar siempre con él. Da la impresión de que se habían encontrado con él, que le habían acompañado unos días. Y que de esa experiencia había brotado el deseo de quedarse en la compañía de Jesús.

Pero no saben donde se han metido. Jesús les pide una entrega y una radicalizad total. Hay que dejarlo todo y encontrarse con nada. Si el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza tampoco los que están con él. Jesús va camino de Jerusalén y allí las expectativas no son buenas. Esos nubarrones terribles también están sobre la cabeza de los que acompañan a Jesús.

Hoy sucede algo parecido. Seguir a Jesús es comprometerse con la justicia, acercar el amor de Dios a los más pobres y marginados, renunciar a la violencia en todas sus formas y abrir caminos a una fraternidad en la que toda la humanidad está invitada a participar sin excepciones ni exclusiones. En ese camino no hay vuelta atrás. Y no hay otro camino para encontrar la vida de verdad.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús se entregó totalmente a su misión. Él exige de nosotros la misma entrega al reino de Dios, reino de justicia y amor; exige eso no solo de sus apóstoles, sino también de todos los que “le siguen” – de nosotros. Se nos pide un compromiso “radical”, es decir, que vaya a las “raíces” en las profundidades de nuestro ser; y tiene que ser consistente; es un compromiso y una entrega que no miran atrás, sino que tienen sus ojos puestos tanto en el presente como en el futuro.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Jesús, tú sabes que también nosotros, como los apóstoles, nos imaginamos un seguimiento fácil, embriagador, sin tropiezos, y rechazamos el camino que tú nos preparas. Concédenos, Señor, sabiduría y fuerza para tus proyectos y adherirnos al camino que tú, con amor, nos has preparado. Ayúdanos a comprender y de modo profundo lo que quieres de nosotros. Hasta tu cruz nos resulta difícil de comprender; más redescubrirla en la trama cotidiana de nuestra vida.  Ayúdanos, al menos, a no desistir de la lectura de nuestra experiencia, a fin de que podamos descubrir tu amor y tu intenso deseo de que nos adhiramos a ti. Y si también esto nos resulta difícil, ayúdanos a dejarnos acoger por ti sin dudar de tu amor infinito. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  La perseverancia en los trabajos del Reino de Dios no son cosa de un fin de semana o del “tiempo que me quede libre, si me posible, lo dedico a ti”… es cuestión de toda la vida… Es cuestión de no dejarse “enterrar” por las dificultades que se presenten, como el caballo de la parábola siguiente:

Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algu­nos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda.

Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí.

El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate.

Tomó entonces, la difícil decisión: Determinó que el capataz sa­crificase al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo allí mismo. Y así se hizo. Los empleados, comandados por el capa­taz comenzaron a lanzar tierra dentro del pozo como para cubrir al caballo.

Pero, a medida que la tierra caía en el animal, éste la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subien­do. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, ¡consiguió salir!

Si estás "allá abajo", sintiéndote poco valorado, y los otros lanzan sobre ti la tierra de la incomprensión, la falta de oportunidad y apoyo, recuerda el caballo de esta historia. No aceptes la tierra que tiraron sobre ti; sacúdela y sube sobre ella. Y cuanto más tiren más irás subiendo, subiendo, subiendo...

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lectio Divina viernes 23 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Ageo 1,15-2,9; Salmo 42; Lucas 9, 18-22
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

DESCUBRIR A JESÚS


Pensamiento del día: «Tú eres el Mesías de Dios» El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar; es un derecho natural y una vocación del hombre. Juan Pablo II
 
Cápsula: “Podemos conocer su biografía, todos los datos a que nos es posible acceder hoy en día. Y todavía no habríamos conocido de verdad a Jesús. Lucas 9,-18-22 

1. Hagamos las LECTURAS 
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: -«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: -«El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Hoy seguimos con lo de sentir curiosidad. Porque muchas veces nos conformamos con un “mesías prestado”, con saber de él de oídas, con la experiencia de otros y nos conformamos con eso porque así no no involucrarnos mucho. Otro gallo cantaría si nos detenemos un momento y contestamos la pregunta de hoy: ¿Y tú, quién dices que soy yo?

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Ahora encontramos a Jesús en una actitud especial, que se hará constante conforme se acercan a Jerusalén: la intimidad con Dios. La oración profunda y contemplativa el maestro Jesús la enseña a sus discípulos en la práctica. Sus seguidores fueron testigos de la experiencia fuerte de oración de Jesús. Dios Padre era su fuerza; hacer la voluntad del Padre su compromiso. Después de que Herodes deseara verlo, Jesús se retira a orar; los discípulos se acercan y él aprovecha la oportunidad para preguntarles sobre su propia identidad; quiere sondear cuánto han comprendido sus discípulos sobre él. El interrogante señala en doble dirección: primero pregunta sobre qué piensa sobre él la multitud que le sigue; la respuesta es la misma dada anteriormente a Herodes: unos dicen que Juan Bautista, otros que Elías o un antiguo profeta. Una vez escuchada la respuesta, se dirige directamente a sus discípulos para saber su pensamiento e impresiones sobre él.

Pedro entonces toma la palabra en nombre del grupo y responde con lo que la tradición ha llamado la “profesión de fe”: “Tú eres el Mesías de Dios”, una frase elaborada por la tradición neo-testamentaria, que ha llegado hasta nuestros días de generación en generación.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
A lo largo del año escuchamos muchos textos del Evangelio. Hablan de muchas cosas. Pero de vez en cuando, la liturgia nos acerca a cuestiones fundamentales. Como en el texto de hoy. “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” La pregunta es directa. Jesús no se anda con rodeos y pide a sus discípulos que se definan ante él. No basta con estar informado. No basta con conocer lo que dicen los demás. 

Los discípulos tienen esa información. “Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o uno de los profetas.” Los discípulos han llegando a ese conocimiento como podemos llegar nosotros después de leer unos cuantos libros. En ellos hay diversos capítulos: Jesús el hombre, Jesús el predicador, Jesús el milagrero... Podemos conocer su biografía, todos los datos a que nos es posible acceder hoy en día. Y todavía no habríamos conocido de verdad a Jesús. 

La respuesta de Pedro da en el clavo: Jesús es el “Mesías de Dios.” Eso es situarse en un nivel diferente. Ya no hablamos de un profeta. No hablamos de un hombre normal. Decir que Jesús es el Mesías de Dios significa que Jesús tiene una relación muy especial, absolutamente especial, con esa realidad tan sentida pero nunca bien conocida y tantas veces incomprendida que es Dios. 

Hablar del Mesías en el contexto del pueblo de Israel es hablar de esperanza y vida nueva. La promesa del Mesías hablaba de una liberación colectiva del pueblo de Israel, de una superación de la opresión en que vivían. El Mesías era el signo de que Dios quería para su pueblo un futuro de libertad y bienestar. 

Cuando Pedro dijo a Jesús que era el “Mesías de Dios” quizá no sabía perfectamente lo que decía pero la intuición profunda era clara. En Jesús veía al que devolvía la esperanza al pueblo, a los pobres y marginados, a los que sufrían y a los oprimidos. Jesús era el mensajero de la liberación de Dios, de la liberación que desde siempre Dios había ofrecido a su pueblo. Desde aquella lejana liberación de Egipto hasta la superación del mal y la muerte que se produciría en la resurrección de Jesús. Quizá Pedro no sabía expresar perfectamente todo esto pero estaba en el buen camino. Y, aunque con altos y bajos, fue fiel a ella. 

Y nosotros, ¿quién es Jesús para nosotros? 



3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros hoy no lo que otros dicen sobre él, sino quién es él y qué significa él para nosotros. La respuesta que espera de nosotros no consiste en largas declaraciones, sino la respuesta viva de nuestras vidas y de nuestra conducta.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre nuestro: Tu Hijo Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros hoy:
“¿Quién soy yo para ti?”. Perdona nuestras palabras balbucientes, pero, de todos modos,
esto podemos decir con amor lleno de gratitud: Te damos gracias porque nos has mostrado en Jesús cuán bueno eres tú y cuánto nos amas. Te damos gracias porque él apareció en toda la flaqueza y fragilidad  de nuestra condición humana,  y porque, por su muerte y resurrección, nos has otorgado perdón y vida. Que él sea el que dé sentido a nuestras vidas porque él es Jesús, nuestro Señor y Salvador que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Jesús nos ha preguntado hoy. ¿Quién soy yo para ustedes? ¿Qué significo para ustedes? La respuesta que deberíamos darle no es exclusivamente reservada para personas consagradas. Todos nosotros le decimos: Señor, tú eres todo para nosotros. Solo tú eres quien da sentido pleno a nuestras vidas. La reflexión de hoy se llama: ¿QUIÉN ERES SEÑOR?

Cualquier día, en cualquier momento, a tiempo y a destiempo, sin previo aviso, lanzas tu pregunta: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Y yo me quedo a medio camino  entre lo correcto y lo que siento, porque no me atrevo a correr riesgos cuando Tú me preguntas así.

Nuevamente me equivoco, y me impones silencio para que escuche tu latir y siga tu camino. Y al poco, vuelves a la carga: Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Enséñame como Tú sabes. Llévame a tu ritmo por los caminos del Padre y por esas sendas marginales que tanto te atraen.

Corrígeme, cánsame y vuelve a explicarme tus proyectos y quereres, y quién eres.

Cuando en tu vida toda encuentre el sentido para los trozos de mi vida rota; cuando en tu sufrimiento y en tu cruz descubra el valor de todas las cruces; cuando haga de tu causa mi causa; cuando ya no busque salvarme, sino perderme en tus quereres… Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme: Y tú, ¿quién dices que soy yo?



Lectio Divina jueves 22 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Ageo 1,1-8; Salmo 149; Lucas 9, 7-9

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

GANAS DE VER A JESÚS


Pensamiento del día: «Tú eres el Mesías de Dios» El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar; es un derecho natural y una vocación del hombre. Juan Pablo II
 
Cápsula: “Podemos conocer su biografía, todos los datos a que nos es posible acceder hoy en día. Y todavía no habríamos conocido de verdad a Jesús. Lucas 9,-18-22 
 

1. Hagamos las LECTURAS 
El virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: -«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de ver a Jesús.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Hoy nosotros al igual que Herodes también nos enteramos de los últimos acontecimientos. Muchos de ellos nos dejan perplejos. Pocos son buena noticia. Ojalá que también nosotros tengamos el mismo deseo que a Herodes. Que tengamos ganas de ver a Cristo. Que lo querramos conocer y estar con El.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Antes de este pasaje encontramos los siguientes acontecimientos, que nombraremos a modo de titulares: la tempestad calmada, el endemoniado de Gerasa, la curación de la hemorroisa. Todos ellos dan cuenta de las acciones del Reino, que son contrarias a las políticas del Imperio Romano, representado por Herodes, símbolo de la muerte, de la corrupción y de la injusticia -como en todo imperio. El capítulo 9 se abre con el envío de los doce, investidos con la autoridad y poder que Jesús ha ido mostrando a lo largo del camino. Es el pueblo quien legitima la autoridad de Jesús, en contraposición al poder del tetrarca Herodes, que se impone al pueblo a la fuerza; con ese poder ellos harán frente al Imperio, que tiene capacidad para asesinar. Herodes, al igual que muchos otros, ha oído hablar de Jesús; pero esta escucha es diferente a la de los discípulos; es meramente informativa y especulativa, de carácter de espionaje, pues los milagros de Jesús recuerdan a Juan Bautista y a Elías; el primero, muerto a manos del mismo Herodes.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Lo menos que nos podemos preguntar es para qué quería Herodes conocer a Jesús. ¿Estaría interesado por su mensaje? La respuesta más posible es que no. Herodes era el que era. Estaba en el poder. Recibió las críticas de Juan Bautista. Hasta se dice que lo apreciaba pero eso no le contuvo a la hora de ordenar que le llevasen su cabeza en una bandeja. Todo por el que dirán. Porque en un momento de juerga, de banquete, quizá de demasiado alcohol, había prometido a su bailarina preferida que le daría cualquier cosa que le pidiera. Era rey. Tenía el poder. Pero no era muy prudente. Ni siquiera era verdaderamente fuerte. No se atrevió a reconocer su error y a desdecirse de aquella barbaridad. Prefirió matar al profeta.
Quizá también era que ni le apreciaba mucho ni atendía sus palabras. Para nada. No era más que un objeto curioso de su corte. Y una vez que lo perdió de aquella manera tan tonta, pensó que necesitaba otro profeta, otro juguete, otro milagrero. 

Pero Jesús nunca se plegó a los deseos del poder. Lo suyo fueron los caminos, los lugares alternativos. No frecuentó ni la corte de Herodes ni el Templo de los Sumos Sacerdotes. Se movió como en su casa entre la gente sencilla y humilde, entre los pecadores, entre los publicanos y las prostitutas. Frecuentó los lugares marginales y oscuros de su mundo. Allí habló del reino de Dios. Para Herodes, como para los representantes oficiales de la religión judía, sólo tuvo palabras de desprecio. Los que pensaban que tenían el poder y la fuerza, los que se creían cerca de Dios por su actitud religiosa, los que se sentían por encima de los demás, son los que se quedan fuera del Reino. 

Mientras tanto, por la puerta grande, entran los pobres, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los enfermos, los que sufren. Ellos acogen en su corazón la buena nueva y se llenan de esperanza. Jesús no es para ellos un juguete de feria ni el enano de la corte que distrae el aburrimiento del soberano. Jesús es vida y salvación, amor y esperanza, luz y reconciliación.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
También Herodes estaba perplejo acerca de este hombre Jesús. Quería ver a este extraño profeta sobre el que corrían tantos rumores. --- ¿Nos dejan perplejos a nosotros también Jesús, el evangelio, la vida y nuestra fe? ¿Estamos nosotros en constante búsqueda del sentido más profundo de nuestra vida cristiana?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tú viniste para hacer nuevas todas las cosas por medio de Jesucristo, tu Hijo. Que él nos cuestione, pero también cuestionémonos a nosotros mismos si le damos en nuestras vida el lugar que merece. Que él dé sentido a todo lo que somos y hacemos porque él es nuestro Señor resucitado que vive y reina por los siglos de los siglos.  Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  ¿Es todo realmente en vano? ¿Que la vida no tiene sentido? En momentos de dudas y cuestiones profundas, nos hacemos quizás esas preguntas. Pero entonces recordamos que somos gente de fe, y que nuestra fe y nuestra vida tienen un profundo sentido. Nuestro mensaje de hoy se llama: POR ENCIMA DE LO NUESTRO

Tú eres el Dios sobre el que todos opinamos, el Dios que todos buscamos, el Dios que todos abandonamos, el Dios con el que todos luchamos. Pero, a la vez, Tú eres el Dios que nos recreas, que nos encuentras aunque no te busquemos, que permaneces fiel cuando te dejamos, que nos vences y convences.

Tú eres el Dios del que todos hablamos, el Dios al que todos usamos, el Dios que todos desfiguramos, el Dios al que todos intentamos comprar. Pero a la vez, Tú eres el Dios que nos habla con amor, que nos respeta y cuida con pasión, que nos da identidad y rostro, que se muestra insobornable en su gratuidad.

Tú eres el Dios que cree en nosotros, el Dios que espera en nosotros, el Dios que ama en nosotros, por encima de nuestros gestos, hechos y palabras.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Lectio Divina lunes 19 de septiembre 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Esdras 1,1-6; Salmo 125;Lucas 8, 16-18

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PARA QUE LA LUZ SE VEA


1. Hagamos las LECTURAS 
Jesús dijo a la gente: -«Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escuchan bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  - Hoy, en nuestras iglesias, consideramos que los llamados son únicamente una selecta élite compuesta por personas de maravillosas virtudes. El evangelio, sin embargo, nos muestra lo contrario: Jesús convoca grupos de personas que generalmente no tienen mucha aceptación social. Ellos son los testigos de la maravillosa manera como Dios está cambiando el mundo desde los humildes.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En estos tres versículos, el evangelista nos presenta un tema central para el discipulado, que Jesús viene desarrollando a lo largo del camino que ha emprendido: la luz. La luz y la experiencia de compartirla con otros son parte importante de la vida de comunidad que está formando Jesús. Una comunidad que, teniendo la luz no la comparte, no está animada por el espíritu de Jesús. El versículo 16, entra de lleno en el tema, afirmando que la luz es una realidad que debe resplandecer para los demás. Esto es lo que busca Jesús con sus discípulos, que encuentren la luz del Reino, se la apropien y la compartan hasta los confines del mundo. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de luz. El versículo siguiente afirma categóricamente, al mejor estilo de la sabiduría, que no hay nada encubierto que no vea la luz; que la fuerza del Reino tiene capacidad para disiparla oscuridad y para dejar al descubierto las realidades del anti-reino. El texto se cierra con una advertencia: “Presten atención y oigan bien...”. En aparente contradicción se dice que al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Nadie enciende un candil y lo pone debajo de la cama. Jesús ha venido a traer un mensaje de salvación, amor y esperanza para todos los hombres. No quiere ocultarlo, no quiere esconderlo. Su deseo es que todos lo lleguen a conocer, que todos sientan la potencia y la energía del amor de Dios, capaz de renovar sus vidas, de abrir nuevos horizontes, de llevarnos a una vida en plenitud. 
Lo que pasa es que siempre ha habido los que consciente o inconscientemente han querido ocultar ese mensaje. Han deseado que sólo fuese para un pequeño grupo de elegidos. Los mismos apóstoles se quejaron en un momento determinado a Jesús de que había otros que pretendían expulsar demonios en su nombre. Más adelante, a lo largo de la historia de la Iglesia también el Evangelio se ha ocultado bajo capas de tradiciones y costumbres, de moral y teología. Hasta la lectura de la Biblia se restringió durante mucho tiempo impidiendo que el pueblo cristiano accediese a la Palabra de Dios. 
Pero lo mejor es que la luz del candil sale siempre adelante. Siempre hay alguien que toma el candil y lo pone en el candelero para que todos lo vean. Pensemos en las grandes figuras del pasado. Un Francisco de Asís, por ejemplo. Con una vida muy sencilla hizo que todos viesen la potencia de la luz del Evangelio. 
La Iglesia no es sólo la jerarquía. Iglesia somos todos los creyentes. Iglesia es el Pueblo de Dios, los de arriba y los de abajo. Todos son responsables de hacer que la luz del Evangelio siga brillando en nuestro mundo y atrayendo a todos a la vida y a la esperanza. Todos somos responsables de hacer que el candil no quede oculto sino que brille en el candelero y que todos lo puedan ver. 
Nuestros pecados y limitaciones son muchos, como personas individuales y como institución. Pero tenemos en nuestras manos un tesoro y nuestro esfuerzo principal ha de ser no taparlo sino enseñarlo y mostrarlo al mundo. No se trata de fijarnos en nuestros pecados sino en el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones para regalarlo, para vivirlo, para disfrutarlo. Ese es el regalo que Dios nos ha dado. Somos ricos y la única forma de incrementar esa riqueza es compartirla. Como la luz.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
En nosotros el Maestro ha depositado toda su confianza; Él cree en nosotros, mucho más de lo que nosotros creemos en Él y más de lo que confiamos en nosotros mismos. Pues tenemos una misión de luz: esa luz no nos pertenece, antes bien y al igual que todos, dependemos de ella para no estar sumidos en la oscuridad. Porque -de tan obvio se nos escapa- cuando la luz se hace presente, toda tiniebla se disipa.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Tú quieres que nuestra fe sea como lámpara colocada en el candelero, para que la gente vea tu luz y no se tropiece en la oscuridad. Dirígenos tu palabra, danos el Espíritu vivificante de tu Hijo, su Espíritu de unidad y libertad, para que seamos para el mundo como un Cristo presente de nuevo,  humano y cercano, él que vive contigo y con el Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Dar testimonio consiste en llamar la atención no hacia nosotros mismos, sino hacia Dios y a lo que él puede hacer en nosotros, sus pobres instrumentos. Honestamente solo podemos proponer lo que creemos y vivimos, y luego dejar el resto a la gracia de Dios. SIETE VELAS
Vamos a encender siete velas, siete, para recordar que no estamos en tinieblas,  ya que Dios es luz y buena noticia por encima de nuestras ideologías y creencias.

Primera vela y buena noticia: Dios se ha hecho amor para quienes tienen el corazón roto y sólo han conocido orfandades y odios. Y con ellos, para todos.

Segunda vela y buena noticia: Dios se ha hecho libertad para los que están cautivos
y para los esclavos de sí mismos o de otros.  Y con ellos, para todos.

Tercera vela y buena noticia:  Dios se ha hecho consuelo  para los que sufren y esperan  y lloran al borde del camino. Y con ellos, para todos.

Cuarta vela y buena noticia: Dios se ha hecho justicia para los que están marginados  y tienen hambre y sed de vida. Y con ellos, para todos.

Quinta vela y buena noticia: Dios se ha hecho pan y vino para quienes se han vaciado
dándose sin reserva, enteros, en sendas y caminos. Y con ellos, para todos.

Sexta vela y buena noticia: Dios se ha hecho arlequín para desmantelar el tinglado
de normas y leyes que hemos montado para conseguir su beneplácito, nosotros, ustedes, todos.

Séptima vela y buena noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros para que nosotros no olvidemos ahora, en este momento, y luego, que somos hijos suyos, y con ello, hermanos entre nosotros.