viernes, 13 de mayo de 2011

Lectio Divina  tercera semana de Pascua  miércoles 11 de mayo 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 8,1b-8; Salmo 65; Juan 6, 35-40

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PARA NO PASAR NI HAMBRE NI SED


1. Hagamos las LECTURAS 
Dijo Jesús a la gente: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como les he dicho, me han visto y no creen. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Hoy nos toca a nosotros estar firmemente convencidos de que en nuestro seguimiento a Jesús vamos encontrando el camino de nuestra autorrealización como personas; que nuestra vida tiene en verdad sentido, porque precisamente vamos detrás de la Verdad misma que es Jesús, el único que da vida abundante y eterna.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Jesús recalca la incredulidad de sus oyentes. Acaba de proclamar que él es el pan de la vida, pero, aunque le ven a él en persona, no le creen. Sin embargo, Jesús es consciente de que la actitud incrédula de sus oyentes no podrá frustrar los planes de Dios. Así tampoco quedará obstruido el camino del Evangelio por el hecho de que muchos no crean en Jesús. A pesar de los múltiples obstáculos, resistencia y rechazos a Jesús y a su propuesta de vida, siempre habrá quien se deje tocar por su palabra y sus acciones; siempre habrá corazones dispuestos y mentes abiertas a aceptar su proyecto como vía de realización personal y comunitaria. Éstos que creen ahora, y los que en el futuro lleguen a creer, tienen la garantía de que en Jesús tienen la vida eterna.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?

Tratemos de responder en oración estas preguntas:

1.      ¿De qué tengo hambre? y

2.      ¿Qué hago para saciar esa hambre?

Una pista orientativa: No sólo hay hambre de cosas materiales (las necesidades básicas del alimento, el vestido, la casa, el status profesional, etc.), también hay otras “hambres”, como por ejemplo:

(a) Hay hambre de la verdad (y no olvidemos que sólo en Jesús se encuentra la verdad de Dios);

(b) Hay hambre de vida (y no olvidemos que sólo en Jesús encontramos vida en abundancia);

(c) Hay hambre de amor (sólo en Jesús se encuentra el amor que supera las heridas del pecado y la separación final de la muerte).

Sólo Jesús puede satisfacer esa hambre más profunda que nos mantiene constantemente insatisfechos.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-El que viene a mí ya no tendrá más hambre. Quien cree en mí, jamás tendrá sed.
El paralelismo de las dos frases permite aclarar la una por la otra. El que "viene a Jesús", el que "cree en Jesús" no necesita ir a otra parte para saciarse... ¡ya no tiene más hambre ni sed! Jesús, fuente de equilibrio y de gozo, fuente de sosiego: la mayoría de nuestras tristezas y de nuestros desequilibrios vienen de no saber apoyarnos realmente sobre la roca de la Palabra substancial del Padre que es Jesús.

"Creer" y "venir a Jesús", son presentados aquí como equivalentes: con ello se pone en evidencia el hecho que la fe es una "actitud vital de adhesión a la persona de Cristo", más que ser el "asentimiento intelectual a una suma de verdades dogmáticas abstractas" -si bien una no excluye a la otra.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
¡Padre! Haz que todos los que nos vean  aprendan a mirar al Hijo, y, viendo al Hijo, entiendan y amen la grandeza de nuestro Dios, y cumplan sus mandatos como hijos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: "Venir a Jesús", es imitarle, es reproducir su actitud. Cumplir la Voluntad de Dios, es un alimento espiritual. VENGAN A MÍ”

Los que están  agotados y arruinados, los que han fracasado ante los demás y ante ustedes, los que sólo portan miseria y tristeza, los que ya no cuentan ni valen nada, los que sólo reciben golpes y olvidos, los últimos, los que ya no son queridos... vengan a mí, que quiero cobijarlos a la sombra de mis alas.

Todos los marginados y humillados, rendidos a cualquier precio y deseo: niños de la calle y de nadie, inmigrantes a la deriva, desempleados al sol, cabizbajos, enfermos y ancianos apartados...  vengan a mí, que soy refugio y libertad,  y recobren su dignidad.

Hambrientos de pan y de justicia, de dignidad y de respeto, de salud y de ternura, de paz y de buenas noticias, de vida y de felicidad... vengan a mí, y sacien su hambre y sed,  sin miedo y sin falsos respetos: ¡Todo lo que soy y tengo es de ustedes!

Todos los que sienten la vida, día a día, como una pesada carga: los rechazados, los perseguidos, los olvidados, los excluidos, los marginados,  los extranjeros, los sin papeles, los que sólo tienen seguro que son pobres, gente sin voz, sin prestigio, sin nombre... vengan a mí, descarguen sus fardos y descansen.


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